La otra Semana Santa inclusiva y sentida

M.G
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La parroquia de las Santas Justa y Rufina acoge una jornada para acercar las procesiones a una treintena de personas ciegas y con discapacidad visual gracias a la ONCE y la Junta de Cofradías

Varios participantes ciegos y con deficiencia visual improvisaron una procesión - Foto: Y. Lancha

El templo rezumaba incienso y de fondo la música característica de Semana Santa daba la bienvenida sin buscar un protagonismo excesivo. La parroquia mozárabe de las Santas Justa y Rufina abrió sus puertas ayer por la mañana para acoger a una treintena de personas ciegas o con dispacidad visual con ganas de vivir de cerca el sentir de las cofradías, los preparativos previos de una procesión y adentrarse en una Semana Santa sin barreras.

La actividad no era novedosa porque ya se realizó una similar para el Corpus, pero lo cierto es que nunca se había hecho de cara a la Semana Santa y gracias a la generosidad del párroco José Antonio Martínez, de los miembros de la Junta de Cofradías y de la ONCE, este numeroso grupo disfrutó de un pase de Semana Santa único sin perder detalle. 

«Lo que no sé es como pueden salir tantas notas de una corneta», comentó una de las participantes sentada en uno de los bancos de la iglesia tras tocar este instrumento tan característico en las procesiones. Pero hubo más. El tambor también acaparó un gran interés e incluso algunos asistentes se atrevieron con algún redoble de los que anuncian la comitiva. A continuación, se ofreció una pequeña muestra musical, con matraca incluida, otro de los instrumentos singulares que manejan los capataces para indicar si se camina o se para durante la procesión. 

Varios participantes ciegos y con deficiencia visual improvisaron una procesiónVarios participantes ciegos y con deficiencia visual improvisaron una procesión - Foto: Y. LanchaLas carrozas y sus tallas estaban preparadas esperando su turno. La Borriquita, con la imagen del Cristo a lomos de un burro, se mostró como ejemplo de un paso que recorre las calles gracias al grupo de costaleros que lo cargan. 

En este sentido, el capataz aseguró que suele aconsejar a estos voluntarios que cierren los ojos y se dejen llevar por las instrucciones  para no despistarse y perder el ritmo e invitó a los participantes a emular a los cargadores si les apetecía. También ocupabó su sitio la carroza con la talla del Santo Sepulcro, un paso de importante tamaño que se conduce con ruedas. Todo listo para que este grupo de asistentes disfrutara sin prisas de una Semana Santa de los sentidos a pesar de que la vista no participe o lo haga de manera breve.

La actividad posibilitó acercarse poco después al Cristo crucificado más antiguo de la ciudad, tocar los tejidos de los paños que se colocan en el altar y tener entre las manos un incensario. Incluso los más atrevidos pudieron examinar con las manos la corona real de la Virgen y la de espinas del Cristo, esta última obligó a tener cuidado para no pincharse, y una de las asistentes terminó pidiendo permiso para colocársela en la cabeza.

A esta iniciativa se sumó también la concejala de Servicios Sociales, Ana Abellán, en representación del Ayuntamiento, y dirigió unas palabras para resaltar la valía de una actividad «inclusiva» que invita a vivir «una Semana Santa sin barreras» gracias a la ONCE y la Junta de Cofradías.

La procesión. La ubicación de la parroquia complica la salida de las procesiones y exige una gran pericia y coordinación todos los años. Tanto es así, que durante la jornada de ayer se explicó a modo de apunte que la calle no puede tener un solo impedimento y no admite ni una mano de pintura de más en las fachadas porque la estrechez es tal  que no se pueden restar milímetros ni centímetros a la hora de girar los pasos para que avance el cortejo. Además, se relató que los espectadores esperan con paciencia a la salida de la calle para facilitar la tarea y resulta imposible que puedan acercarse más.