«Vocaciones de la vida religiosa son patrimonio de la Iglesia»

Redacción
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El cardenal João Braz de Aviz, arzobispo emérito de Brasilia y actual prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada participa en las Jornadas de Pastoral a las que han asistido medio millar de personas de la diócesis

El cardenal João Braz de Aviz flanqueado por el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, y por el obispo auxiliar, César García Magán.

Con el lema 'Los sueños se construyen juntos: consagrados para la Misión' este fin de semana se han celebrado, en el Salón de Actos del Colegio Diocesano Nuestra Señora de los Infantes, las XI Jornadas de Pastoral, que según explicó el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, han pretendido ser una manifestación de comunión eclesial con una convocatoria amplia de sacerdotes, consagrados y laicos, para conocer y profundizar en las propuestas del curso pastoral, que este año se dedica especialmente a la vida consagrada.

En torno a 500 personas han participado en estas Jornadas en las que se ha constatado la necesidad de contar en las comunidades con vida consagrada, porque son testimonio del amor de Dios. En este sentido, Francisco Cerro Chaves señaló en el acto de inauguración que «siendo poco, Dios nunca construye si no es desde lo que tenemos; construye desde nuestros panes y nuestros peces, desde nuestra pobreza».

Estas Jornadas también han puesto de manifiesto que es preciso priorizar la pastoral de los jóvenes, centrada en el acompañamiento y el testimonio para dar a conocer a Jesús, pues los jóvenes «son el ahora de la Iglesia». En este contexto, el arzobispo presentó y entregó a todos los participantes su Carta Pastoral 'La dimensión vocacional de la Pastoral de Adolescencia y Juventud', en la que presenta algunas líneas pastorales sobre la presencia de los adolescentes y los jóvenes en nuestras comunidades eclesiales y en el mundo.

El sábado el ponente fue el cardenal João Braz de Aviz, arzobispo emérito de Brasilia y actual prefecto del Dicasterio de la Santa Sede para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, quien presentó dos ponencias sobre los retos y esperanzas de la vida consagrada y sus enseñanzas para todo el Pueblo de Dios. El cardenal comentó que la «gama de vocaciones de la vida religiosa son un patrimonio de la Iglesia que nace del Cielo y vivirá cuanto Dios lo quiera, pero también depende del testimonio». Según el prefecto del citado Dicasterio, «la formación es muy importante; una formación permanente y continua porque no podemos pensar que estemos totalmente formados, buscando la luz del Evangelio con las características de hoy».

Ante un auditorio con un gran número de consagradas y consagrados de diferentes parroquias, comunidades de vida religiosa y otras realidades de la archidiócesis, el cardenal apostó por «vivir la alegría de la consagración» y definió la vida consagrada como «una profecía que anuncia algo nuevo, pero no es un anuncio de la Palabra vacía sino que es despertar el amor de Dios en medio del pueblo, mostrando lo que somos». Por otra parte, animó a «ir a las periferias existentes, a ir a los pobres, dándoles respuestas».

El cardenal recordó que tenemos que mostrar la experiencia de vida, porque el moralismo ya no sirve, recomendando que es necesario el diálogo desde la escucha, «desde el corazón». En su segunda intervención afirmó que la «unidad y la diversidad son dos dimensiones del amor de Dios», animando a caminar por la unidad pero también partiendo de la diversidad sin querer acabar con el otro, «porque Dios es Amor y se hizo pequeño como nosotros». En este sentido, resaltó la gran variedad de carismas que hay en la Iglesia y lo comparó con un jardín donde hay muchas flores y donde Dios habla de muchos modos.

Los jóvenes. La tarde del viernes estuvo dedicada a la presencia de los jóvenes en la renovación de la Iglesia, con la intervención de Américo Manuel Alvés, obispo auxiliar de la ciudad anfitriona de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un encuentro del Papa Francisco con jóvenes de todo el mundo. Intervinieron también don Raúl Tinajero, director de la Subcomisión de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española, Daniel Rodríguez de la Cruz, delegado diocesano de adolescencia y juventud y la hermana Fabiola del Carmen Mora, que fue la moderadora de la mesa redonda.

El obispo auxiliar de Lisboa en su intervención recordó que «el Sínodo no es una competición para ver quién gana, sino que cada uno abre su corazón y el Espíritu va a hablar». Dijo que «todos hemos que tener el coraje y la fuerza de llevar a cabo los desafíos de cada día y ser capaces de testimoniar la importancia de un corazón tomado por Cristo».

«No podemos pensar -añadió- que los jóvenes no participan como es costumbre», recomendando que es necesario adaptar el lenguaje a estos momentos y «hacernos entender porque Cristo no tiene la culpa de que en ocasiones no sepamos comunicar su Evangelio».

Américo Alvés recordó también que «el Papa dice que tenemos que dar voz a los jóvenes que tienen fuerza, porque Cristo es siempre el mismo, pero destacó que hay que hacer mudanzas, invitando a los jóvenes a estar disponibles para la misión».

En relación a la JMJ que se celebrará el próximo mes de agosto en Lisboa, señaló que «puede ser un fortalecimiento de la pastoral juvenil y ayudar a cambiar la metodología, logrando que los jóvenes se sientan protagonistas». Además, animó a los jóvenes presentes en la sala a ir a la JMJ «porque es una experiencia de Iglesia, en la que Cristo está vivo».

Después de la Eucaristía del viernes, presidida por Francisco César García Magán, obispo auxiliar de Toledo, quien alentó a los participantes a perseverar en la fe, se celebró en la iglesia parroquial de San Julián una vigilia de oración, presidida por monseñor Américo Alvés, que contó con la intervención musical de las Agustinas de la Conversión y de la Capilla Diocesana.

En estas XI Jornadas hubo también momentos para dialogar entre los participantes -en el espacio Sinodalidad en Acción- con el fin de compartir lo vivido estos días y se celebró el espacio 'La alegría de Caminar Juntos', donde las distintas realidades de la vida consagrada de la diócesis dieron a conocer sus carismas.

Este encuentro de comunión eclesial concluyó con el rezo de vísperas, presidido por el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, en conexión online con el monasterio de monjas clarisas de Siruela.