En Delibes el frío no solo afecta a los personajes desde un punto de vista físico, sino también emocional y lo presenta de una forma única e innovadora. En su primera novela, 'La sombra del ciprés es alargada', el frío retrata magistralmente el aislamiento de los personajes y de la propia sociedad.  Pedro, el protagonista, se encuentra en una situación sin salida y el frío de Ávila, a fin de cuentas, es su única compañía. Delibes también utiliza el frío para crear tensión, es el caso de «Los santos inocentes», donde a través del frío expresa el temor y la ansiedad de los personajes; qué bien lo interpretó el director Mario Camus en la película, genial el pasaje de Paco, el Bajo, en la raya de la finca, con la manta mulera a los hombros, viendo partir a su hijo Quirce dehesa abajo buscando una nueva vida en la ciudad. En «Cinco horas con Mario» con el frío crea una atmósfera de tristeza y melancolía y desamparo que envuelve al lector. Leyendo a Delibes uno puede sentir el Cierzo de Tierra de Campos, frío y seco, a través de la chaqueta de pana de Juan Gualberto, el Barbas, mientras sube por un ribazo tras las perdices. El frío como metáfora de la soledad aparece de manera insuperable en 'La hoja roja', ese frío que lleva metido en los huesos y que no puede quitarse de encima el viejo don Eloy, el frío del abandono. La RAE incluyó el término 'helada negra' en el Diccionario de la Real Academia Española de 2011 como homenaje a don Miguel, que en varias de sus novelas cita ese fenómeno atmosférico, helada muy intensa que no forma escarcha y quema las plantas, en 'Las ratas', los labradores en la taberna esperan con el corazón en un puño que cambie el viento y deshaga la helada negra que arruinaría sus cosechas. ¡Vaya!, que estos fríos son una buena ocasión para leer o releer al gran Miguel Delibes.