Carolina Sánchez

Macguffin

Carolina Sánchez


De Serrat al Sábado Santo

28/03/2023

El pasado jueves CCOO entregó a Joan Manuel Serrat el premio Abogados de Atocha 2023 en Toledo. Un acto en el que eché en falta más Serrat y donde me sobró política, o más bien precampaña.  
Y es que el tono mitinero y autocomplaciente de algún orador chirriaba con la esencia misma del acto, que no era otra que la de homenajear al cantautor catalán y mantener viva la memoria en torno a un suceso que estuvo a punto de costarnos a todos la ansiada transición a la democracia:  el asesinato de cinco abogados laboralistas en enero de 1977 a manos de la extrema derecha.
El atentado de la calle Atocha no fue un atentado más ¿Y por qué digo esto? Porque la calle respondió, pero no con más violencia, sino con una manifestación pacífica que mostró al mundo, y a nosotros mismos, que el país estaba más que preparado para salir del blanco y negro franquista.
Aquí jugó un papel fundamental el Partido Comunista y su llamada a la calma. Su comportamiento ejemplar en esos días de enero desembocó en la legalización del PCE unos meses después, el 8 de abril de aquel año, abriendo las puertas a las primeras elecciones plenamente democráticas en España en 40 años. En unos días se celebrará el 46 aniversario de esta legalización y, casualidades de la vida, también será Sábado Santo.
Poco queda de aquel PCE y de aquella sociedad, a mi juicio lamentablemente, pero sí se habla mucho de fascistas, a mi juicio quizás demasiado ligeramente.
Hoy los políticos -y la sociedad en general- tienden a abusar de este término, que en muchas ocasiones sirve para hablar de la derecha en abstracto, incluso de la derecha liberal y moderada. También su contrario, antifascismo, está siendo usado sin rigor, generando desconcierto y confrontación.
¿Dónde está el problema? Pues en que al generalizar el uso de estos términos estamos cayendo en la trampa de no ver el verdadero peligro de estos partidos populistas, nacidos bajo la sombra de la crisis financiera de 2008.
Porque el peligro ya no es que hagan desaparecer la democracia como sistema, como sí ocurrió en los años 20 y 30 del pasado siglo, sino que la transformen hasta anularla, pervirtiendo nuestro Estado social y democrático de Derecho y convirtiéndolo en un aparato represor en nombre de la soberanía popular. Se verá.