El público es mucho más interesante de lo que muchos piensan

C.M
-

Entrevista al actor Carlos Hipólito

El público es mucho más interesante de lo que muchos piensan

El encuentro entre los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg en 1941 en la ciudad de Copenhague, ha permitido a Claudio Tolcachir espiarlos, descubrir, preguntar, pelear, competir, enfrentarse al abismo técnico y al inmenso abismo ético que implica la energía nuclear en plena guerra. Lo acompaña en esta aventura, hoy sobre la escena del Rojas con entradas agotadas, Carlos Hipólito (junto a Emilio Gutiérrez Caba y Malena Gutiérrez) poniendo cuerpo y voz a Werner Heisenberg.

La pieza narra el encuentro entre el gran científico danés Niels Bohr y su ex alumno Werner Heisenberg, representante de los estamentos nazis y enemigos por la situación de sus dos países durante la Segunda Guerra Mundial. El problema ético del uso de los avances en física teórica para el desarrollo de armamento nuclear centra este duelo «entrañable» de titanes de la escena.

A pesar de tratarse de teatro de palabra y reflexión, todo han sido buenas noticias con este montaje.

Sí, es un texto muy especial de Michael Frynes, y es una función que exige un esfuerzo por parte del público en cuanto a atención y participación mental porque posee una profundidad de pensamiento grande. Lo que pasa que es, además de todo eso, es muy buen teatro, en el sentido de que está escrito de una manera que mantiene permanentemente alerta la atención del espectador.

¿Cómo mantiene la atención?

Gracias a unas diálogos brillantísimos, a una dramaturgia muy original que se mueve -no de una manera cronológica en tiempo- pero que es fácilmente comprensible por el tipo de diálogo que está establecido entre los personajes. Y luego, porque cuenta una historia apasionante.

¿Se han sorprendido de esta buena acogida?

Nos ha sorprendido gratamente la amplia respuesta del público, no tanto parque no pensáramos que se iba a producir, sino porque pensábamos que se iba a producir en un número de espectadores, quizá, más reducido. Pero sin embargo, es una obra que llega a todo el mundo, lo que más estamos escuchando es la enorme emoción que produce la visión de la obra. Y eso es muy bonito.

La pieza viene en uno de los momentos más adecuados, ¿lo cree?

Claro, siempre viene bien reflexionar sobre el horror de la guerra, la ética, sobre dónde nos llevan los avances científicos y qué utilización se puede hacer de ellos, que no siempre es la más correcta. Todos esos conflictos que se plantean a los investigadores son muy trasladables a un montón de cosas que estamos viviendo actualmente. Si nos ponemos a pensar en manos de quien estamos desde el punto de vista político en el mundo entero, y el uso que pueden hacer esos políticos de muchos avances científicos, es bastante aterrador.

El efecto de los radicalismos.

Sí, de la falta de ética, de moral, muchas veces por intereses puramente económicos o de mil tipos no se hace lo correcto. Lo que se plantea en este encuentro entre estos dos grandes científicos es un momento especial de sus vidas, en el que estaban enfrentados políticamente pero se seguían queriendo entrañablemente, y qué pasó en aquel encuentro que fue real y del que se sabe muy poco, por eso el autor especula sobre ello. Es muy interesante asistir como a la vida íntima de dos señores que fueron premios Nobel de Física y en cuyas manos estuvo parte del futuro de la humanidad.

¿Cómo se ha vestido en la piel de Werner Heisenberg?

Cuando una obra está bien escrita, los personajes son fácilmente comprensibles, otra cosa es que el vehículo a través del que se hacen entender, generalmente el texto pero también los silencios, en momentos es un poco complicado porque tiene muchos términos científicos. Nos hemos tenido que familiarizar un poco con la física, y sobre todo con la física cuántica, que habitualmente uno no maneja. Por ello ha sido más apasionante e interesante este trabajo.

Lo afronto intentando entenderlo qué le pasa para poder contárselo al público. Y siguiendo la línea de pensamiento que por parte del autor está muy bien escrita. Michael Frynes hace una semblanza de él que difiere de las biografías oficiales, porque es un tipo que después de lograr su premio Nobel se convirtió en el jefe de investigación nuclear del ejercito de Hitler, pero no pertenecía al partido, quizá por ello quiso pedir  información a su jefe. Pero el autor lo que sostiene es que Heisenberg no quiso darle un arma de ese calibre y falseó a propósito los cálculos, lo que plantea es que fue a ver a su maestro en este encuentro para decirle que si él podía decirle a los alemanes que no se podía fabricar la bomba, probablemente el equipo de los Álamos podría decir lo mismo para que no existiera una bomba atómica en el mundo.

Heisenberg pasó a la historia como un mal científico, como un tipo que colaboró con los nazis, pero si esta tesis fuera cierta es uno de los personajes más maltratados de la historia porque fue un héroe de la resistencia. En cualquier caso, sea cierta o no esta visión, ha escrito un personaje apasionante, muy atormentado que es un placer interpretar porque es emocionalmente muy potente.

¿Qué es lo que más le interesó de este montaje?

Lo que más me ha sorprendido fue la estructura del texto, una dramaturgia diferente a la habitual con una profundidad en la tesis y pensamientos en boca de los personajes muy grande, lo conjuga todo con un espectáculo muy ameno. No resulta ni aburrido ni pesado, es apasionante, es una combinación de elementos que hace de la obra un teatro comercial a la vez que con un gran contenido.

Luego que los personajes descritos maravillosamente bien, los actores lo que hacemos son personajes, que estén bien escritos, y están muy bien diseñados por el autor.

También me atrajo mucho que fuera Claudio el director, es la tercera vez que coincidimos, es extraordinario. Ha sacado a la luz todo ese subtexto, tiene mucho contenido interior, se dicen cosas pero se quieren decir otras a la vez. El director lo ha hecho con una mano muy aguda, un bisturí muy fino para diseccionar cada situación. Y luego el reparto, volver a coincidir con Emilio, un gran amigo con el que no trabaja desde hacía muchos años, ha sido un placer porque es uno de los actores referente de este país, le admiro y le quiero. Y trabajar con Malena que es una gran actriz y muy buena compañera. Con todo eso, quién se niega a hacer una cosas así.

Lo cierto es que este ‘duelo’ es garantía de buen hacer.

El hecho de que hayamos hecho muchas cosas al público le puede parecer una garantía, aunque nunca se sabe cómo van a salir las cosas, cualquiera se puede equivocar. Emilio y yo, lejos de vivir un duelo interpretativo, lo que estamos viviendo es un volar juntos en ese escenario, los tres logramos un gran nivel de compenetración. Si algo se ha acumulado es el buen rollo y el placer de estar juntos sobre un escenario.

Y la evidencia de que no sólo funciona el teatro ‘ligero’.

Hay una especie de tendencia a pensar que sólo las cosas más ligeras gustan, pero está claro que cuando algo funciona lo hace también con un texto profundo y un mensaje más hondo. Estamos contentos de que el público lo reciba, y es que el público es mucho más interesante de lo que muchos piensan.

¿Cómo va el teatro en este país?

En cuanto a creatividad está en un buen momento, hay mucha gente nueva, y no tanto, que está aportando grandes ideas tanto desde la autoría como desde la dirección y la interpretación, eso hace que los espectáculos tengan mucha calidad. Y como hay algunos problemas en el ámbito de la exhibición y la distribución, afortunadamente hay un montón de lugares donde hacer y ver teatro. No estamos pareciendo a ciudades como Nueva York o Buenos Aires, en las que se hace teatro en muchos sitios. Empieza a haber espacios diferentes donde creadores dan a conocer espectáculos, forman nuevos espectadores y una afición muy grande.