Puerta Grande para Rojo

Dominguín
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Primera novillada del ciclo del Alfarero de Oro, donde José Rojo y Miguel Zazo entraron a cubrir las vacantes de Diosleguarde y Mora, declarados en huelga. Dos orejas para Rojo, que fue entrega y valor todo el festejo.

José Rojo abandonó a hombros el coso tras cortar dos orejas. - Foto: Dominguín

dominguín / villaseca

La llegada a la plaza de Villaseca el pasado domingo no era la habitual para los aficionados. Un coche de la Guardia Civil impedía el paso a la gente por la calle del encierro y sólo dejaba acceso para los espectadores, allí la unidad de la Guardia Civil filtraba y controlaba con total normalidad la llegada de los espectadores y toreros.

El cartel, debido al incidente matinal y a la huelga convocada por varias asociaciones de profesionales taurinas, sufrió dos nuevas incorporaciones, José Rojo y Miguel Zazo, a la postre los dos espadas que más entrega dieron en el ruedo.

Zazo realizó una faena compacta de oreja negada por el palco.Zazo realizó una faena compacta de oreja negada por el palco. - Foto: DominguínLa plaza registró una importante entrada para ver los utreros de Cebada Gago, ganadería ya habitual en el ciclo del Alfarero que fue pareja de hechuras, aunque de diferente condición. Algunos facilitaron las faenas de los espadas, pero no hubo ninguno merecedor del galardón de la vuelta, pues el repuche de su segundo encuentro con el piquero, le cerró ese honor.

Vía de la sustitución llegó a La Sagra José Rojo y en volandas abandonó la plaza, maltrecho en cuanto a indumentaria, pues el primer astado suyo le zarandeó con saña en una cogida que sólo quedo en varetazos. Predispuesto el novillero de salida, que vio en Villaseca una oportunidad de primera para justificar la llamada del alcalde para que actuase. Su picador ‘Pastelito’ de Madridejos, se llevó una de las más importantes ovaciones de la tarde, pues ejecutó la suerte de varas en su primer puyazo, dejándose llevar de largo al utrero y prendiéndole en lo alto, ya en el segundo encuentro, fue distinto.

Doblones por bajo, de gusto y trazo sereno, los que José Rojo presento su tarjeta de visita ante la entendida afición de La Sagra. El novillo tenia suavidad en sus embestidas y el novillero supo llevarle con la diestra largo y templado. Enseguida conecto con las gradas que arroparon con sus ovaciones cada tarda rematada con pases de pecho de pitón a rabo. Algo más de acople, le hubiese dado más rotundidad a la faena, pero entre la estocada entera y el zarandeo y cogida, le valieron para que la afición le pidiese el trofeo, concedido con inusual celeridad por el usía.

Sabedor de que en sus manos estaba la llave de la puerta grande José Rojo y no la desaprovechó. Volvió a la cara del utrero sin la chaquetilla y con el traje remendado de vendajes, para comenzar de nuevo genuflexo con la muleta, ayudando a alargar el recorrido del castaño de Cebada. Ya con la zurda se le vio toreo del caro, de empaque, de mando, sabiendo aprovechar la nobleza del burel. Acertó de nuevo con los aceros y el palco accedió a la petición de oreja, lo que le convirtió en el primer triunfador de la Feria saliendo a hombros del coso.

También entro a última hora en el cartel Miguel Zazo, novillero de Ventas con Peña Aguilera que, pese a su escaso bagaje con picadores, no se amilanó y plantó cara dignamente ante sus dos oponentes. Tenía que haber recibido una oreja del tercero, tras una faena compacta que brindo a su banderillero, de paisano en el callejón, Jesús Alonso ‘Chule’. Firme y con los talones enterrados en el albero, fue afianzándose el novillero y llevando con temple al novillo, que no se lo puso fácil. Rebrincado, a media altura y con la cara suelta iba el burel, teniendo que pulsear el toledano cada muletazo. Mejor con la diestra, donde alargó la mano y la bajó en varias ocasiones haciendo crujir los tendidos. El final por luquecinas valiente y encajado antes de una casi entera que echó por tierra al animal. Petición de oreja desoída por el palco, que no debió gustarle el chaval, pues otra razón para denegar el primer trofeo potestad del público no la hay. Se llevó otra habitual bronca cuando Zazo dio la vuelta al ruedo.

El último de la novillada era un bonito astado aplaudido de salida al son de la jota sagreña interpretada de manera magistral por la banda de música de Villaseca dirigida magistralmente por Alberto Toledo. Tres buenas verónicas en el recibo capotero de Zazo que presumieron un final de importancia, pero el astado no era todo lo claro que su capa y no termino de entregarse al novillero. No obstante, el de Ventas con Peña Aguilera, quiso y pudo torear en ciertos momentos con poso y largura, con derechazos de mano baja, de buena traza. La pena fue el no refrendo con los aceros, pero dejó en Villaseca una tarjeta de visita para tenerla en cuenta en próximas ediciones.

Emilio Silvera abría cartel, y fue el único que quedó del descompuesto original. Hay que destacar de su primer animal el gusto y buen toreo con la izquierda, que supo aprovechar el gran pitón del astado que le ofrecía calidad y temple. La espada no quiso viajar a la primera y todo quedo silenciado. Un nombre propio destacó en el cuarto, Corruco de Algeciras, que le marcó con la capa el buen viaje al astado y luego le plantó dos pares al de Cebada con salero, gracia y acierto, asomándose al balcón y haciendo la suerte como los ángeles. Bravo por el peón que saludó con torería. No supo ver Silvera lo que le facilitaba el utrero gaditano, que con firmeza y aplomo, hubiese dado el triunfo mayúsculo al espada. Pero no se le vio entregado en su trasteo, dejando en silencio su trasteo al caer el cuarto.

Los niños al ruedo en Villaseca como es habitual, y los toreros que abandonan la plaza saludados por esos incipientes aficionados que maman del maná de la tauromaquia en Villaseca. Rojo salió a hombros y puntúa para ser tenido en cuenta por el jurado en sus decisiones finales.