El gobierno de Pedro Sánchez ha aprobado que se fije un caudal ecológico mínimo para el río Tajo. ¡La primera vez en la historia del trasvase! Lo que en Murcia, Valencia y periodistas varios ha entendido como un recorte del agua del Tajo al Segura. El incremento de ese caudal ecológico se realizará de manera progresiva y se prolongara hasta 2027. Aun así en esta desgraciada historia hay que estar contentos. La decisión del gobierno de la nación  justificaría el alborozo de los políticos locales, pero también las cautelas de la 'Cátedra del Tajo' que considera el proceso demasiado lento. Aunque es el primer pequeño paso. Imperdonable, en cambio, resulta la posición del PP y agricultores de la Región. Lo cual demuestra el recorrido aún pendiente hasta que sea evidente, como la luz del día, que en el año 2023 el trasvase del Tajo es una aberración tan potente como lo fue en 1976. Habrá que seguir creando conciencia en la sociedad española – debiera ser el principal objetivo  junto a la reclamación de una depuración controlada y de calidad de los vertidos –  para que el trasvase sea entendido por jueces, periodistas, abogados, empresarios, agricultores, ciudadanos, políticos, del color que sean y del territorio al que pertenezcan, como una obra irracional que debe tener un final.
Contarán  los puestos de trabajo que se perderán –no se perderá ninguno por esta causa –; contarán que miles de familias se arruinarán  -mentira soberana- y hasta sostendrá que Europa quedará desabastecida por la falta de productos de los campos levantinos, pero nadie debiera creer discursos tan tramposos. Hay gente que se está enriqueciendo con el agua casi gratis del Tajo, mientras  mucha de la cuenca cedente no sale de la pobreza, y eso no lo percibe nadie porque nadie lo cuantifica. Como pocos entienden que, en un proceso de cambio climático, lo que antes fue posible, ya no lo es. Y es que el trasvase de agua de una cuenca a otra resulta inadmisible  e insostenible. Son muchos los años de inercia que hay que cambiar y muy poderosos quienes financian campañas, abiertas o encubiertas, para mantener un trasvase que se inició en una época en la que el agua del Tajo se consideraba sobrante. «Excedentaria», la denominaron.