Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


El timo del falso médico

08/04/2020

Mediados de octubre de 1918. Ventas con Peña Aguilera. La situación de la epidemia de gripe se está poniendo peliaguda en el pueblo, hay un montón de infectados; el médico titular no da abasto, noche y día trabaja sin descanso. El alcalde, para aliviar el problema, viaja a Madrid y se presenta en la Inspección General de Sanidad con la intención de contratar un médico auxiliar que le ayude a asistir a los numerosos enfermos. Allí, un funcionario le recomienda a un sujeto que le presenta una Real Orden de Gobernación, firmada por el subsecretario, nombrándole «médico al servicio de los pueblos atacados por la epidemia».  El alcalde le contrata de inmediato, 50 pesetas diarias de Gobernación y 30 del municipio. Le pide a cuenta 15 duros para comprar algún material que considera imprescindible para su tarea. 
Ya de camino a Ventas, para en Pulgar y allí acompañado por el alguacil todo el día atiende a varios enfermos en sus casas. Al avispado alguacil le sale de ojo que la medicación que daba a todos los griposos era muy sencilla: agua hervida con unas gotas de coñac y que, además, no firmaba ninguna receta para ir a por preparados a la botica. Así se lo hizo saber al médico titular en cuanto llegó al pueblo que, a su vez, de inmediato se lo contó al alcalde. Acordaron que esa misma noche el médico titular invitaría a cenar en su casa al galeno contratado para tratar de confirmar las sospechas.
En la cena el médico lo fue examinando discretamente sobre la profesión y sobre la sintomatología de la pandemia. Acorralado, el convidado tuvo que reconocer que ni era médico ni estudiante de medicina y que si había pasado por la puerta de San Carlos había sido por casualidad. El médico y el alcalde le aconsejaron que aquella misma noche saliera del pueblo para evitar que si se sabía el engaño pudiera ser linchado. Ambos ya tenían bastantes problemas con la gripe. El falso médico no se entretuvo ni a recoger la ropa de la posada donde se había alojado. A los dos días se recibió un telegrama de Madrid en Ventas a nombre del impostor, decía: «Urge tu presencia en ésta. Ángeles». Los hechos se pusieron en conocimiento del Gobernador, de la Inspección de Sanidad y del juzgado para que tomara las medidas oportunas. El vividor fue detenido por la Guardia Civil y confesó los timos que llevaba realizados con el mismo modus operandi en diferentes pueblos desde el inicio de la peste.