Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


El ‘Coco Vox’

18/02/2022

Para escribir esta pieza he hecho primero un ejercicio que les pido a ustedes que hagan también. No es fácil pero sí, quizás, necesario. Dejar a un lado los personales arrimos o antipatías que al respecto se puedan tener. Complicado pero el esfuerzo va a ser necesario porque es algo que va a estar ahí y no tiene visos de diluirse ni de desaparecer. Me refiero a Vox.
 Las elecciones de Castilla y León lo han situado como elemento no solo determinante, que lo es por mucho que se empeñen muchos en negar la realidad y hasta ponerse a vetar el voto popular, sino también como eje referencial en la disputa política, propagandística y calificativa nacional. En ella están enzarzados, que viene de zarza con mucha espina y mora de las que tintan, toda la caterva de prebostes con el partido como patria y el poder como ideal flanqueados, claro está, por toda la tropa auxiliar de opinadores y tertulianos que han considerado que ahí va a estar el fiel de la balanza de la batalla final.  El Guadalete o Las Navas, vienen a decir.
Por hacer sencillo el cuento unos vienen a decir que rozarse con ellos es algo así como infectarse de Covid, peste bubónica, tifus y sarna todo a la vez. Llevan con ello mucho pero ahora va a arreciar el ruido de manera descomunal.  La razón es muy sencilla y poco tiene que ver con las proclamas. Es que resulta que los 'apestados' tienen en su mano el mango de la sartén, ahora en Castilla y León, pero mañana muy posiblemente en buena parte del poder regional y municipal y luego puede que en el nacional. Piensen usted en nuestra propia comunidad, en nuestras ciudades y pueblos y lo comprenderán aún mejor. La cuenta en Castilla-La Mancha, donde desaparecido el morado y en extinción el naranja, será muy sencillo de echar.
No viene tampoco más señalar que las campanudas declaraciones de principios de quienes amenazan con la excomunión democrática. El pelaje de los que más truenan resulta ser bastante contradictorio, cuando no de repulsión total, con el pregón. A saber, terroristas blanqueados que glorifican a los peores asesinos de nuestra reciente historia, separatistas del incendio, el sabotaje y la coacción, podemitas e izquierdas extremas con cordón umbilical con todo dictador que sea de su cuerda y no olvidemos a nuestro propio presidente Sánchez que lleva ya va para tres años acostándose con todos ellos para seguir en su colchón.
  Entre los del campo contrario hay división creciente entre quienes están dispuestos a ajuntarles, quienes también, pero sin que se note o quienes han comprado la mercancía del otro lado o, sin comprarla, estiman que sería tóxico, les tiznaría y les dejaría marcados para la eternidad. Incluso puede haber quienes entiendan que es cuestión de ética y moral. Pero no sé yo si, de esos, quedan tres. Perdonen mi incredulidad, pero son ya demasiados pases los que a uno le llevan dados.
  Todo esto va a ser el ruido mediático, con tronera y pedrisco, pero no es la almendra de lo que les quería compartir. Alejado en lo que puedo de todos esos chaparrones de palabrería e intoxicación colectiva, hace ya mucho que he empezado a percibir que más allá de los propios políticos, los que se suponen a sí mismo, influyentes y creadores de opinión o los que son parroquianos y catecúmenos muy adoctrinados y militantes en la única y verdadera fe (cada cual tiene la suya), el personal, las gentes del común, el pueblo que antes decían no está para nada o lo está cada vez menos en tales problemas filosóficos y existenciales. Vamos, que ha sido tal el desparrame de llamar fascistas, cuando no nazis y genocidas, a todo el que se movía de su foto, que veo a la consigna muy gastada y al gentío como que le da igual.
 A las pruebas de los votos me remito, por ejemplo y en lo más inmediato, de los que hace poco más de dos años cogieron la papeleta de Ciudadanos y este domingo cogieron la de los de Abascal. Eso sin contar a los que vinieron desde la izquierda. ¿Fachas todos? ¿Los tres millones y medio que lo hicieron en las generales, también?  El tufo cada vez mayor y algo contrastado, no por el CIS de Tezanos, ¡Válganos, Dios! sino en las conversaciones de calle y de bar, de paseo o de merienda, es que con el 'Coco Vox' no se mete ya mucho miedo y cada vez menos a quienes no están metidos y enfrascados en el juego de metérselo a los demás.
 Vamos, que hacer de ello el fiel de la balanza y motivo esencial que decantación del voto suena cada vez a aguas pasadas que no van a mover muchos molinos. A mí me da que ya no.