Llega a su segunda prueba de fuego sin el factor sorpresa de 2017. A Emmanuel Macron (1977, Amiens) le acompaña la imagen de un presidente de ideología liberal que ha tratado de marcar un estilo propio durante estos últimos cinco años, en los que acumula alguna que otra piedra en los bolsillos. 

Formado en la prestigiosa Sciences Po, comenzó a trabajar en 2004 como inspector del Ministerio de Economía y Finanzas, para después hacer carrera en la empresa privada. En 2012, colaboró con el socialista François Hollande en la campaña que a la postre llevaría a este último al Elíseo. Macron comenzó a ser una figura clave dentro del nuevo Gobierno, pero con los años terminaría alejándose de su mentor. 

«Ni de izquierdas ni de derechas». Así se definía el hijo de un profesor de Neurología y de una médico cuando en 2016 se decidió a dar el salto a la política en solitario. Con En Marcha se coló por las grietas del sistema y la jugada le salió bien. En mayo de 2017, y tras obtener dos de cada tres votos en la segunda vuelta, fue a los 39 años en el presidente más joven de la Francia moderna. Desde entonces ha tratado de marcar una agenda liberal y europeísta que no ha estado exenta de vaivenes. 

Las protestas de los chalecos amarillos y las de las medidas anti covid han simbolizado el descontento de parte de la sociedad gala. Estos últimos meses serán recordados por la ofensiva militar lanzada por Rusia sobre Ucrania, que obligó a Macron a modificar su estrategia para apostar por un papel mediador que los franceses ven con buenos ojos. Macron se ha labrado una imagen de líder sólido para la UEy la OTAN. Si gana, se pondría a la altura de Jacques Chirac, François Miterrand y Valéry Giscard d'Estaing. Mañana se resolverá la duda.