Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Malo para el PP, malo para el país

18/02/2022

El PP se ha propuesto hacer suya una frase que históricamente se ha atribuido a la izquierda de este país –con razón, por supuesto–, y es la de «al suelo que vienen los nuestros». El bochornoso espectáculo dado ayer por el PP deja en el aire muchas preguntas sobre un partido que, en su «labor» de oposición, ha pretendido diseminar en Europa la idea de que este país ha perdido puntos en el ranking de calidad democrática por la actuación del gobierno de coalición y, sobre todo, por la mala gestión de su presidente, Pedro Sánchez, sembrando la duda sobre nombramientos a dedo, reparto de fondos europeos a discreción y con opacidad, y pactando presupuestos con terroristas.
Un intento de erosionar la imagen de un gobierno, pero que acababa desgastando la de un país, al que debería defender con una oposición constructiva. Con la parodia de ayer, no solo es la imagen de esa oposición la que queda dañada cuando hace unas semanas se presentó en Bruselas para «quejarse» por ese dudoso reparto de fondos, sino que dinamita la credibilidad de todo un país y de sus instituciones.
La pugna fratricida que ya existía, pero que ahora ha saltado al ámbito público sin ningún tipo de velo, no solo afecta al principal partido de la oposición –que deberá responder ante sus afiliados y votantes con una explicación veraz–, sino que afecta a un orden político que debería permanecer ajeno a este tipo de luchas de poder. ¿Dónde quedó aquella imagen de pacificación entre Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egea en un hotel de Madrid en plena campaña por las elecciones de Castilla y León? Les respondo: esa imagen ha sido quemada.
Entre Génova 13 y la Puerta del Sol apenas hay kilómetro y medio de distancia a pie, pero desde ayer existe un abismo difícil de saltar si no es por la vía judicial, o por la de la responsabilidad política. Díaz Ayuso lamentaba la «crueldad» de que fueran a por lo más importante para una persona: la familia. Y García Egea replicó que a quien hacía daño con sus «infundios y calumnias» era a su otra familia, la política, que no les quepa duda saldrá pero que muy tocada de este episodio. «Da para una temporada de Netflix» ironizaba ayer el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page.
El PP acaba de celebrar unas elecciones –digo bien, las ha celebrado el PP porque fue el que las adelantó con dudosos motivos– , y el resultado no les ha sido todo lo favorable que esperaban, cayendo en su propia trampa: la de querer aflojar el cinturón de Ciudadanos para coger aire para acabar asfixiados el corsé de Vox.
No me atrevo a decir en qué quedará esta disputa interna del PP, pero Pablo Casado no pareció entender el efecto que Díaz Ayuso, la Juana de Arco del siglo XXI, podía tener para su formación con sus proclamas populistas. Lo que sí me atrevo a decir es que si la izquierda hoy siente la tentación de frotarse las manos debería pensárselo, porque no tener una oposición a la altura es un perjuicio para todo el país.