Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Némirovsky

05/10/2022

Cuando entro en alguna gran librería, suelo desconfiar de la sección 'Libros más vendidos' y la evito como si de una planta venenosa se tratase. Son muchos los intereses, frecuentemente no literarios, que se unen para hacer de ciertos libros un banal y fugaz objeto de consumo rápido más. Mi desconfianza se extiende asimismo a determinados autores 'de éxito', sobre todo cuando llevan detrás una fuerte y agresiva campaña de marketing, o lo son por motivos ideológicos o políticos. La inmensa mayoría de ellos no suelen resistir el paso del tiempo, y con la misma velocidad con que alcanzan la fama caen en el olvido.
Con los buenos libros y escritores sucede como con el trigo. El tiempo, cedazo impasible, va cerniendo y separando el grano de la paja. En ocasiones el proceso puede ser lento, e incluso, como si del Guadiana se tratase, un libro o un autor se olvidan para reaparecer con renacida fuerza más adelante. De forma maravillosa e imprevisible, a veces, cual milagro literario.
Es lo que ocurrió con una autora que, sin duda, conocerán, pues sus libros, afortunadamente, se encuentran, en las hermosas y cuidadas traducciones de Ediciones Salamandra, en todo tipo de librerías. Irène Némirovsky. Su propia vida, dramática, es digna de ser novelada. Nació en Kiev, en aquel tiempo parte del Imperio ruso, en 1903. Su familia, judía y acaudalada, tuvo que huir a consecuencia del estallido de la revolución de 1917. Instalados en París, Irène, que había recibido una exquisita educación, pronto se reveló como una extraordinaria escritora en lengua francesa, desarrollando una trayectoria deslumbrante a partir de la publicación en 1929 de la novela David Golder. Sin embargo el terrible drama desencadenado sobre Europa tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, vino a cortar, trágicamente, tan brillante porvenir literario. Detenida y deportada al campo de concentración de Auschwitz, murió asesinada en él en 1942. Su obra fue cayendo, poco a poco, en el olvido, hasta que sesenta años más tarde, sus hijas, supervivientes, descubrieron el manuscrito de Suite francesa, un relato inacabado, que narra, de modo dramáticamente magistral, los momentos de la invasión alemana de Francia, que la autora estaba viviendo en primera persona. Publicada en 2004, obtuvo un éxito inesperado, logrando, póstumamente, el premio Renaudot. Traducida a numerosas lenguas, fue el inicio de la recuperación de una escritora que se sitúa entre las más importantes del siglo XX en Europa.
He leído prácticamente todas las obras de Némirovsky traducidas al castellano, siendo una de mis escritoras favoritas. Recientemente se ha traducido y publicado de nuevo un escrito suyo, en este caso una incursión en el género biográfico, La vida de Chéjov, personal visión del autor ruso por parte de quien compartió experiencias semejantes, como la niñez desdichada, ayudándonos a penetrar –algo hoy tan pertinente- en la desconcertante alma rusa.
Si aún no la conocen, les animo a descubrir a la excepcional Irène Némirovsky.