90 años de silencio por las calles toledanas

Jaime Galán
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El Cristo de la Expiración vuelve a procesionar un año más por las calles de Toledo a hombros de sus costaleros. La imagen del siglo XVII cumple 90 años desde la aprobación de sus estatutos

90 años de silencio por las calles toledanas - Foto: Joaquin Romera Garcia

Como ocurre cada Semana Santa, la madrugada toledana abre los brazos para recibir a una de sus procesiones más características. Los hermanos del Cristo de la Expiración, o aquellos conocidos como los de la Hermandad del ‘silencio’, pusieron sus relojes en hora para que nadie se durmiera y dejara de acudir a su cita con el Monasterio de Santo Domingo el Antiguo la noche del Viernes Santo a las tres de la madrugada.

 Entre la oscuridad de lo nocturno, tan solo alumbrado por las velas de los cofrades, y el sonido de la carraca que mantiene el orden de la procesión, la imagen de madera sin policromar procedente de la escuela italiana celebraba su 90 cumpleaños por las estrechas calles del casco histórico de Toledo. 

El paso que representa a Cristo muerto en la Cruz tuvo un pequeño despiste en la salida del portón del monasterio al golpear levemente su imagen en dos ocasiones. A continuación, cuando sus costaleros elevaron el peso desde sus brazos hasta sus hombros el Cristo de la Expiración ascendió al cielo de forma descompensada, generando el murmullo de los asistentes en la Plaza de Santo Domingo. Por suerte, la imagen no sufrió daño alguno y pudo continuar su marcha hacia la calle de San Ildefonso.

La cofradía que presentó alrededor de medio centenar de hermanos en procesión recibió su mayor acompañamiento público frente al Convento de Santo Domingo ‘El Real’, pues a su llegada al lugar, los hermanos se rinden ante la presencia del Cristo Redentor. A posteriori, los hermanos de esta otra cofradía tan destacada de la ciudad miran la talla del Cristo de la Expiración y le dedican un ‘Miserere’ representativo del Capítulo de Caballeros Penitentes del Cristo Redentor. A su vez, los hermanos de la Expiración le dedican a la Santa Imagen del convento una de sus estaciones del Via Crucis, para finalizar dicho encuentro con la entrega de un ramo de flores para el propio Cristo de la Expiración. En referencia al Via Crucis que realizan los hermanos durante su procesión, en este punto se cuenta la tercera estación de las catorce que recitan a plena voz y en posición de rodillas los hermanos de la cofradía del Monasterio de Santo Domingo de Silos. La última estación se entona ya dentro de la iglesia, junto a las cinco llagas de Cristo, correspondientes a las de ambos pies, manos y su costado. 

Después de su salida por el Monasterio de Santo Domingo de Silos, o Santo Domingo ‘El Antiguo’, y su camino hacia el encuentro con el Cristo Redentor, el Cristo de la Expiración continúa su recorrido a hombros de sus costaleros por el estrecho pavimento de los Cobertizos, donde sus cofrades comparten armonía a escasos centímetros unos de otros.  La cofradía continúa su trayecto hacia el centro de la ciudad por la Cuesta de los Carmelitas Descalzos y Alfileritos hasta llegar a la Calle Comercio, iniciando así el camino de vuelta a su origen por la Calle Tendillas, un escenario siempre difícil para la imagen, por el cableado de la vía y la estrechez de la misma, pero que, en esta ocasión, los costaleros solventaron a la perfección. La cofradía llegaría a su destino en torno a las cinco horas de la madrugada.

A modo de curiosidad, uno de los hermanos lleva consigo una horquilla para intentar quitar del camino de su Cristo cualquier elemento que lo pueda obstaculizar. Tal que así, el Cristo de la Expiración vuelve a cumplir con su cometido un año más, esquivando hasta las condiciones meteorológicas, que no impidieron que celebrara el 90 aniversario de sus estatutos.