Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Yo opino, tú insultas

29/12/2022

La mayoría de nosotros sabemos que opinar e insultar son cosas diferentes. Pese a ello, hay quienes las confunden, según sean protagonistas activos o pasivos de tan dispares acciones. Todos conocemos a alguien que no tiene filtro a la hora de poner a parir a quienes detesta y, a la vez, sentirse tremendamente irritado si se le trata con la misma moneda. Haciendo gala de una piel extremadamente fina, los que se comportan así créense dotados de bula para considerarse intocables en 'su' verdad y luego, arguyendo ser agredidos o acosados, cargar de forma ruin contra quienes osan criticarles, no dudando en esgrimir un altivo 'yo opino, tú insultas', pidiendo para ellos el respeto que no tienen con otros.
En el devenir cotidiano, en las redes sociales, en la actividad política o en los medios de comunicación es fácil encontrar a quienes militan en esta farisaica cofradía. Como profesional de la información me repatea que, en ocasiones, algunos de quienes hacen gala de tan intolerante comportamiento se amparen bajo el derecho a la libertad de expresión para legitimarse, como si tal precepto fuese manto protector para sus exabruptos. Cuando veo que actúan así ciertos compañeros y compañeras,  recuerdo algo leído hace tiempo al siempre lúcido Ramón Lobo en uno de sus impecables artículos, señalando que algunos periodistas van por la vida con la escopeta cargada pero soportan muy mal que se les replique, considerando que existen oscuras conspiraciones contra ellos al ser reprochados.
Ejemplos de semejante doble vara de medir abundan. Uno de los más recientes fue la reacción del presentador Pablo Motos ante la campaña del Ministerio de Igualdad sobre comportamientos machistas con la que se sintió aludido directamente y que generó gran controversia entre quienes defienden sus formas y preguntas en entrevistas a algunas mujeres y quienes las censuran o las han sufrido. Mas no hace falta mirar a tan mediáticos espejos para constatar la presencia de estos 'ofendiditos', especialistas en marcar subjetivas fronteras entre lo que consideran correcto e incorrecto, situando siempre en este segundo campo a quienes piensan distinto, aunque en su empecinamiento renieguen de la razón, vean antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio y quieran ser, a la vez víctima y agresor. Lo dicho: 'yo opino, tú insultas'.