La ciudad salda su deuda con Galdós

Redacción
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El paseo de Virgen de Gracia estará dedicado a Benito Pérez Galdós «en reconocimiento a la pasión que demostró por Toledo, contribuyendo con sus novelas a divulgar nuestra historia»

La ciudad salda su deuda con Galdós

En el expediente de Honores y Distinciones de la Ciudad de Toledo para el año 2020, anunció la alcaldesa que se dedicará el paseo de Virgen de Gracia a Benito Pérez Galdós coincidiendo con el centenario de su fallecimiento y «en reconocimiento a la pasión que siempre demostró por la ciudad de Toledo, contribuyendo con sus novelas a divulgar nuestra historia y sus leyendas».

En este sentido, recordó Milagros Tolón que en 1932 el Ayuntamiento de Toledo dio el nombre de Paseo de Pérez Galdós a lo que hasta entonces era conocido como Paseo de la Virgen de Gracia. Aunque tras la Guerra Civil, como otras denominaciones de calles tomadas durante la etapa republicana, esa denominación quedó relegada. Por ello, apreció que se ha decidido retomar «esa idea dedicando el paseo a uno de nuestros escritores más universales en el año del centenario de su muerte».

En esa fecha tres años después de la muerte del canario, algunos amigos y escritores se citaron en Toledo para un simbólico homenaje, durante el cual se colocaría una lápida en la fachada de la casa en la que escribió supuestamente gran parte de la novela. Entre los reunidos estaban Eduardo Marquina, los hermanos Andrés y Pedro González Blanco, Alfonso Hernández Catá, José García Mercadal, el doctor Gregorio Marañón (que pagó la lápida), y Ramón Pérez de Ayala que redactó el texto que en ella puede leerse: «En el año de 1891 de la Era de Cristo, viviendo la vida toledana para la inmortalidad, aquí demoraba Benito Pérez Galdós, y escribió aquí, con palabras siempre jóvenes, ‘Ángel Guerra’, poema español de nuestros días: religioso, trágico, burlesco. Pasajero: no pases delante de mi con indiferencia. «Numen in est».

El periodista y escritor Enrique Sánchez Lubián durante una conferencia en 2013, rememoraba la designación de 1932 aludiendo a las placas que le recuerdan en la de Santa Isabel, ubicada en los años veinte, y la del antiguo Hotel del Lino, en los cincuenta, para evidenciar que todavía el ahora recordado seguía sin tener el nombre de una calle en la ciudad.

Conviene destacar que al amparo de esta reivindicación, en 2016 las asociaciones Amigos de la Escuela de Arte de Toledo y El Ateneo, entregaron más de 300 firmas al entonces concejal de Cultura, José María González Cabezas, solicitando que el Consistorio dedicase un monumento al escritor por su vinculación con la ciudad. Esta petición se presentó coincidiendo con una reedición del libro ‘Ángel Guerra’ ambientado en Toledo.

Palabras de sánchez lubián. En la ponencia ofrecida en la Biblioteca regional, el investigador recordó algunas de las andanzas de Benito Pérez Galdós por la ciudad aludiendo al establecimiento que las Hermanas Figueras tenían en Santa Isabel y de la Hostería de Granullaque, en la Plaza de Barrio Rey, «que era su lugar predilecto para comer, como también lo eran los dulces de la confitería de Labrador, en la Plaza de la Magdalena». El escritor canario también disfrutó de largas estancias en la casa que el pintor Ricardo Arredondo tenía en la Calle Real, «en donde pasaba las horas muertas jugando con su sobrino, el ingeniero José Hurtado de Mendoza, a interpretar mentalmente sobre un plano de la ciudad cuál era la distancia más corta entre dos puntos». Sin embargo, es posible que donde mayor número de toledanos identifiquen a Benito Pérez Galdós sea en la finca de la Alberquilla, propiedad del ingeniero Sergio de Novales, amigo de su sobrino Hurtado de Mendoza.

En este punto, explicó Sánchez Lubián que Sergio de Novales, al igual que los hermanos Mélida y el pintor Arredondo, son algunos de los personajes que inspiraron a Galdós los personajes de sus novelas. Otros fueron el fotógrafo Casiano Alguacil, el canónigo obrero de la Catedral Wenceslao Sangüesa (que llegó a obispo de Cuenca) y Navarro Ledesma, «que le proporcionó muchas referencias concretas durante una abultada correspondencia». Obras como ‘Toledo, su historia y su leyenda’, ‘El Audaz’, ‘Los apostólicos’ y ‘Un faccioso más y algunos frailes menos’ -a los que es necesario sumar ‘Memorias de un desmemoriado’ fueron con ‘Ángel Guerra’ el testimonio de gratitud que Galdós expresó a la ciudad.