Ángel Téllez se encumbra y toca el cielo de Madrid

Mario Gómez / LAS VENTAS
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El toledano aprovecha la sustitución y da una lección de toreo asentado y puro por ambos pitones y eternos pases de pecho. Las primeras ferias, que aún faltan por anunciarse, debieran contar con su nombre

Faltaban escasos minutos para las 21:30 cuando al cielo de Madrid se elevaba Ángel Téllez. A hombros de su tío Fernando Téllez, banderillero de dilatada y brillante carrera y tutor taurino del matador, y ante una plaza que colgó el séptimo "No hay billetes" de lo que va de Feria. Lejos quedaba aquella mañana otoñal del Camino Hacia Las Ventas donde abandonó a hombros por la puerta de cuadrillas el ruedo, tras una gran actuación malograda por los aceros. Puerta Grande al grito de torero y rodeado de los suyos saboreando que ya se cuenta entre los elegidos que han silenciado, hecho vitorear y disfrutar a Madrid. 

Quiso gustarse Téllez en el saludo al tercero y dejó una buena verónica. Las chicuelinas del quite fueron soberbias y ceñidas. No cabía un alfiler entre el pitón y el punto de la taleguilla. Pareó de forma brillante Jesús Aguado. El toreo también es memoria y Téllez se acordó de que esta tarde era de Emilio de Justo, y le brindó la faena. Mandó con gusto por la derecha y abrochó con un pase de pecho eterno a la hombrera contraria que calló la plaza. Se cruzó sobremanera y se la ofreció por delante. En uno de pecho lo prendió y volteó sin hacer carne. Los pitos sin sentido siguieron, incluso cuando pasaba a pitón contrario por el lado izquierdo ante un animal mirón y tardo. Esfuerzo de torero que sabe lo que tiene dentro aún por ver. Si las contradicciones fueran justas, no harían oídos sordos a lo que Téllez a mostrado este San Isidro. Abrochó toreando al natural pasándoselo muy cerca y corriendo la mano muy atrás. Cerró en torerísimos ayudados por bajo y un natural que pareció el de la firma. Rugió Madrid con un toreo puro, medido y ambicioso del que pone de acuerdo a todo el mundo. La espada viajó algo desprendida, lo que no emborronó la petición de justa oreja.

De salida el cierraplaza salió abanto. Téllez buscó sujetarlo, pero fue en el quite cuando se vio que las ganas estaban intactas. Tres tafalleras y Madrid en silencio expectante. Pidió que no le cerrasen al toro y brindó a Las Ventas desde el corazón de Madrid. Lanzó la montera a su espalda, como quien confía todo no a la suerte, sino a su propio conocimiento. Desde ahí anduvo con el toro hasta centrarlo en la primera tanda por el derecho. Madrid estaba pendiente de Téllez y Téllez entregado a Madrid. La segunda ya fue de romper. Se lo dejó llegar y lo embarcó. Le corrió la mano con mando y abrochó con un gustoso pase de pecho. Rompió Madrid al natural llevándolo y dejándose la muerta. Combinó gusto y mando, culminando con exquisitos pases de pecho. La última al natural acarició el cénit del toreo. Crujió el eterno olé de Madrid mientras el moracho estaba encajado sobre los riñones. Recordó a grandes maestros, y las comparaciones son odiosas, pero atalonado giró sobre los riñones y ya con la de verdad se lo cambió por la espalda antes del silencio respetuoso de Madrid expectante por la espada. Había firmado la faena de la feria, y a buen seguro muchos de los que sueñan ser torero mañana se levantarán a entrenar para torear como Ángel Téllez lo hizo en Madrid. Pinchó al primer envite y se tiró a matar o morir en el segundo intento. El 'crack' del palillo sonó en el lamento del público. Tardó en doblar y el descabello cerró el capítulo y desató la petición. Oreja y al cielo de Madrid. El teléfono comenzará a sonar y Francia ya ha subrayado su nombre.

Ángel Téllez cortó una oreja a cada uno de sus toros y salió por la Puerta Grande.Ángel Téllez cortó una oreja a cada uno de sus toros y salió por la Puerta Grande. - Foto: Plaza 1

Talavante estuvo voluntarioso con el segundo. Queriendo hacer todo bien a pesar de que los pitos no le dejaron entramar continuidad. Hizo lo que estuvo en su mano y el toro le permitió. No fue demasiado pero tampoco tuvo ni material ni apoyo para más.

En cuanto el quinto salió, con sus 585kg de romana, todo fueron protestas por la presentación desde un sector. Cierto fue que el juego no fue mejor. Intentó Téllez quitar por delantales, pero el toro se afligió. Brilló Miguelín Murillo, en su nueva etapa como torero de plata, con los palos. De nuevo Talavante se fue con voluntad por el derecho no tuvo ni uno, y por el izquierdo, algo más despegado, quiso hacer volar la muleta pero el toro no pasó. Pasó anodino y optó por abreviar.

El quite de Talavante al cuarto pilló a unos pocos tocando palmas de tango. El extremeño se espoleó y quitó con gusto y personalidad por chicuelinas. Urdiales con la muleta se justificó con dos buenas tanda por el derecho. Por el izquierdo cambió la película y no se terminó de confiar. Volvió al derecho y no se la dejó puesta ninguna vez ante un animal que iba y venía, sin alegría, pero con nobleza. Mató de estocada contraria y algo delantera y el público correspondió con un silencio indiferente, palmas y algún silbido.

Téllez mostró sus cartas con un ceñidisimo quite por chicuelinas.
Téllez mostró sus cartas con un ceñidisimo quite por chicuelinas. - Foto: Plaza 1

Urdiales sorteó en primer lugar un animal justo de fuerzas. Fue protestado y comenzó el trasteo doblándose por bajo. El animal, como era lógico, perdió las manos. Todo a la contra y Urdiales sin encontrarse. Deambuló por ambos pitones antes de pinchazo y buena estocada.

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