Castillos de la provincia (XIII): Bayuela y Caudilla

José García Cano*
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La localidad de Castillo de Bayuela debe su nombre a la fortaleza que existió sobre el cerro denominado del Castillo. El de Caudilla fue un castillo de uso señorial, datado a principios del siglo XV

Castillo de Bayuela.

En plena Sierra de San Vicente encontramos el municipio de Hinojosa donde existió un castillo posiblemente musulmán según algunas crónicas, aunque los restos romanos hallados en la zona, nos confirman la existencia de esta época. Tradicionalmente se le ha denominado como el castillo de San Vicente y el conde de Cedillo ya nos indicaba hace un siglo que quedaban pocos restos del mismo, entre ellos una parte de la muralla y una torre al sureste de planta circular, más otra albarrana al noroeste. Su construcción era de mampostería de cal y piedras y el mismo conde le data con ciertas dudas en el siglo XII. Muy cerca del castillo se encuentra una famosa cueva en la que se cobijaron en época de Publio Daciano (siglo IV a.C.) tres jóvenes talaveranos llamados Vicente (de quien toma el nombre el cerro y el propio castillo), Sabina y Cristeta, conocidos como los Santos Mártires de Talavera, antes de su marcha hacia Ávila donde fueron finalmente asesinados. También se ha atribuido a este castillo de San Vicente un origen templario- como otros tantos de la provincia- aspecto que no podemos confirmar con documentos, si bien son varios autores los que aseveran este dato, como por ejemplo el padre Mariana. En el siglo XVI la fortaleza ya estaba arruinada y caídos sus dos torreones, como así indicaron los vecinos de Castillo de Bayuela, de donde dependía Hijonosa de San Vicente por aquellos momentos. Ambas localidades pertenecieron al condestable don Álvaro de Luna y posteriormente por herencia, a su hija doña María, razón por la cual se integró dentro de la Casa Ducal del Infantado y al marquesado de Montesclaros.
La localidad de Castillo de Bayuela debe su nombre a la fortaleza que existió sobre el cerro denominado del Castillo, «de asperísima y pedregosa subida», con un origen romano a tenor de los restos de esta época que han ido apareciendo por los alrededores, siendo luego reedificado por musulmanes y por cristianos, como ocurre con la mayoría de las fortalezas de las que venimos tratando estas semanas. El conde de Cedillo señala que poseía aljibe aunque estaba cegado; también informó que en el castillo habían aparecido algunas cadenas de oro que se encontraban desaparecidas. Debió servir junto al anterior castillo de Hinojosa de San Vicente, de punto estratégico de control tanto en época musulmana como cristiana a partir de la conquista de Toledo. Cuando Castillo de Bayuela obtuvo el privilegio de villazgo pasó a manos del condestable Ruy López Dávalos. En las Relaciones de Felipe II se informaba que solo quedaban algunos restos del edificio al norte de la población. También esta fortaleza y su territorio fueron propiedad de don Álvaro de Luna y por ello fue integrado en el marquesado de Montesclaros que ocupaba una extensión de 22.800 hectáreas, título que ostentó como primer marqués don Rodrigo de Mendoza y Luna, caballero de Santiago y nieto del primero. Junto a lo que quedaba de la torre del homenaje fue levantada la ermita mudéjar de Nuestra Señora del Castillo, donde acudían cada 25 de marzo los vecinos de Hinojosa, Marrupe, El Real de San Vicente, Higuero de las Dueñas, Nuño Gómez y Garciotún, tradición mantenida al parecer hasta 1770. Entre los restos que han ido apareciendo en el entorno del castillo destacamos tres verracos ibéricos que se encontraron junto a la cañada de merinas que pasa por la localidad y que nos recuerda este enclave como importante punto de paso del ganado y del pastoreo de nuestra provincia.
La localidad toledana de Caudilla hoy pertenece junto a Val de Santo Domingo a la entidad local denominada Santo Domingo-Caudilla. Los pocos vecinos que la habitaban fueron abandonando la localidad y ya en el siglo XVI se contabilizaban cincuenta o sesenta familias que fueron mermando con el paso del tiempo. Tuvo también iglesia parroquial -hoy cerrada- y castillo, fundado por los Mariscales de Castilla pertenecientes al linaje de los Dávalos, que adquirieron este pueblo y su término en 1447. Fue su castillo de uso señorial, datado a principios del XV, donde residió don Fernando Díaz de Rivadeneira, quien fue enterrado en la iglesia parroquial, conservándose aún su sarcófago junto al de su esposa. Su estructura de mampostería lo hacía de recia construcción y poseía planta rectangular, siendo rodeado por un foso por sus cuatro costados. Hoy en día solo se conserva el lado norte con la torre del homenaje de planta redonda y tres pisos, situada en el ángulo noreste y muy maltrecha en su parte baja, entrando por tanto a formar parte de la lista de fortalezas prácticamente derruidas de nuestra provincia. Contó con otras tantas torres en el resto de sus ángulos, como así señala el conde de Cedillo, el cual también habla del escudo nobiliario de los señores del castillo, los Rivadeneira (en campo de oro, una cruz floreteada de gules y cargada con cinco veneras de plata; en la punta, tres fajas ondeadas de azur). Su puerta de acceso se situó entre dos torres en su fachada norte.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

Castillo de Caudilla, en Santo Domingo-Caudilla.
Castillo de Caudilla, en Santo Domingo-Caudilla.