Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


VOX, Sánchez y el enfrentamiento buscado

13/12/2022

La extrema derecha es un estado de ánimo más que una ideología. Creo que la naturaleza de la mayoría de las personas que la encuadran o que ocasionalmente la simpatizan, es de conformidad y hasta neutralidad con el régimen político y el funcionamiento de cada uno de sus países. Sólo cuando estos van objetivamente mal o cuando alguien entiende desde cualquier posición política que algo está fallando, ciertos votantes salen de su letargo y exteriorizan una serie de opiniones más o menos fundamentadas, pero de carácter circunstancial.
En el caso de la extrema derecha española, griega o italiana, el componente principal en su historia, y hoy también, ha sido la reacción. ¿Frente a qué? Frente a la extrema izquierda antisistema o cualquier política de carácter revolucionario. Siempre que ha salido del letargo ha sido porque las insensateces de sus antagonistas (por ejemplo, el nacionalismo catalán o algunos, no todos, elementos de Podemos y del sanchismo) la han despertado. Sin ellos, en España, no habría extrema derecha, como muestran las últimas cuatro décadas. Fraga y Suárez, aún llenos de defectos, fueron líderes que supieron capitanear un considerable número de españoles susceptibles de añorar usos del franquismo, hacia una moderación conservadora. Si no hubieran sido líderes, se habrían dejado llevar por toda esa base social.
Para que la historia hoy no convierta en ideología este estado de ánimo de un quince por ciento del electorado, es preciso dirigirse directamente a esta gente en busca del razonamiento, pero también ser intransigentes en el respeto a la Constitución y a la Democracia, exigiéndolo a quienes principalmente la atacan (que no son de VOX casi nunca a pesar de que lo parezca). De lo contrario, silenciar o tachar de fascista a quien solo es un circunstancial protestante, refuerza los motivos de descreimiento en el sistema que tolera los ataques, siempre que vengan del otro extremo.
Dicho esto, en Democracia caben todos los partidos, y también hay espacios muy conservadores que no por ello se pueden calificar de extrema derecha sin algo más de análisis. Eso sí, desde el respeto a todos, los partidos conservadores, liberales, de centro o los socialdemócratas, deben seguir marcando en España y Europa la línea que con claridad no puede pasar este electorado so pena de quebrar la moderación. No pasa nada si se pierden electores por los extremos (lo digo por el PP y el PSOE), si con ello te abres a votantes independientes, oscilantes y centristas. Las gallinas que entran por las que salen, que diría Mota.
Convencer y respetar, pero llegado un momento, marcar diferencias, es lo que los partidos tradicionales de nuestra Europa zarandeada por extremos y nacionalismos, necesita para no perder sus esencias.
¿Pedro Sánchez? Es presidente porque convierte en monstruo inasumible a los ultraconservadores españoles, que lo son de corazón y de boca pero no de hechos, en busca de la polarización y la reacción de la izquierda más extrema y de los confundidos socialdemócratas aplastados por él mismo. El Partido Popular podrá terminar pactando con VOX para echar a Sánchez, pero la saca de votos de este partido de ninguna manera la promueve el Partido Popular, que es el perjudicado por VOX: lo hace el propio presidente del Gobierno. Allá él. Si no quiere que el Partido Popular pacte con VOX, promueva acuerdos entre PP y PSOE, pues de lo contrario no cuela la marrullería con la que se mantiene en el poder. Sánchez vive de la polarización y ésta le terminará echando.