Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


El Tajo como fracaso

13/05/2022

Una vez encajada y amortizada la venta política del borrador de Plan de cuenca remitido al Consejo del agua de la demarcación del Tajo, tocará, al menos a mí, intentar explicar en los próximos meses dónde estamos y hacia dónde vamos. El borrador no es definitivo, podría haber más imposiciones y renuncias de última hora, aunque será difícil, porque desde Valencia y Murcia han conseguido todo lo que querían. Desde aquí hemos cedido y dado por bueno lo que no lo es. Y además lo hemos vendido como tal, con tres o cuatro totales, dos cuentas mal echadas y el recurso manido al enésimo hito histórico para el Tajo y su recuperación, mantra que se lleva repitiendo cansinamente décadas, y cuyos resultados podemos contemplar entre sus espumas y vacíos.
Este tercer plan de cuenca del Tajo posterior a la transposición de la Directiva Marco del Agua, no hace sino apuntalar la línea continuista de los dos anteriores. Si ya en 2010 el Esquema Provisional de Temas Importantes que duró menos de 24 horas a exposición pública, osó fijar unos caudales medianamente sensatos (para aquellos años), lo que tenemos sobre la mesa para el periodo 2022-2027, ni siquiera se aproxima. El proceso de planificación está viciado desde el principio, el fracaso se asume desde el principio por el propio organismo de cuenca, y como he escrito otras veces, la participación pública sólo sirve para cubrir las apariencias, en especial en Bruselas. El Tajo sigue siendo un gran negocio y una cloaca a partes iguales. Negocio para el trasvase, para el Canal y para las hidroeléctricas. Y cloaca para nosotros. Y así va a seguir. Que nadie piense que mejorará ni un milímetro el estado del río. Al contrario. No se avanza un paso, se pierden muchos, y además al menos una nueva década.
Un río que ha perdido en 40 años más del 50 % de sus aportaciones naturales, y que además ve cómo el 60 % de su cabecera queda retenida como «excedente» para trasvasar a otra cuenca hidrográfica; y que por si fuera poco recibe los vertidos de una de las mayores conurbaciones interiores de Europa, es muy difícil que sea capaz de «funcionar» como río. Es imposible.
Con estos mimbres recuperar el Tajo ya no es cuestión de lustros o décadas. Sino de generaciones. Esta generación no será capaz de traer de nuevo al Tajo. Sí, en Europa se han recuperado ríos en peor estado, pero aquí sigue sin haber un atisbo de voluntad en los gobiernos de Madrid y Toledo. Y cuando hablo de Madrid me refiero sólo al central, que el autonómico ni sabe que el Tajo pasa por allí.
El Tajo ha vuelto a ser un cromo. La debilidad política de Castilla-La Mancha queda de nuevo en evidencia. Blanquear desde aquí este Plan de cuenca del Tajo es un error. Otro más. Pero también tragar con el resto, en especial Júcar y Segura, porque con el alto Guadiana, con el más complejo, magnífico y desguazado ecosistema ripario ibérico, seguimos sin saber qué hacer, más allá de solicitar trasvases desde el Tajo que nunca van a llegar, política de galería y efectista.
Quizá nos lo vayamos teniendo merecido. El Tajo es el mayor elemento cultural de esta tierra. Y refleja lo que somos. Nada más.