Caminamos más rápido por la calle y dejamos mucho que desear como amigos. Son dos de las conclusiones a las que ha llegado Joseph Heinrich, un profesor de Biología Evolutiva de Harvard en un ensayo que acaba de ser traducido al español bajo el siguiente título: 'Las personas más raras del mundo. Cómo Occidente llegó a ser psicológicamente peculiar y particularmente próspero'.
La investigación de Heinrich parte de una frustración profesional: tendemos a explicar el comportamiento humano analizando a otros occidentales, pero esta es una aproximación incorrecta porque la mayoría de las personas del mundo tienen una configuración mental diferente a la nuestra. La premisa abre camino a la conclusión central del libro: los raritos no son los demás. Resulta que los raritos somos nosotros.
Heinrich pasa después a retratar al grupo humano en el vértice de la pirámide global, al que bautiza como 'WEIRD' (raro). Un juego de palabras que funciona como acrónimo para agrupar a las personas occidentales (Western), con educación superior (Educated), de países industrializados (Industrialized), con un cierto nivel de renta (Rich) y crecidos en sistemas democráticos (Democratic).
El individualismo, dice Heinrich, es la manifestación más evidente de la extravagancia de este linaje. El resto de las civilizaciones y pueblos que han pasado por la tierra han desarrollado habilidades y formas de vida mucho más colectivas, centradas en las relaciones interpersonales dentro de grupos, una rareza que tiene reflejo en casi todo lo que hacemos.
Es uno de esos libros que te obligan a repensarlo todo, desde la evolución de la política en los últimos años hasta la última discusión en casa. Una vez que te pones las gafas de aumentos de Heinrich, resulta imposible volver a ver las cosas como antes.