Miguel Ángel Dionisio

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Miguel Ángel Dionisio


La resurrección de Juan de Borgoña

30/03/2022

Uno de mis pintores favoritos, desde que lo fui descubriendo a través de sus obras en la Catedral de Toledo y otras iglesias, es Juan de Borgoña. Introductor, a pesar de su formación flamenca, de las formas del Quattrocento italiano en Castilla, llegó a este reino en tiempos de Isabel la Católica, gran mecenas y protectora de los pintores procedentes de Flandes, cuyo estilo –como yo- amaba con pasión. Ignoramos casi todo de su vida antes de su aparición en  Toledo en 1495, aunque podemos presuponer una estancia italiana. Protegido por Cisneros, realizó numerosas obras también fuera de la archidiócesis toledana, como las pinturas del monasterio de Carboneras de Guadazaón, del Museo Diocesano de Cuenca, y algunas tablas del retablo mayor de la Catedral de Ávila. En el ámbito diocesano de Toledo pintó los desaparecidos retablos de Escalona, Parla y Cuerva, el de la iglesia de San Miguel de los Ángeles, hoy en la Catedral de la Almudena, o el espléndido, la auténtica  joya patrimonial del pueblo, de la parroquia de Camarena.
Pero la mayor parte de su obra se desarrolló en la Catedral Primada, como los frescos de la Capilla Mozárabe o los desaparecidos de la Biblioteca. La restauración de la Sala Capitular ha permitido redescubrir, como ocurrió con Miguel Ángel tras la de la Sixtina, a un pintor lleno de fuerza, de gran riqueza cromática, dando una visión totalmente renovada de su arte. Injustamente olvidado durante mucho tiempo, gracias a las investigaciones de diferentes historiadores, como José Carlos Gómez-Menor, ha sido felizmente revalorizado.
Por ello es una extraordinaria noticia, una de esas sorpresas que de vez en cuando nos muestran que sobre el pasado queda mucho por escribir, el inesperado descubrimiento y posterior restauración de ocho tablas suyas, ocultas bajo pinturas posteriores decimonónicas, que se encontraban en el retablo mayor de la iglesia parroquial de la Santísima Trinidad, de Alcaraz, hoy provincia de Albacete, pero  perteneciente, desde la Reconquista hasta 1966, a la diócesis de Toledo. El pequeño 'milagro', que ha permitido la 'resurrección' de unas obras de capital importancia, se ha producido con motivo de la rehabilitación del retablo, con motivo de las celebraciones del Año Jubilar de la Virgen de Cortes, aunque se sabía, por documentos de la época, que Borgoña había trabajado allí a principios del XVI.
Tras la restauración de las ocho pinturas, éstas se pueden contemplar, junto con otras diversas del mismo autor, en una deliciosa exposición albergada en el Museo de Santa Cruz de Toledo. Con el título 'Juan de Borgoña. Un maestro oculto', se nos ofrece la posibilidad de acercarnos, física y espiritualmente, a estas tablas renacidas, presentadas en diálogo con otras similares del pintor y complementadas con dieciocho esculturas del retablo, atribuidas al propio Borgoña o Diego Copín de Holanda.
Cuando al final del verano sean montadas de nuevo en el retablo, intuyo que haré un viaje a Alcaraz.