Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Nunca es tarde

18/05/2022

La tele pública ha vuelto a hacer de las suyas. Para una vez que corrigen su hagiográfica tendencia de imponer cuotas y discriminar a las mayorías, presentan a Chanel a Eurovisión, contra los gustos izquierdiles. Y ya saben, un zasca en toda la boca con un tercer puesto real que es segundo virtual.
Que Chanel se lo ha currado hasta llegar a Eurovisión, es cierto, y eso a muchos les escuece. Supone que el esfuerzo, el trabajo y el sacrificio, venga de donde venga, se dediquen a lo que se dediquen, tiene recompensa. Muchas veces esa recompensa no es tan tangible como quisiéramos, incluso son recompensas intangibles. Pues algo así ha de pensar todo el mundo cuando Chanel obtuvo el mejor puesto en años: ¡que la quiten lo bailao!
Esto del escozor por el esfuerzo, viene a colación por todos aquellos que dicen que no encuentran un trabajo, y las empresas dicen que les falta personal cualificado. A ver dónde se creen que van a parar las cifras del fracaso escolar juvenil en nuestro país. Pero no porque sean tontos, es que van de demasiado listos y eso nos cuesta dinero a todos los españoles.
El que un joven se aburra en clase, teniendo a algunos profesores que han llegado al aula de rebote y sin vocación, no es que lo quiera entender, pero es la pura realidad. Que obtengan el aprobado general y con un diploma bajo el brazo, esperen un sueldo de CEO de Microsoft sin saber hacer la O con un canuto, pues no deja de ser una frustración para estas ingentes cantidades de jóvenes que encuentran más entretenida la videoconsola que el libro de texto; los porros, que el sudor y el cansancio y disciplina de un deporte reglado; o que les pague la gasolina y los caprichos el padre, para que así no se ponga animal y no rompa la casa, como veíamos en TV a Jesús Aguado con algún elemento de calibre.
Cuando maduren, y la vida les haya dado un par de sustos, entonces, esa frase de Scott Fitzgerald tomará sentido «nunca es tarde para hacer cualquier cosa que quieras hacer», aunque yo prefiero la versión más castellana: «nunca es tarde si la dicha llega», porque la dicha siempre será buena.