Superando límites

Lola Morán Fdez.
-

La talaverana Ester Arriero es una de las cinco supervivientes de cáncer que va a participar en el Reto Pelayo Vida, un proyecto deportivo de sensibilización sobre prevención del cáncer de la mujer

Ester Arriero es una de las 5 expedicionarias del Reto Pelayo Vida. - Foto: L.T.

Ester Arriero ni se habría planteado hace unos años participar en un ambicioso proyecto deportivo que entraña la práctica de rapel, escalada a la segunda montaña más alta de Jordania, más de 250 kilómetros en MTB y buceo en el mar Rojo. Esta talaverana, de 46 años de edad y aficionada al atletismo, ha afrontado este reto precisamente tras superar con éxito otro que le llegó cuando fue diagnosticada de cáncer de mama en julio de 2020.

Esto sucedió, según comenta Arriero a La Tribuna, en una revisión rutinaria. «Te quedas en shock», recuerda sobre cómo recibió la noticia, aunque en un primer momento, cuando le comunicaron en radiología que debía hacerse una biopsia, «no quería verlo» y pensaba que podría tratarse de un error. «Siempre te dicen que no te preocupes, que puede que no sea nada, pero sí fue y el diagnóstico fue cáncer y tumor maligno», por lo que procedió a buscar ayuda para el proceso que iba a comenzar.

«Hay que sentirse acompañada, hay que hablarlo, me uní a un montón de grupos de mujeres que hay y dejé que los médicos se ocuparan de todo el tratamiento», que incluyó quimioterapia durante seis meses, cirugía, radio, reconstrucción mamaria y que ha dado paso al actual tratamiento hormonal que debe seguir durante diez años.

«Son tratamientos muy largos, muy duros, y siempre hay que buscar apoyo y ayuda», explica esta superviviente de cáncer, una de las cinco seleccionadas para enfrentarse al Reto Pelayo Vida contra el cáncer en su octava edición, en Jordania.

Reconoce que siempre ha hecho deporte pero que, a raíz de la enfermedad, ha cambiado el atletismo por otros de menor impacto y ha descubierto el remo en barco dragón, que le «apasiona» ahora. «Es un deporte de equipo que además tiene categoría de mujeres que han pasado cáncer de mama para evitar todo el tema del linfedema por la movilidad del brazo al remar», explica, y añade que fue de la mano de dos compañeras que participaron en la edición de 2019 del Reto Pelayo Vida por lo que se animó a presentar su solicitud.

«En principio pensé que era mucho para mi, pero luego dije que por qué no» y tras el proceso de selección, es una de las cinco expedicionarias que participarán en esta «experiencia chulísima». Para ello, las seleccionadas llevan entrenando seis meses antes de su próximo viaje a Jordania. Un tiempo de práctica que le ha permitido «desviar mucho el foco que pones en la siguiente revisión y en si te van a encontrar algo otra vez», ocupando su mente «en buscarte una ilusión, un objetivo fuera de la enfermedad».

Además, asegura que, gracias a este reto, físicamente está «mucho mejor que antes del cáncer» porque si bien hacía deporte, no lo hacía «a este nivel». «A veces nos ponemos unos límites y lo cierto es que podemos superarlos», asegura, y reconoce que no se había planteado antes practicar deportes que ahora ha descubierto.

De hecho, asegura que el diagnóstico de cáncer «te pone tu vida patas arriba, te frena en seco, pero sales de ello y la vida tiene un brillo especial». Además, ha conocido a «gente maravillosa» que forma parte ya de su círculo cercano, que le arropan y acompañan en su día a día.

Esta semana viajará a Jordania de la mano de este proyecto deportivo de sensibilización sobre la prevención del cáncer de la mujer y lo hará «con muchísima ilusión, respeto y responsabilidad» por saber que está representando a muchos millones de mujeres que están pasando la enfermedad en este momento, que la han pasado o que la pasarán».