La Catedral abrió sus puertas esta mañana exultante para celebrar la misa del Corpus Christi por el rito hispano-mozárabe. Tras dos años de restricciones y medidas sanitarias, el templo pudo volver a la normalidad, a recibir a miles de fieles, turistas y curiosos que no se quisieron perder esta tradicional homilía que despierta tanto interés y levanta incluso a los menos madrugadores.  

El año pasado el acceso a la Catedral fue por invitación y únicamente pudieron presenciar esta eucaristía en directo 2.000 personas, pero la misa ha sido como las de siempre, con una Catedral abierta a sus fieles y sin restricciones que fue testigo del largo cortejo sacerdotal que desfiló camino al altar a las diez en punto, como marca el protocolo.

La homilía también era muy esperada por las circunstancias en las que  nos ha sumido la pandemia durante dos años y porque era la primera que ofrecía el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, con normalidad. 

Esperanza, esperanza y más esperanza. Fue la palabra que más repitió el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, porque es la manera de recuperar «la fe» que se ha ido perdiendo. «El gran problema de la sociedad es que se ha perdido la esperanza y no creemos en casi nada», subrayó haciendo referencia a la actual crisis de fe.

En este sentido, el arzobispo tiene claro «que otro mundo es posible» y considera que nuestra obligación como sociedad «es dejar un mundo mejor de lo que lo encontramos», pero para ello lo importante es recobrar «la esperanza», una palabra que no admite «sucedáneos».

Cerro Chaves apuntó que lo importante es tener fe y mirar a Jesús para cambiar esta sociedad que no va encaminada como demuestran los hechos: «No hacemos lo suficiente para parar la guerra, la crisis o las dificultades de la vida». Por tanto, insistió en que para alcanzar «una vida verdadera», lejos de adicciones, de crisis y de tristeza «hay que tener contacto con Cristo».

Durante la homilía, el arzobispo ha invitado a los fieles y a la ciudadanía a acercarse al Corpus, a la Iglesia y a la fe «para poder acercarnos a las personas que viven inmersas en tantos dramas y dificultades porque Dios no abandona a nadie». Cerro Chaves también puso de manifiesto la importancia del Corpus y «de su vuelta a las calles» de Toledo tras una pandemia que también lleva a recordar «a los que ya no están», pero tampoco se olvidó de otras muchas personas que sufren por la guerra, la crisis y otras circunstancias. Si bien, el conflicto en Ucrania tuvo un protagonismo especial en esta homilía y Cerro Chaves  se refirió a «la tragedia» que están sufriendo miles de ciudadanos y parafraseó al Papa Francisco para hacer referencia a «esta especie de tercera guerra mundial».

Invitado de honor. La misa duró más de una hora y la procesión se inició a las puertas de la Catedral antes de que finalizase, como una continuación de una eucaristía que contó con la presencia del  arzobispo emérito de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza, el arzobispo y cardenal electo Arthur Roche, Prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; el obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio Castro, anterior obispo auxiliar y actualmente residente en Toledo;  el obispo filipino de la diócesis de San Carlos, Gerardo Alminaza, y un nutrido grupo de sacerdotes y seminaristas, algunos de ellos procedentes de Canadá, EEUU, Inglaterra y Finlandia, entre otros países.

Por su parte, Roche también tuvo su pequeño gesto durante la misa al tomar la palabra para incidir en la necesaria «presencia misteriosa, verdadera y sustancial del Señor» y recordar «su infinita misericordia» y la necesidad de abrazar la fe para acercarnos a Dios y amarlo «sobre todas las cosas».