José María San Román Cutanda

A Vuelapluma

José María San Román Cutanda


La Llega Monteña, ejemplo de solidaridad

03/10/2022

El pasado sábado se celebró en Menasalbas la XLII Llega Cultural e los Montes de Toledo, organizada por la Asociación Cultural 'Montes de Toledo' junto al Ayuntamiento de la localidad. La Llega, que fue declarada ejemplo de solidaridad entre los pueblos y las gentes, se celebra como recuerdo de una histórica tradición, la de las Juntas de Cuadrillas, cuyo fin primordial era el de poner de manifiesto las necesidades de los pueblos y monteños y la unión entre todos ellos para la defensa ante los peligros que pudieran suceder. En la actualidad, lejos ya del bandolerismo y en una sociedad en la que el contacto no nos ha hecho todo lo solidarios que debería, la Llega sirve para poner en valor algunos extremos importantísimos que forman parte de lo que somos. La primera de ellas es el valor del comarcalismo. Ortega, en su magnífica obra La redención de las provincias, se mostró marcadamente favorable a las ricas y diversas pecularidades regionales, mostrándose también favorable a que España se organizase en grandes regiones o comarcas. Así las cosas, sentenció: «separemos resueltamente la vida pública local de la vida pública nacional. Así lograremos poseer plenamente las dos». El concepto con el que Ortega integra el comarcalismo en el tejido jurídico y administrativo es impecable, puesto que el diseño que plantea es el de un Estado que, aun reconociendo la pluralidad administrativa y territorial de España, es soberano y tiene como fin primordial el de servir a la sociedad.
La defensa del medio rural frente a la despoblación precisa necesariamente de la comarcalización. Y no solo de la comarcalización, sino de un elemento que la antecede: la puesta en valor de nuestra propia identidad como comarca y como región. El patrimonio de los Montes de Toledo cuenta no solo con monumentos absolutamente singulares, con yacimientos arqueológicos de primer nivel o con paisajes de una belleza insustituible. Contamos también con un acervo gastronómico absolutamente incomparable, en el que la Denominación de Origen 'Montes de Toledo' nos ofrece un extraordinario aceite de oliva codiciado en España y en toda Europa, y en el que nuestros vinos -algunos de ellos, de pago- destacan en el panorama enológico español, ofreciéndonos caldos suntuosos valorados en más de noventa puntos de la prestigiosa Guía Peñín. A propósito de esto, la Asociación ha reeditado un recetario gastronómico titulado Sabores y olores de los Montes de Toledo, escrito concienzuda y laboriosamente por la mantenedora de este acto, doña Milagros López Fernández, monteña convenida.
Con esto, no solo quiero decirles que tenemos una comarca 'para comérsela'. Quiero transmitirles un importante mensaje: debemos subrayar y cultivar nuestra identidad. Esta palabra, que ni es ni debe ser un mero comodín en los idearios de nadie, tiene una curiosa disección: ídem y entitas, que significa 'la misma entidad'. Esta identidad afecta también a las singularidades específicas con las cuales los individuos tienen relación de pertenencia, por lo que la reivindicación que sostiene radica en su condición de singularidad individual, es decir, de identidad sustantivada. La identidad comarcal no agota ni minusvalora la identidad nacional, sino todo lo contrario. En la bien entendida diversidad cultural de nuestro país está inscrita su mayor riqueza. Por eso, la cultura de las comarcas tiene también su importancia en tanto colabora necesariamente con la riqueza cultural y pluriforme que España nos ofrece. Lo más triste es que a veces seguimos nosotros mismos menospreciando el contenido de nuestras raíces, priorizando el de otros lugares o el de otras culturas que, quizá, no gocen de nuestra raigambre. Sigo deseando, perdónenme que insista, que promocionemos nuestros vinos, nuestro aceite, nuestra carne, nuestro patrimonio y nuestras tradiciones. Así, cuando vayamos a un restaurante, debemos reivindicar que siempre se ofrezca primero el vino de nuestra comarca. Cuando vayamos a ver un yacimiento, que pongamos en valor los que tenemos en nuestra comarca. Y cuando hablemos de tradiciones, hablemos y nos interesemos por las de nuestra comarca, que no son en ningún caso meros vestigios de ranciedumbre, sino pilares sobre los que se posa todo lo mejor de nuestro arraigo.
La Llega, que sirvió -y debe seguir sirviendo- como ejemplo de solidaridad, de ayuda mutua y de colaboración entre los pueblos, debe seguir actualizando año tras año su espíritu colaborativo. Y además, debe servir para que todos los paisanos de los Montes nos unamos en torno a lo que somos, pues solo con la identidad por bandera se pueden mantener los pueblos. De lo contrario, nos diluiremos en el inexorable devenir del tiempo.