«Siempre diré que el Corpus es una suma de voluntades»

J. Monroy
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Ángel Felpeto, jubilado en la actualidad, ha sido uno de esos políticos que más han hecho por el Corpus y las antiguas tradiciones. Este año ha sido el pregonero aunque en un primer momento declinó la invitación porque está fuera del terreno político

«Siempre diré que el Corpus es una suma de voluntades» - Foto: ¨Yolanda Lancha

Tras su salto a la política, el tan querido profesor fue, desde su cargo de edil de Cultura, una de las personas que más influyó en el relanzamiento del Corpus. Durante su mandato, ayudó a la recuperación no solo del recorrido procesional, sino también de antiguas tradiciones. También dio un empujón para que esta fuera la verdadera Semana Grande de Toledo. Jubilado ya, Ángel Felpeto se dedica a sus nietos, su música y sus voluntariados, lejos de los focos. De ahí que, con modestia, reclinara en un primer momento la invitación para ser pregonero del Corpus Christi. Hasta que lo convenció la propia alcaldesa.

¿Cuál es su primer recuerdo del Corpus?

Es un recuerdo de niño de primera comunión. Porque en mi pueblo, el día del Corpus era el día en el que hacían la comunión los niños, el día de la fiesta del pueblo. Es un primer recuerdo de un Corpus que no tiene nada que ver con este, pero que para mí en aquel momento era igual de solemne.

Luego llegué a Toledo en 1978 y recuerdo que no tenía ojos suficientes para mirar. Porque oías hablar del Corpus de Toledo, o habían leído algo; no había tanta comunicación audiovisual, pero para mí el Corpus de Toledo era conocido. Pero personalmente nunca había estado. Y la primera vez que vienes, con dos niños pequeños, como venía yo, intentas patearte las calles de Toledo y participar del Corpus como tal, y no tienes ojos suficientes para mirar a todas partes, todo es nuevo, todo es grandioso, todo es especial. Ese contraste de un Corpus solemne y especial, como el de mi Galicia natal, me llevó a vivir mucho esa situación.

Y lo viví porque cuando llegué a trabajar a la Universidad Laboral y fui uno de los primeros habitantes de Buenavista, todos los compañeros se empeñaban en contarme lo que era el Corpus, en decir dónde había que verlo, los sitios especiales, y conocerlo todo. Tengo un recuerdo muy especial de la fiesta de la Vega, escenario de la feria en ese doble sentido del Corpus de fiesta religiosa y contenido festivo para todo ciudadano. Cada año, poco a poco, vas descubriendo algo. Y yo soy de los que digo que en Toledo siempre vas a tener algo por descubrir. 

Y después llegaría su desembarco a la procesión.

El Corpus lo he vivido como espectador y después desde dentro, cuatro años desde el Ayuntamiento y luego como consejero, acompañando al presidente. Vivirlo desde todos esos ámbitos es un privilegio.

¿Qué es lo más bonito de estar dentro de la procesión?

Cuando vas procesionando, en mi caso, como concejal o consejero, en el fondo te quedas con el cariño de la gente. No me refiero a los aplausos, sino al hecho del saludo y de esa gente que incluso te expresa gratitud por alguna cosa que hayas podido hacer. Te quedas, sobre todo, con que la gente en Toledo vive el Corpus; lo vive desde la silla que saca a su puerta. Las tan denostadas a veces sillas tendrán mayor o menor calidad, pero para mí el sentido que tienen es que la gente se sienta a la puerta de su casa a vivir la procesión.  Y a medida que se han ido recuperando también los elementos que forman parte también de la procesión, como los faroles y los estandartes, la gente siente que se está recuperando parte de su historia y parte de su patrimonio, y lo dice. Con eso también te queda.

¿Hay algún lugar especial para usted en el Corpus?

Yo descubrí el callejón de San Pedro como concejal. No había pasado antes, lo digo francamente. Recuerdo la primera vez que participé en la carrera procesional por la noche y dijo el alcalde que había que pasar a saludar a estos vecinos, que adornan su callejón. Me quedaré siempre con un lugar especial como ese, es un rincón muy particular. Luego hay otros momentos de relación con la gente, como la parada que se hace la noche anterior en la plaza del Marrón. Los vecinos sacan pastas y vino y es un momento que significa la participación vecinal y el compromiso con su fiesta. La Cámara ofrecía también un vino, pero allí solo entraban las autoridades. En la plaza del Marrón es todo el mundo y todos cogen su pasta y su copita. 

¿Cuál cree que fue su mayor aportación a la fiesta como concejal de Cultura y presidente del Casco?

Siempre diré que esto es una suma de voluntades. Lo dice además este año la alcaldesa, Milagros Tolón, en el pregón, que entonces era concejal de Turismo. Sin habernos puesto de acuerdo, coincidimos en eso. Es una suma de voluntades porque la aportación en ese momento de aquella Corporación, no mía personal, fue tratar de sumar voluntades para dar un impulso a la recuperación de la fiesta, en muchos sentidos. Recuperación de la tradición; de los autos sacramentales; de las flores naturales, que había flores artificiales; o de los faroles, con la Escuela Taller. Hay que hacer una mención muy especial de Juan Carlos Fernández Layos como responsable de las distintas escuelas taller para comenzar a recuperar poco a poco. Eso fue un punto de partida, pero no nos podemos atribuir nadie más que tratar de dar el impulso para esa suma de voluntades. También quiero recordar a la Junta Pro Corpus, que en aquel momento eran tres, Enrique Pita, Pedro Espinosa y Antonio Maeso, a los que nunca les agradecerá la ciudad lo suficiente lo que hicieron por la fiesta. Y hay una cosa muy curiosa: la Junta Pro Corpus no desfila, nunca lo pretendieron, sino que su función termina la noche anterior, «y luego que todo funcione». Así que cuando digo suma de voluntades, digo vecinos, digo asociaciones, colectivos, cofradías, partidos políticos también que en aquel momento gobernábamos con IU y Carmela era concejal de Festejos. Y como fiesta religiosa, no podía faltar la colaboración con la Catedral y el Arzobispado, con Antonio Cañizares y con Braulio Rodríguez. Hay que ir de la mano y la recuperación de los gigantones de Lorenzana, por ejemplo, no se pudo hacer sin la Catedral, porque son propiedad suya. Todo el mundo trató de mejorar la fiesta. Seguro que cometimos errores, pero yo me quedo con el impulso que se le dio a la fiesta.

A la fiesta religiosa y a la feria, porque el Corpus ya es la Semana Grande.

La ciudad ahora vive esa semana. Y lo vive de tal manera que cuando el miércoles siguiente se empiezan a retirar toldos, flores y elementos decorativos, parece que la ciudad se queda desnuda. Tienes un sentimiento de que algo falta. Comienzas a pensar en que hay que comenzar a trabajar para el año siguiente.

Esta procesión tiene que ser especial, después de dos años sin salir.

Pienso que este año va a ser especial para todos. Se está viendo en todas las ciudades, pero en Toledo creo que va a ser más especial. La gente estos años se conformó con que el señor arzobispo saliera a dar la bendición a la plaza del Ayuntamiento, pero tenía un sentimiento de orfandad. Ahora Toledo ya ha recuperado el curso y la normalidad. Antes pasear por la calle Ancha o Zocodover y no ver a nadie era muy complicado.

¿Cómo fue su elección como pregonero?

Un buen día Milagros me llamó para que fuera pregonero, y le dije que no. Me preguntó qué razones tenía, y le dije que en realidad que ninguna, que yo ya estoy en mi casa, dedicado a mis nietos, mi música y las cosas que hago de manera voluntaria y no quiero meterme en enredos. Milagros me dijo «esa no es razón, porque quiero que seas tú». Es un honor, así lo tomo y lo agradezco, y como no podía dar otra razón para no aceptarlo, tuve que decir que sí.

¿Qué sentimiento ha querido transmitir?

Mi pregón ha sido un recorrido que comenzó por aquel Corpus de niño y que me ha traído a este Corpus tan diferente. Hice un recorrido personal por algunos Corpus, hasta llegar a este. Quería que fuera también un acto de gratitud a la ciudad, agradecer a la ciudad haber podido participar y ayudar en la medida de lo posible, en lo que haya podido mi modesta contribución, a hacer más grande esta fiesta. Fue una ocasión de volver a agradecer a Toledo lo que me ha dado a mí, al acogerme desde el año 1978 hasta hoy.