El Rey Sabio no tiene quien le filme

J. Monroy
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Al contrario que otros monarcas españoles, Alfonso X no tiene películas en torno a su figura, más allá de un mediometraje y su aparición en la serie Toledo, cruce de destinos

El Rey Sabio, Alfonso X, en una pintura.

El cine ambientado durante la Edad Media nunca pasa de moda. Hay ejemplos tan recientes como El último duelo, de Ridley Scott (una película ambientada en la Francia del siglo XIV), o El caballero verde, que se centra en la Inglaterra del Rey Arturo. Sin embargo, explica el historiador y periodista Adolfo de Mingo, autor de la biografía Alfonso X el Sabio: el primer gran rey (La Esfera de los Libros), el rey toledano, curiosamente, carece de películas en torno a su figura. Solo un mediometraje lo tiene como protagonista, y para verlo en televisión hay que recurrir a la serie Toledo, cruce de destinos.

Lo curioso, apunta De Mingo, es que el siglo XIII, que fue la época de Alfonso X, ha aparecido recogido en muchísimas películas, y «ha dado lo que podríamos llamar muchos iconos cinematográficos, comenzando por Robin Hood». Es también el siglo de Francisco de Asís, de Marco Polo o de Genghis Khan y de Alexander Nevski, que también nació en 1221, como Alfonso X, y a quien el cineasta Sergei Eisenstein dedicó una inolvidable película. Pero «paradójicamente, nuestro Rey Sabio apenas ha recibido atención. No digo de fuera, sino en nuestro propio país».

Lo mismo que España le ha dedicado numerosas películas a Felipe II y a su época, explica el biógrafo, apenas es posible encontrar nada sobre Alfonso X. Tan solo puede destacar dos ejemplos. El primero es un mediometraje para televisión, Alfonso X y el reino de Murcia, que fue realizado en la década de los ochenta. Y el segundo una serie: Toledo, cruce de destinos, que emitió Antena 3 hace casi diez años «y que no fue especialmente destacable».

«En general, creo que Alfonso X, como personaje, ha interesado muy poco a los cineastas. Probablemente, por considerar que sería difícil recoger todas sus aportaciones culturales -la astronomía, el mundo del Derecho, la historia...- de manera atractiva desde un punto de vista cinematográfico», apunta De Mingo, convencido de que se trata de un error, «porque incluso si renunciásemos a ese gran legado y nos quedásemos solamente con su vida, con sus hechos, yo estoy convencido de que nos saldría como resultado el más atractivo de los guiones». Recuerda las historias  la princesa Kristina de Noruega, o la del infante don Enrique, su hermano menor, que se convirtió en aventurero al servicio del emir de Túnez (donde se decía que se enfrentaba a leones a punta de espada) y acabó siendo nombrado senador de Roma; otro de sus hermanos, don Fadrique, a quien el propio Alfonso X acabó ordenando matar; o la crisis sucesoria, que pudo haberse convertido en una cruenta guerra civil, al final de su reinado. «Desde mi punto de vista son ingredientes que, en manos de un buen guionista, podrían llegar a convertirse en un gran proyecto», apunta.

Alfonso X y el reino de Murcia,  fue una producción de Televisión Española dirigida por Primitivo Pérez. Hay que tener en cuenta que es un documental realizado para el público murciano, de manera que solamente tiene en cuenta los hechos relacionados con la conquista de Murcia, en los que el joven Alfonso, siendo todavía infante, tuvo un gran protagonismo. En líneas generales, el director, apunta el biógrafo, muestra a Alfonso X a edad anciana recordando los hechos de la conquista y comentándolos con uno de sus más valiosos consejeros, Jofré de Loaysa. Según el rey va recordando, estos hechos cobran vida y otro actor aparece en la pantalla haciendo de Alfonso joven. De Mingo destaca las interpretaciones de la pareja de ancianos, que eran nada más y nada menos que Luis Prendes y Antonio Ferrandis, «sin duda dos de las voces más características del cine español».

En televisión fue el actor malagueño Juan Diego quien interpretó a Alfonso X dentro de la serie Toledo, cruce de destinos. «Sin tratarse de un referente destacado (lo mismo que la película anterior), al menos podremos decir que sus protagonistas fueron actores de una talla enorme», valora De Mingo. En este caso, la figura de Alfonso X y su corte fueron la excusa para introducir una intriga política y religiosa en la Castilla del siglo XIII. Lo mismo que en el ejemplo anterior, el rey es también un anciano, falto de carácter, que se apoya constantemente en cierto 'magistrado', una especie de alcalde de la ciudad que no cuenta con base histórica y que interpretó Eduardo Farelo. De Mingo recuerda que desde un punto de vista histórico, la serie Toledo «es bastante disparatada». Recurre a todos los clichés habituales sobre la Edad Media, como por ejemplo hacer creer que la Escuela de Traductores era un edificio donde los eruditos se reunían todos juntos, o que todos los religiosos eran unos fundamentalistas, «un flaco favor, en realidad, a la memoria de personajes como el arzobispo Jiménez de Rada».

A partir de ahí, el historiador recuerda varios documentales, como una serie de Televisión Española de comienzos de los años setenta, La noche de los tiempos, un conjunto de más de veinte episodios cuyo coordinador fue Arturo Ruiz Castillo. El capítulos número 11 fue íntegramente dedicado a Alfonso X el Sabio. Va recorriendo los principales escenarios en los que transcurrió la vida del monarca, entre ellos Toledo, incluido el convento de Santa Fe y la capilla de Belén, que a comienzos de los años setenta no habría salido aún demasiado por televisión.

Otra serie documental de los años setenta, ésta inglesa, fue El ascenso del hombre (The Ascent of Man), producida por la BBC. Constaba de trece episodios en los que el matemático y divulgador de origen polaco Jacob Bronowski iba recorriendo diferentes escenarios del mundo que a él le resultaban significativos. Uno de los capítulos se denominaba Música de las Esferas y se detenía en el mundo de las tablas astronómicas y de los astrolabios, destacando la importancia de las traducciones científicas realizadas en el Toledo medieval y su importancia para la llegada del Renacimiento.

Este tipo de ejemplos han continuado también en nuestros días. Por ejemplo con la serie La frontera invisible (hace unos quince años), dedicada a la España medieval, en la que se hablaba de la labor de la Escuela de Traductores, la elaboración de las Tablas Alfonsíes o la construcción de la Catedral de León, entre los principales hitos de su reinado. Luego está el sketch José Mota, dentro de su espacio Españoles por la historia...