Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Lo nuestro

28/04/2022

Viajar te abre la mente, te enriquece, te enseña que el mundo es diverso, amplio, infinito. A la vez, te obliga, con gusto, a salir de tu zona de confort y a acomodarte a costumbres distintas a las tuyas que abrazas como propias, aunque solo sea durante ese leve respiro que te insufla energía para regresar a la tierra a la que perteneces. El aprecio a los valores, a las tradiciones, a la propia identidad, son grandes lecciones que extraes al convivir con gentes que ondean una bandera distinta a la tuya.
Les cuento esta retahíla porque en mi reciente viaje a Edimburgo he visto a un novio casarse con falda escocesa. Y a hombres pasear ataviados con esa prenda típica por calles tortuosas y frías, pero henchidas de honor. Y levantar el monumento más grande del país a un señor que ganó una histórica batalla a los ingleses, aunque luego perdiera la guerra. Pero ese orgullo es difícil encontrarlo en España, para qué engañarnos, que llega a esconder su historia bajo rancios nacionalismos. Y se quiere borrar a nuestros descubridores o a reinas tan empoderadas como Isabel la Católica. Reivindicar la bandera o el himno nacional está mal visto. Y serás un fascista si lo haces.
Pues, ya ven, yo estoy dispuesta a luchar por mi tierra, por mi ciudad y por mis señas de identidad, porque forman parte de mis raíces, de mi cultura y de mi patrimonio. Por eso me hago eco de la llamada de auxilio del bueno de Juan Meneses, quien, desde este periódico, ha alertado del peligro que corre una de las costumbres más arraigadas de nuestro Corpus, como es la visita a los patios toledanos, una muestra más de que el Casco Histórico peligra por el maltrato al que son sometido los residentes desde hace demasiado años.
Los patios, mimados por sus dueños, constituyen un vergel entre piedras milenarias y unos muros que desprenden el calor que asola los veranos de Toledo. Más allá de promesas electorales, de actuar mirando la proximidad de la campaña, de gastarse el dinero en un solo año para que a una la voten en las próximas municipales, el Ayuntamiento de la capital, la totalidad de los grupos municipales, que esto no va de ideologías, debe unirse para defender una de nuestras esencias. Que se ayude a los vecinos para ornamentar sus patios, que, si es preciso, se contrate a guías o a otros profesionales para cumplir con el horario de visitas cuando los propietarios no dispongan del tiempo requerido. O que se invente cualquier estrategia para fomentar el recorrido a estos hermosos enclaves. Que el gobierno no presuman de superávit, ya que es lo lógico cuando no se invierte y la ciudad se encuentra hecha una pena.
No tenemos derecho a hurtarles a los toledanos del futuro la gloria del pasado ni tampoco a humillar nuestro presente. Como bien dice Meneses, presidente de la Asociación de Amigos de los Patios, es la administración municipal la que debe encabezar ese movimiento en pro de unos de los recintos arquitectónicos más singulares de Toledo. Bastante hemos perdido en las últimas décadas como para dejar morir más emblemas. No les pido que vistan falda escocesa, señores concejales. Solo que luchen por lo suyo, que es lo nuestro.