Porque es septiembre y volvemos a la actividad ordinaria parece que hemos llegado al final de un túnel: el verano de los fuegos incontenibles. Por los graves incendios, por las altas temperaturas, por la sequía pertinaz que utilizaba el franquismo, por las tormentas arrasadoras que se suceden donde suceden. Así que algunas conclusiones tendríamos que sacar para los años siguientes, si es que dan tregua el otoño y el invierno que llegarán.
Según los expertos estamos en los comienzos de lo que será habitual en los veranos de los siguientes años. O sea, la antesala de un clima que nos traerá más disgustos, más incendios y más muertes. Según las últimas cifras 393.000 hectáreas de terreno se han destruido en España y Portugal. No tanto ni tan destructivos como los de Castilla-León, los de Castilla-la Mancha deberían servirnos como ilustración para prevenir en nuestros territorios futuros menos catastróficos. Lo cual exige cambios en las políticas agrarias, en las políticas medioambientales, en las políticas hidráulicas, en las partidas presupuestarias, en las inversiones en infraestructuras. Se trataría de gestionar, de una vez por todas, las masas verdes urbanas, las periurbanas y las distantes. ¿No habrá que adaptarse, sí se quiere sobrevivir?
El fuego en Toledo ha atacado por donde quedaba algo que arder. Esta vez ha sido en los terrenos de la finca de Zurraquín, limitando con los terrenos de Montesión, que ya padecieron un fuego voraz hace tres años. Ahí siguen los árboles quemados como testigos vociferantes de lo que ocurrió y de lo que ocurre. En algunos casos, bastantes, se están regenerado por si mismos, pero otros tantos son insalvables. Así que ya ha transcurrido el tiempo prudencial para poder actuar. Sanear y repoblar con especies adaptadas a condiciones áridas y resistentes a los fuegos que se multiplicarán en años próximos por las elevadas temperaturas y la ausencia de lluvias. Hasta ahora no se ha hecho nada para evitar otro incendio que acabe con lo que dejó el primero. Además, llegó Filomena que lo único que hizo fue acumular leña para las piras de cualquier día. Estamos avisados: los incendios serán más dañinos, más incontrolables y nosotros nos descubriremos más impotentes ante un cambio climático cuya melodía de destrucción se repetirá, insistente, en los siguientes veranos de fuego.