Ha sido ponente dos veces en el 33 Congreso Nacional de la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, que se ha celebrado esta semana en Toledo. Sus intervenciones han sido muy valiosas porque tratan el tema de la invisibilidad de la violencia que sufren los menores. ¿Es tan invisible?
El objetivo es sensibilizar al mundo de la pediatría de la importancia que tienen a la hora de detectar casos de violencia, tanto de hijos y de hijas víctimas de la violencia que sufren sus madres con sus parejas o exparejas como la violencia que están viviendo las adolescentes con relaciones muy tempranas de 12 o 13 años. Es importante saber cómo enfrentar en una consulta pediátrica la situación que viven y cómo enfrentarse a una conversación para poder desvelar estas situaciones.
¿Está suficientemente sensibilizado el ámbito sanitario con la violencia a menores? ¿Hay tiempo suficiente en las consultas de pediatría para detectar casos?
Los tiempos son insuficientes y es uno de los principales limitantes porque cuando llegan a las consultas con un problema físico la exploración se centra en eso y para abordar otros temas se necesita un tiempo del que no se dispone.
También existe el pensamiento de que si esto me atañe a mí como pediatra o pertenece más al ámbito social. Desde la Fundación Luz Casanova entendemos que se trata de un problema social grave que debe abordarse desde todos los ámbitos. La pediatría tiene una posibilidad de atención temprana importante que le confiere como un agente de mucho valor a la hora de acortar las situaciones de violencia. Para las mujeres y los menores víctimas, el personal sanitario es de referencia y les da seguridad para desvelar lo que están viviendo. La violencia va también muy vinculada a vivir situaciones de culpa, de secretismo y es muy importante que encuentren elementos de referencia a los que agarrarse.
¿Qué signos pueden alertar a un pediatra de que hay niños que son víctimas de violencia?
Depende de la edad del menor. Puede haber situaciones de bajo peso, de desnutrición, de desarreglos de conducta, ansiedad, agresividad y problemas para dormir, entre otros. También afecta a situaciones físicas y provoca más propensión a sufrir algunas enfermedades cuando se vive una situación de violencia prolongada
¿El personal sanitario ejerce y denuncia los casos de violencia y maltrato infantil siempre?
La ley dice que tiene obligación de denunciarlo. Pero no se denuncian todos los casos y es verdad que no siempre se debe hacer porque también nos podemos encontrar con que no prospere la denuncia porque hay un tiempo para hacerlo como víctima.
Decía hace unos minutos que la violencia hacia los menores era una grave problemática social. Sin embargo, no es demasiado visible aún porque de lo que se habla mucho es de la violencia de género.
Las entidades que trabajamos con menores llevamos muchos años diciendo que viven en un hogar con violencia de género de parejas o exparejas y son víctimas directas, no sólo porque se encuentren en ese ambiente, también porque genera daños reales en los menores. Estos menores respiran un aire tóxico, se contaminan, sufren y tienen secuelas de la violencia.
Hasta 2015 no hubo un reconocimiento explícito de que es violencia directa la que sufren los menores y para nosotros es grave. Se ha ido avanzando en el tiempo, pero ha habido que hacer mucho trabajo para visibilizar esta realidad.
En el ámbito jurídico... ¿Están los menores suficientemente protegidos?
Las leyes ahora les protegen más, pero las circunstancias son muy diversas. Todos hemos visto que hay una violencia institucional debido al tiempo que tardan en salir los juicios. Y hay casos, como los abusos de un progenitor a un hijo, que han tardado mucho tiempo.
Desde hace tiempo los jueces y los operadores jurídicos en general están preocupados también con el aumento de violencia entre los menores. ¿Qué está ocurriendo?
Trabajamos directamente con violencia de parejas adolescentes. Es un problema grave y no está teniendo todavía la respuesta que debe tener y es necesario que haya recursos especializados para atender a las víctimas de estas situaciones porque la problemática y la violencia que viven es la misma que la de los adultos, pero el abordaje tiene que ser completamente diferente por el momento en el que están y es muy importante que se haga de una manera específica y con su propio ritmo.
Es cierto que no está teniendo la misma visibilidad. Durante un tiempo, en muchos de los juicios que llegaban por violencia de la pareja en adolescentes se decía que no se tratan de relaciones estables y no se podía considerar bajo la Ley de Violencia de Género de pareja y expareja, pero para nosotros sí lo es y nos parece importante que se aborde desde esa perspectiva porque implica un juicio rápido y medidas.
Es un tema complejo porque cuando el agresor es menor de edad entran legislativamente otros elementos, pero es necesario realizar un abordaje ya porque las macroencuestas de la Delegación del Gobierno nos dicen que un 10%de las adolescentes están sufriendo violencia de pareja y expareja.
La Fundación Luz Casanova está viviendo muy de cerca el problema con la atención a adolescentes. ¿Qué está provocando este aumento de violencia?
Son muchos factores. Ahora lo estamos visibilizando y antes existía el problema y no se veía. Y empezamos a tener cifras que antes no teníamos y saca el problema a la luz. Pero es cierto que hay algunos comportamientos determinados, como el aprendizaje de la sexualidad desde la pornografía que cosifica a la mujer y está generando una violencia sexual hacia la mujer importante y ahí hay una tendencia ascendente.
También hay otros tipos de violencia que antes no se sufrían, como las producidas por las nuevas tecnologías, el ciberabuso y otro tipo de ellas para las que no estamos preparados para detectar y controlar. Esto lo está viviendo mucha población adolescente, la coloca en una vulnerabilidad alta y provoca que sus relaciones de pareja estén sujetas a más riesgos.
Algunos estudios apuntan que los menores víctimas de violencia mejoran mucho una vez que ya no tienen contacto con el agresor. En el caso de que la violencia la ejerza el padre, ¿sería necesario retirar la custodia, las visitas y demás para proteger a los menores?
Es un tema jurídicamente complicado pero hay que abordarlo. Lo importante es que esté por encima de cualquier otro el bien del menor y sus derechos, pero nos encontramos situaciones tan paradójicas como la de una mujer viviendo en una casa de acogida para tener protección mientras el juez pauta visitas sin punto de encuentro poniendo en riesgo a la víctima. Hay que hacer un ejercicio de valentía para enfrentar los casos donde la violencia puede afectar al menor, que suelen ser el 100%, para que haya un tratamiento de alejamiento sobre los menores.
Se oye hablar mucho del Pacto de Estado contra la Violencia de Género desde hace meses. ¿Realmente funciona?
Era un reglamento importante que había que trabajar, pero desde las organizaciones hemos dicho que no tiene una buena dotación y que faltan algunas medidas importantes. También falta coordinación para evaluar si el pacto tiene un impacto en la población. Lleva dos años de puesta en marcha y tengo la sensación de que no en todas las comunidades autónomas y municipios el trabajo que se podría hacer se realiza con el rigor que tendría que llevar.