El agravio cervantista contra Mario Moreno 'Cantinflas'

A. de Mingo
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El Instituto de Estudios Manchegos boicoteó en 1957 una película producida por Mike Todd, esposo de Elizabeth Taylor, en la que el actor mexicano iba a interpretar a Sancho Panza. Lo haría finalmente quince años después, dirigido por Roberto Gavaldón

Mario Moreno ‘Cantinflas’ en Toledo en 1959, a la altura de la calle Arco de Palacio. - Foto: Gerard Decaux / Blog Toledo Olvidado

La ciudad de Toledo debe al actor mexicano Mario Moreno ‘Cantinflas’ algunas de sus fotografías más entrañables. Una de ellas, tomada en plena procesión del Corpus Christi en 1955 -el mismo año en que se produjo el rodaje de La vuelta al mundo en 80 días (Michael Anderson, 1956)-, muestra a un cabezudo con los rasgos del intérprete, entre ellos el inconfundible bigote partido. La otra, realizada por Gerard Decaux en 1959, inmortalizó a un elegante Cantinflas, con americana, camisa azul marino y gafas de sol, paseando despreocupadamente por la calle Arco de Palacio al tiempo que un grupo de seminaristas volvía hacia él la mirada con curiosidad. Aún tendría tiempo para regresar a tierras toledanas en 1972 e interpretar a Sancho Panza a las órdenes de su paisano Roberto Gavaldón, acompañado por Fernando Fernán Gómez en el papel de Don Quijote. Fue la tercera y última película en la que Mario Moreno participó fuera de México. Don Quijote cabalga de nuevo (1973) supuso también un digno desagravio para el actor después de una absurda polémica iniciada quince años atrás por el Instituto de Estudios Manchegos.

Todo comenzó en 1957, dos años después de que Cantinflas y su cabezudo coincidieran en Toledo. El actor interpretaba entonces a Picaporte, criado de Phileas Fogg (David Niven) en La vuelta al mundo en 80 días. Ambos compartieron en Toledo parte del accidentado viaje en globo con el que atravesaban buena parte de España. La imagen del aerostato La Colette sobrevolando el río Tajo mientras sus tripulantes se afanaban en controlarlo ofrece, en palabras de Eduardo Sánchez Butragueño, «la que probablemente sea una de las fotografías más bellas jamás tomadas en Toledo».

El enorme éxito del film, ganador de un Oscar a la Mejor Película en 1956 -imponiéndose sobre títulos como Gigante y Los diez mandamientos-, traería consigo especulaciones inmediatas sobre nuevos proyectos. En mayo de 1957 se hablaba en París de un Don Quijote que sería llevado a la gran pantalla por Michael Todd, productor de La vuelta al mundo en 80 días y cuya esposa, nada menos que Elizabeth Taylor, se encargaría de interpretar a Dulcinea. Fernandel, uno de los actores de comedia más populares de Francia, encarnaría al hidalgo de la triste figura, mientras que el papel de Sancho recaería en Cantinflas. Confirmó el proyecto Fernandel al periodista Rafael Andreu de la Cruz, asegurando en las páginas de El Alcázar haber firmado ya el contrato y dando como fecha estimada para empezar a rodar la primavera de 1958.

Cabezudo con la cara de Cantinflas en las fiestas del Corpus Christi de Toledo en 1955.Cabezudo con la cara de Cantinflas en las fiestas del Corpus Christi de Toledo en 1955. - Foto: © ETH Bibliothek Zurich / Blog Toledo Olvidado

Mientras tanto, el mismo periódico se hacía eco de las críticas hacia la película por parte del Instituto de Estudios Manchegos, organismo dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Los cervantistas, de entrada, rechazaban cualquier adaptación cinematográfica de El Quijote que no fuera la de Rafael Gil (1947), considerando «desgraciada» la versión alemana de Georg Wilhelm Pabst (1933) y «heterodoxa» la que Grigori Kozintsev acababa de filmar en la URSS en aquellos momentos, con importante participación del artista toledano Alberto Sánchez.

Su rechazo iba expresamente dirigido a los dos protagonistas masculinos del film, Fernandel y Cantinflas, según es posible comprobar en el comunicado que la institución dirigió a los medios de comunicación y también al Ministerio de Información y Turismo, suplicando que el rodaje de exteriores se prohibiera no solamente en tierras manchegas, sino en el resto de España:

«Sin mengua para el respeto y aún la admiración que tenemos para los dos mencionados artistas y para la libertad de la creación artística que el cine significa, entendemos que, a la vista de quienes se propone sean los intérpretes de la obra cervantina, que el productor no ha calado en la verdadera significación del humor español, encarnado en la genial creación de Cervantes, ni en la profundidad humana y filosófica que está latente en la misma, incompatible con el estilo y las formas a que nos tienen habituados Fernandel y Cantinflas. La Mancha no puede convertirse ni siquiera en escenario cómplice del desafuero que intenta cometerse, porque aquí se conserva el culto de la autenticidad del cervantismo y del quijotismo, incompatibles con una versión meramente humorística».

El globo 'La Coquette' sobrevolando Toledo entre agosto y octubre de 1955, durante el rodaje de 'La vuelta al mundo en 80 días'.El globo 'La Coquette' sobrevolando Toledo entre agosto y octubre de 1955, durante el rodaje de 'La vuelta al mundo en 80 días'. - Foto: Blog Toledo Olvidado

La muerte en accidente aéreo del productor Mike Todd en 1958 -fue el tercero de los siete maridos de Elizabeth Taylor y el único del que ella no llegó a divorciarse- dio al traste con el proyecto. Cantinflas, entrevistado en El Alcázar por Julián Navarro en 1959 -el mismo día de su famosa fotografía con los seminaristas-, reconocía cautamente su negativa a interpretar el texto cervantino: «Nunca. No lo tocaría. El cine es incapaz de recoger, en toda su grandeza, El Quijote». Acompañado por el productor mexicano de origen ruso Jacques Gelman, Mario Moreno resumía así su creación: «Cantinflas es el hombre bueno, el peladito que quiere solucionar los problemas del mundo y se mete en todos los jaleos con la mejor voluntad». El actor abandonó Toledo en esa ocasión tras adquirir, añadía en un suelto El Alcázar, «una gigantesca navaja damasquinada valorada en varios miles de pesetas».

Habrían de pasar algunos años más, hasta 1972, para que Cantinflas llegase finalmente a interpretar a Sancho Panza. Y aunque solo fuera por el emotivo diálogo final, entre sollozos, con Fernando Fernán Gómez -«¡Tenemos que seguir, señor! Nos espera mucha gente. El universo está lleno de pobres que nos están llamando para hacerlos justicia y no podemos abandonarlos. ¡No podemos abandonar a los débiles, a los humildes!»-, puede decirse que la participación del mexicano mereció la pena. La película de Roberto Gavaldón merecer ser destacada por varios motivos, desde su adaptación, a cargo de Carlos Blanco -importante guionista a quien el Festival Cibra rinde homenaje cada año-, que ofreció una singular narrativa desde el punto de vista de Sancho, hasta las interpretaciones de Fernán Gómez, María Fernanda D’Ocón (Dulcinea), Paca Gabaldón (Altisidora) y Ricardo Merino (Bachiller Sansón Carrasco).

La filmación transcurrió durante dos semanas entre los molinos del cerro Calderico, en Consuegra. «Los días de rodaje no han sido muy otoñales que digamos -según F. Domínguez Tendero, de nuevo en El Alcázar-. El viento, sin embargo, sí ha sido propicio para que los molinos, en maravilloso espectáculo, hayan movido sus velas como en sus mejores tiempos de trajín molinero. Cantinflas ha recibido una grata sorpresa: no podía imaginar que estas escenas de la ‘batalla de los molinos’ podrían hacerse en un escenario natural todavía conservado o, mejor, restaurado, para la vivencia de la inmortal obra cervantina».

Los molinos del cerro Calderico de Consuegra durante el rodaje de 'Don Quijote cabalga de nuevo' (Roberto Gavaldón, 1973).Los molinos del cerro Calderico de Consuegra durante el rodaje de 'Don Quijote cabalga de nuevo' (Roberto Gavaldón, 1973). - Foto: Filmoteca de la UNAM

El actor aprovechaba los descansos para refugiarse en el interior del molino Cardenio, donde se interesó por el azafrán, preguntando dónde podía comprar una libra del preciado condimento (casi medio kilo, a 4.000 pesetas de la época). Al preguntarle para qué quería tanta cantidad, respondió que «para hacer un par de paellas e invitar a los amigos». La respuesta del periodista fue: «¡Pero si con una libra de azafrán puro hay para invitar a paella a todo México!». El alcalde de Consuegra, Pedro Albacete del Pozo, le regaló un pequeño saco de harina molturada con trigos hispanoamericanos, la cual se estaba enviando en aquel entonces, como presente simbólico, al congreso celebrado por la Conferencia de Organizaciones Turísticas de América Latina (COTAL).

Preguntado sobre qué haría él para contribuir a la promoción de Consuegra -pueblo que entre finales de los años sesenta y comienzos de los setenta protagonizó varios nodos, documentales y espacios de televisión, uno de ellos protagonizado por Geraldine Chaplin-, Cantinflas contestó: «Yo le sugeriría que a cada chamaco que suba aquí le aten a la vela de un molino, le den una vuelta y después le cobren, o antes, por si acaso, diez duros. Le aseguro que pasará su miedo, pero por vivir esta aventura les llueven a ustedes chamacos y sacan plata para montar una buena cafetería-restaurante en el castillo, que es lo único que falta para traerse aquí a tantos chamacos que pasan de largo sin conocer esto, y bien que vale la pena subir hasta aquí y estarse un buen rato».