Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Adiós a don Braulio

22/02/2020

Hoy se despide, con una celebración eucarística en la catedral primada, el que ha sido pastor y obispo de esta sede primada de Toledo, don Braulio Rodríguez Plaza, después de diez años al frente de la archidiócesis, una vez que el Papa Francisco ha aceptado su jubilación por motivos de edad, tras casi un año de prórroga desde que cumplió 75 años el 27 de enero de 2019. El próximo sábado, 29 de febrero, le sucederá el hasta ahora obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro. Un largo pontificado, rico en acontecimientos, que culmina un extenso servicio episcopal iniciado en 1987, al ser nombrado obispo de Osma-Soria, diócesis en la que permaneció hasta 1995, cuando fue trasladado a Salamanca. Aquí estuvo siete años, hasta su designación como arzobispo de Valladolid. Con anterioridad, tras ser ordenado sacerdote en la diócesis de Madrid en1972, desempeñó, a lo largo de quince años, el ministerio parroquial en las parroquias de Cubas de la Sagra, San Miguel en Carabanchel y San Fulgencio, además de la capellanía de la ermita de San Isidro. Estudió durante dos años en la Escuela Bíblica de Jerusalén, donde se diplomó en Sagrada Escritura, culminando sus estudios con la obtención del grado de doctor en Teología Bíblica por la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos, con la tesis titulada 'El proceso de Jesús ante el sanedrín y la catequesis cristiana primitiva'. Entre 1984 y 1987 fue formador del Seminario de Madrid.

A esta sede de San Ildefonso llegó para suceder al cardenal Antonio Cañizares, trasladado a Roma como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. A lo largo de estos años, don Braulio ha desarrollado una amplia labor pastoral, entre la que destaca la visita a las parroquias de la diócesis o la elaboración del Plan Pastoral de Evangelización y su aplicación, con especial atención a la Iniciación cristiana y a la familia. La educación, mediante la creación de diversas instituciones, ha sido también objeto de su preocupación como obispo.

A falta de la suficiente distancia temporal que permita realizar un balance ponderado del pontificado, sí quisiera hacer hincapié en algunos aspectos que han caracterizado la labor de don Braulio entre nosotros, que creo son suficientemente significativos. Quizá la primera impresión, que creo resulta evidente a todos los que han tratado con él, es su cercanía, su proximidad, patente de modo especial en las visitas pastorales a las parroquias, donde ha manifestado su atención particular a los ancianos, a los enfermos, deteniéndose a hablar con todo el mundo, escuchando a unos y a otros sin prisas. Su presencia ha llegado a todos los rincones de la archidiócesis, no faltando tampoco a las grandes celebraciones que a lo largo de nuestra geografía diocesana expresan la fe y la devoción de los fieles, como su presencia anual en Guadalupe, santuario cuidado y mimado en la línea de todos los anteriores arzobispos toledanos desde los tiempos de su incorporación a la archidiócesis tras la Reconquista.

Otra de las grandes preocupaciones de don Braulio ha sido la atención a ese rico y antiquísimo patrimonio propio de Toledo que es el rito mozárabe, fruto de un gran entusiasmo y amor por el mismo. Es manifiesto el cuidado con el que, como responsable de dicho rito en España, ha procurado no sólo preservarlo sino que también lo ha potenciado, promoviendo su estudio y, sobre todo, viviendo su celebración, mimada hasta en el último detalle, tanto en la catedral como en otros lugares de la diócesis y de España donde ha presidido la eucaristía u otras celebraciones litúrgicas en rito hispano. A nadie se le oculta la importancia que el legado mozárabe tiene para la ciudad de Toledo y para la archidiócesis, como lugar en el que se ha conservado y preservado desde la Edad Media, y donde grandes prelados como Cisneros, Lorenzana o el cardenal González Martín lo han actualizado y revitalizado. En esta línea se ha movido don Braulio, pudiendo considerarlo como uno de los más genuinos prelados 'mozárabes'.

Don Braulio ha procurado estar al día de las grandes cuestiones de actualidad, tanto de la vida de la Iglesia como de los que afectan a la sociedad española. Sus escritos, semana tras semana en la revista Padrenuestro, las cartas pastorales o sus homilías en la catedral u otros lugares de la geografía diocesana, han ido abordando dichas cuestiones, tratando de iluminarlas desde la fe y el magisterio de la Iglesia, pero también desde la razón y el sentido común. Asimismo se ha preocupado por la formación de los seminaristas, tanto espiritual como humana, así como de la del clero, al que ha procurado atender desde un trato cercano. Las familias han sido otro de sus grandes ejes, afrontando  los graves problemas a los que se enfrentan, impulsando actuaciones específicas y cuidando situaciones especiales, que ha hecho presente incluso ante el Papa Francisco.

Despedimos a don Braulio desde el agradecimiento y cariño. Un pastor próximo, atento, profundamente humano, que se ha ganado el aprecio, respeto y cariño de los fieles de la diócesis. Agradecemos su servicio a la Iglesia y a la sociedad toledana y extremeña, los dos pulmones seculares de nuestra archidiócesis. Dios, que es buen pagador, premie su entrega a esta sede de San Ildefonso.