José Luis Arroyo

Rayadas Millennials

José Luis Arroyo


Rechazando el odio

22/02/2022

La Gala de los Goyas, fiesta del cine español, es una de esas fechas que tengo marcada de manera anual en mi calendario, donde aparte de la expectación que genera el desarrollo de la ceremonia y los premios, siempre hay espacio en los días posteriores para avivar intensos debates en las redes sociales.

Sin embargo, esta edición además mi disgusto por la no obtención de ningún galardón por 'Madres Paralelas', a la espera de que tal injusticia la corrijan los Óscar, he de añadir mi estupefacción frente a los constante exabruptos dirigidos a uno de los actores que participaron en la misma, Eduardo Casanova.
El joven actor, para muchos conocidos entre otras interpretaciones como Fidel en la serie televisiva 'Aida', ha recibido una multitud de ataques virulentos con el pretexto de su indumentaria, que me han recordado situaciones vividas en momentos tan dolorosos como el fallecimiento de Bimba Bosé, Pedro Zerolo o más recientemente Almudena Grandes.
Ante hechos así no se debe obviar la verdadera naturaleza de los ataques, que no es otra que expandir discursos de odio, que no sólo tienen como destinataria a una persona, sino que buscan también estigmatizar y amedrentar a un colectivo concreto.
En este caso, los insultos, amenazas y los ataques insidiosos, que no voy a repetir aquí para no participar en la estrategia de los odiadiores, han ido dirigidos claramente contra la población LGTBI. Considero conveniente advertir, que en ocasiones de un modo más o menos consciente, personas de los colectivos destinatarios de los ataques, también se convierten en un instrumento estratégico para el blanqueamiento y coartada necesaria de los autores, creyéndose falsamente protegidos en este caso por alardear de 'plumofobia'.
Los discursos de odio son un fenómeno ancestral, con un 'modus operandi' bien definido, que por medio de la calumnia, incluso desde la más aparente angelical sátira o mofa, buscan la estigmatización de determinados grupos por razones de sexo, raza, creencias religiosas, ideología, pobreza o cualquier otra causa.
Afortunadamente, la democracia española, en los últimos tiempos ha sido un ejemplo de pluralismo y diversidad, gracias a valores compartidos que convergen desde diferentes visiones y creencias que la enriquecen y han permitido gozar de un amplio periodo de libertades, progreso y bienestar, acogiendo a todos sus miembros, que merece la pena preservar.
Por esa razón, la ciudadanía debemos impedir que las redes sociales se conviertan en un espacio de impunidad en la difusión de miedo y el odio por parte de los abusones; y episodios a los que he hecho referencia no pueden pasar desapercibidos y deben encontrar el más absoluto rechazo.