El apoyo familiar, clave para los jóvenes tras la pandemia

EFE
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Un estudio conjunto entre Fundación Fad Juventud y Fundación Pfizer destaca cierta reducción del pesimismo entre personas de 15 a 29 años. El 66,8% de los encuestados cree que la COVID-19 ha tenido un impacto negativo en la salud mental

El apoyo familiar, clave para los jóvenes tras la pandemia - Foto: Foto de Kindel Media pexels.com

El empeoramiento de la salud mental de los jóvenes y adolescentes y una mayor tendencia a sufrir problemas psicológicos es una de las consecuencias más visibles de la pandemia: el 24 % presenta problemas psicológicos con cierta o mucha frecuencia, un porcentaje que en 2021 era del 8,6 % y del 6,2 % en 2019.

Son los resultados de un estudio presentado este jueves y elaborado por la Fundación Pfizer y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) a partir de 1.200 entrevistas realizadas entre febrero y marzo de forma telemática a jóvenes de entre 15 y 29 años sobre los efectos que la pandemia ha causado en sus vidas tanto en los aspectos psicológicos como en el posible impacto sobre su devenir vital.

El 66,8 % de los entrevistados cree la COVID-19 ha tenido un impacto negativo en su salud mental, aunque también consideran que ha afectado negativamente a su capacidad económica (67,4 %) y a su acceso al trabajo (63 %).

La investigación Jóvenes en pleno desarrollo y crisis pandémica. Cómo miran al futuro subraya que antes de la pandemia el 40 % de los jóvenes nunca había experimentado problemas psicológicos o de salud mental, una cifra que actualmente se ha reducido hasta el 30,8 %.

Hay un pesimismo juvenil bastante amplio: para el 26,6 % la situación del país irá a peor; el 18,6 % cree que su situación personal empeorará y casi la mitad piensa que se agravarán las diferencias sociales, se perderán algunas libertades individuales y disminuirán las oportunidades de futuro.

Pese a ello, la investigación detecta "cierta reducción" del pesimismo respecto a las percepciones de 2020. Así, el 56,2 % de los jóvenes que aseguran que la pandemia les ha cambiado bastante o mucho, consideran que los cambios han sido para bien y que han salido mejores de la experiencia.

Se apoyan especialmente es su círculo más cercano, siendo familia y amistades "un anclaje afectivo fundamental" en sus vidas, y se quejan del tratamiento y la imagen social de la juventud, especialmente en los medios, que se ha extendido en este periodo, apunta el estudio.

Los investigadores inciden en que la pandemia ha afectado en el incremento de jóvenes que han pasado a sufrir este tipo de trastornos pero además advierten de que se han "feminizado" aún más los problemas de salud mental.

Son ellas las que manifiestan en mayor medida experimentar problemas mentales: una de cada tres admite tenerlos frecuentemente frente al 16,3 % de ellos.

La aparición de pensamientos negativos es el indicador psicológico que más empeora: más de la mitad (58,3 % de mujeres y 49,6 % hombres) reconoce que se han agravado; uno de cada tres jóvenes cree que nada tiene arreglo, que todo irá a peor y se siente un fracasado, y uno de cada cuatro considera que es una carga para los demás y que la vida es una carga inútil.

La directora técnica de la FAD, Eulalia Alemany, ha hecho hincapié en que la pandemia ha acentuado la brecha de género en los problemas de salud mental, lo que ha achacado en que la crisis sanitaria generó un estrés muy alto y una ansiedad en quienes cuidan, "una responsabilidad que recae en manos de las mujeres".

El perfil de quienes sufren en mayor medida afecciones mentales, además de ser femenino mayoritariamente, es el de los jóvenes de mayor edad (25-29 años), de clases bajas y medias bajas y que están en paro.

Casi 4 de cada 10 jóvenes asume que su estado de ánimo ha ido a peor como consecuencia de la pandemia, lo que también es más agudo entre las mujeres: la mitad declara que su estado de ánimo ha empeorado, lo que solo ocurre al 30 % de chicos.

La población joven se enfrenta a un contexto difícil: los problemas más importantes —según su propia opinión— son los salarios bajos, la precariedad laboral y la dificultad para la emancipación (para 3 de cada 10), seguidos muy de cerca por el paro y la falta de confianza que tiene la sociedad hacia los jóvenes.