Testigo de la historia: la chaqueta de Evaristo Peralta

Beatriz Jiménez Bermejo
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El teniente Peralta servía en el Regimiento de Cazadores de la Albuera Nº 16 cuando aconteció la sublevación del 19 de septiembre de 1886, que supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II y el inicio del denominado Sexenio Democrático

Testigo de la historia: la chaqueta de Evaristo Peralta

El siglo XIX fue una época convulsa en la que se sucedieron diversos pronunciamientos y sublevaciones para intentar cambiar el gobierno existente. La prenda que hoy les presentamos fue testigo de uno de ellos.

«Encuentro que nada es más propio para el objeto que se desea, una prenda del uniforme, que la chaquetilla que llevaba puesta en la que se ven los dos agujeros de entrada y salida de la bala y que empapada en su sangre, es testimonio muy elocuente del valor de mi desgraciado Evaristo (q.e.p.d.). No me habría desprendido de ella, sino viera que el deseo que Usted me transmite tiende a honrar y perpetuar su memoria en sitio que halaga mi amor propio, tanto que me decido, seguro, a desprenderme de aquella prenda».

Estas son las palabras con las que Dña. Nieves G. Terain, viuda de Evaristo Peralta, acepta donar la chaqueta de su marido para que forme parte del Museo Romero Ortiz. El aquel entonces teniente Peralta, servía en el Regimiento de Cazadores de la Albuera Nº 16 cuando aconteció la sublevación del 19 de septiembre de 1886.

La chaqueta de Evaristo Peralta era la destinada a servicio, según la Real Orden Circular de 31 de julio de 1882. Realizada en paño  de lana azul turquí, presenta una única hilera de botones de plata, sin órdenes de cordonaduras. Cuello en forma de caja, de tapilla corta, con doble ribete de cinta de seda negra. Mangas tubulares rematadas en trenza de seda negra, más ancha que las del cuello, con las estrellas de teniente realizadas en entorchados plateados. En los hombros, alamares de seda negra fijados con botón. En el lateral izquierdo, a la altura de la sisa, bolsillo de tapilla diagonal con botón más pequeño que los del frontal. Destacan dos carteras horizontales postizas a los dos costados y a la altura del talle, ribeteadas de cinta negra, y en medio de la espalda, a la altura de las lumbares, la cinta forma un lazo rematado con dos botones. El interior está forrado con sarga de algodón color pardo claro. Como señala su viuda, se observan los agujeros realizados por la bala que causó su muerte, así como restos de sangre.

La Sublevación del 19 de septiembre de 1889 fue liderada por el general Villacampa y protagonizada por la Asociación Revolucionaria Militar. Pretendía aislar a las fuerzas gubernamentales en Madrid. Villacampa, poniéndose al frente del pronunciamiento, adelantó la fecha de los hechos, lo que provocó su falta de éxito. El movimiento se inició por las guarniciones de Madrid de los batallones de Albuera, Garellano y Baleares, y con apoyos civiles. Pero las tropas de Alcalá de Henares y el cuartel de Artillería no respondieron. Pese a su intento de huir, Villacampa y otros militares fueron detenidos el 22 de septiembre, condenándoles a muerte, aunque fueron indultados por la Reina Regente.

La noche del 19, Peralta estaba ejerciendo de comandante de la guardia de prevención en el cuartel de su Regimiento. Fue encerrado en el calabozo por los sublevados, saliendo en su persecución en cuanto fue liberado. Los alcanzó en el pueblo de Vallecas, donde fue herido gravemente. Durante veinte días estuvo luchando por su vida, tiempo durante el cual la Reina Regente lo ascendió a capitán. Finalmente falleció, siendo enterrado el 8 de octubre. A su entierro acudió mucha gente y consta que se depositaron muchas coronas, entre las que destacaba una de la Reina Regente con los colores nacionales, y otra de su Regimiento, realizada con pensamientos y siemprevivas, con unas anchas cintas negras en las que se podía leer: «Los jefes y oficiales del regimiento de Albuera, a su heroico compañero D. Evaristo Peralta, asesinado por leal».