«Sería más sencillo si mirásemos con los ojos de los hijos"

M.G.
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"Me implico con mis pacientes más de lo que debería y a veces me toca desahogarme con los míos"

«Sería más sencillo si mirásemos con los ojos de los hijos"

m.g. / Toledo

Lo dice Lucía, mi pediatra. Una frase que se escucha a menudo en la calle, en los grupos de padres del colegio y en cualquier corrillo donde se hable de niños. Hay pocas personas ya que no conozcan a esta doctora y por si alguien todavía no la ubica se trata de Lucía Galán, pediatra, directora del centro médico Creciendo, en Alicante. Pero se pueden dar muchas más pistas. Esta conocida pediatra, con una importante proyección mediática desde hace tiempo, llena auditorios, genera miles de seguidores en las redes, vende muchos libros y da consejos muy útiles sobre cuidados infantiles. Lucía se ha colado con el estetoscopio sin darnos cuenta y se ha convertido en un referente para los padres, los espejos para sus pequeños que tienen que regalar una buena imagen, como da a entender esta pediatra que se pasa muchas horas del día dando consejos médicos y otros emocionales.

¿Sabemos escuchar, en general, lo que nos van diciendo nuestros hijos con sus emociones a lo largo del crecimiento?

Saber sabemos, son nuestros hijos, son parte de nosotros… Una vez que te conviertes en padre todo tu ser cambia y por supuesto que nos sentimos conectados a ellos y así será toda la vida. Lo que ocurre es que no siempre tenemos el tiempo para estar, para estar de verdad, cómo se debe estar, con esa escucha activa que todo niño necesita. Por eso, es tan importante aprender a parar, a compartimentar, como yo digo, a repetirnos de forma consciente y en voz alta si hace falta: «Ahora le toca a los míos y este tiempo y espacio es sagrado».

¿Cuántas veces te repites que lo estás haciendo bien con tus hijos? Quizá si los padres se lo repitieran más a menudo no se sentirían tan vulnerables, ¿no?

Mucho, me lo repito mucho. Y no es soberbia ni ego, es amor propio, es autoestima maternal alta. Y lo hago porque antes estuve mucho tiempo culpabilizándome sin conseguir nada positivo. Descubrí que cuánto mejor me hablo, mejor me siento. Y que cuánto mejor me siento, más felices son los míos. Así que creo que por un lado debemos hablar más con nosotros mismos y, por otro lado, no ser tan autoexigentes porque en muchas ocasiones lo único que necesitamos es un «que sí, que lo estás haciendo bien, que eres una buena madre. ¡Adelante!» 

¿Deberíamos los adultos volver de vez en cuando a ser un poco niños?

Por supuesto. Uno se hace viejo no cuando cumple años sino cuando se olvida del niño y del adolescente que fue. Todo sería mucho más sencillo si intentásemos mirar de vez en cuando con los ojos de nuestros hijos, con esa inocencia, ese buen pensar, esa pureza, esa necesidad de juego y diversión, esa tranquilidad para hacer las cosas. ¿Nunca te has dado cuenta que los niños no hacen varias cosas a la vez? ¿Que lo de la multitarea es un invento del adulto? Ellos hacen una cosa e intentan hacerla bien y luego pasan a otra y luego a otra y no necesitan mucho más… ¡Qué envidia! ¿No te parece? 

En general, ¿vamos demasiado al pediatra?

Pues considero que al principio se va mucho y luego se va menos, pero es natural. ¿Quién no tiene dudas con su primer hijo? ¿Quién nace aprendido? ¿Quién llega a este viaje sin miedo y sin dudas? Creo firmemente en la educación sanitaria, llevo muchos años en esto. Si a los padres les vas dando herramientas y aprendizaje para que sepan desenvolverse solos ante las pequeñas dificultades o enfermedades banales por las que pasarán sus hijos, al final las visitas a la pediatra son las habituales y las que corresponden cuando las cosas no terminan de ir bien. Eso sí, hace falta tiempo para poder llegar a ese nivel de educación sanitaria en las familias que siempre agradecen. A ningún padre le gusta estar cada dos por tres en el pediatra. 

Escucho mucho en la calle eso de ahora los niños cogen de todo, hace años no había tantos virus ni estaban tantas veces malos. ¿Es cierto?

No, no es cierto. Los niños enferman igual que antes, incluso menos. La mortalidad infantil ha disminuido en todos los rangos de edad lo que ocurre es que ahora todo es noticia y la información llega rápidamente a cualquier parte del mundo en cuestión de segundos por lo que nos da la sensación que continuamente están sucediendo cosas terribles a miles de niños de nuestro entorno, pero esto no es real en nuestro medio. Yo he estado en varias ocasiones en África y debo decir que tenemos que dar gracias por la sanidad que tenemos y por los medios de los que disfrutan nuestros hijos. 

¿Por qué nos asusta tanto la fiebre a los padres?

Por desconocimiento, porque los padres la asocian a una enfermedad grave, porque es el primer signo de alerta de que algo en el cuerpo de nuestro hijo no funciona bien, porque se escuchan muchas cosas y porque tener miedo a lo desconocido, es más, tener miedo a la enfermedad es lo más natural del mundo, máxime cuando hablamos de nuestros hijos. Por eso es tan importante la figura del pediatra como tranquilizador y de algún modo ‘educador’ explicando a las pacientes el porqué no debemos alarmarnos ante la fiebre, qué debemos hacer, qué signos hay que vigilar y cuándo consultar con el pediatra. 

¿Deberíamos los padres estar mejor formados en primeros auxilios y percances domésticos que pueden suceder con peques en casa?

Sin duda. Nadie está exento de sufrir un accidente con uno de tus hijos. Nadie. Las lesiones no intencionadas o accidentes constituyen la primera causa de muerte en la infancia entre los 5 y 18 años de edad en la Unión Europea. 

En España, las causas más frecuentes de lesión traumática son las caídas y precipitaciones, seguidas de los accidentes de tráfico. Los niños en edad preescolar son víctimas frecuentes de accidentes domésticos, caídas, precipitaciones desde altura, ahogamientos, quemaduras e intoxicaciones así que todo lo que podamos aprender al respecto, siempre es positivo.  

¿Cómo afrontas la eterna batalla de la lactancia materna y la artificial?

No viéndolo como una batalla. La lactancia materna es el mejor alimento que les podemos dar a nuestros hijos de forma exclusiva hasta los seis meses y hasta los dos años o mas junto con alimentación complementaria. Ahora bien, con toda la información disponible encima de la mesa y habiendo asesorado a cada familia, la madre es libre de elegir el tipo de alimentación que le va a dar a su hijo. 

Yo soy pediatra y les he dado pecho a mis hijos hasta que ellos quisieron, que fue más o menos hasta el año. Pero lo que no soy es jueza. Estoy aquí para ayudar, para aportar, para asesorar y para acompañar, nunca para juzgar. 

¿Habría que regular mejor los productos infantiles para evitar el bombardeo publicitario de un montón de ellos con importantes dosis de azúcar? 

Sin ninguna duda. Tenemos unos de los índices de sobrepeso y obesidad más altos de Europa y esto es responsabilidad de todos. Debemos aunar esfuerzos y recursos tanto profesionales sanitarios, escuelas, administraciones, instituciones, gobiernos y por supuesto, industria alimentaria y publicitaria.   

¿Es saludable dar de comer a los peques siempre que lo pidan, más allá de cinco comidas diarias? Es una práctica que veo mucho a mi alrededor.  

No veo necesidad de dar de comer a los niños siempre que lo pidan salvo en la época de lactancia donde siempre decimos que la lactancia es a demanda. Una vez que el niño es mayor y ya tiene unos horarios establecidos y unas rutinas diarias, no veo positivo ofrecerle comida siempre que la pida. Habrá niños que en esta situación se regulen muy bien, pero habrá otros en los que les pueda suponer un sobrepeso. Desde mi punto de vista, los niños han de comer a unas horas establecidas en compañía de su familia si puede ser, sentarlos a la mesa a comer con el resto de la familia y hacerlo desde que son pequeñitos para que aprendan a disfrutar de ese momento junto a los suyos, que puedan imitar los buenos hábitos de sus padres y podamos al mismo tiempo educarles en una alimentación saludable alrededor de los alimentos que estamos comiendo.  

Hace poco hablé con la presidenta de la Fundación Luz Casanova, Julia Almansa, un colectivo que trabaja con menores y adolescentes que sufren violencia de género y me comentó la necesidad de que en las consultas los pediatras tengan más tiempo para detectar si un menor está sufriendo o no violencia en su casa. ¿Hay protocolos?

Sí, los hay. Lo que falta es lo que has dicho, tiempo. Son casos complejos, difíciles, delicados y que ni se sospechan ni se confirman en una primera visita de diez minutos. Hace falta mucho tiempo para ir conociendo a esa familia e ir tendiendo lazos de confianza que garanticen un buen final. Pero es un tema tan importante y tan presente en nuestra sociedad que nunca deberíamos perderlo de vista por muchos niños que veamos en una mañana. 

Me gusta la frase que dices en ocasiones. ‘El niño no tiene que ser el centro de tu vida, el centro de tu vida eres tú’. ¿Hay que enseñar a los padres a aprender a vivir cuando se tiene un niño?

Sí, el centro de la vida es uno mismo. Si mamá o papá no están bien, difícilmente nuestros hijos estarán bien. De ahí viene esa frase. Para dar lo mejor de mí a mis hijos yo necesito estar bien y para ello, a veces, he tenido que tomar decisiones pensando justamente en esto, en mi bienestar y en mi propia salud. Y no es egoísmo, no, precisamente uno toma ese tipo de decisiones por la felicidad de todos. Así que no pasa nada porque los padres salgan de vez en cuando sin niños a cenar o incluso a pasar un fin de semana, van a seguir siendo unos padres maravillosos. Porque además de ser unos padres estupendos que queremos a nuestros hijos más que a nada, somos otras muchas cosas a las que no tenemos por qué renunciar. Así que yo personalmente intento compaginar vida familiar todos juntos y vida en pareja, porque nosotros también necesitamos de esos paréntesis que nos sientan tan bien. 

Imagino que tendrás cientos de anécdotas en tu consulta. ¿Me podrías contar una que te haya hecho reír?

Trabajar con niños es una auténtica pasada. Me siento muy afortunada. Esta semana vino un paciente a la consulta de unos 4-5 años. Estaba sentadito con las manos apoyadas en la mesa escuchando atentamente lo que yo les estaba explicando a sus padres y sin decir ni mu. Y de pronto levantó el brazo como para pedir su turno como hacen en el cole. Sus padres le miraron con curiosidad y yo interrumpí nuestra conversación para decirle:

-Dime cariño ¿Qué te pasa? 

Y de repente va y me dice:

-¿Quieres casarte conmigo? 

Lo dijo tan serio y tan formal que no supe qué decirle. Sus padres no podían parar de reír. Finalmente, la mamá le preguntó qué por qué quería casarse conmigo. Y dijo: ‘Porque así cuando me ponga malito entre tú mamá y Lucía, me curáis bien’. 

¿Qué preocupaciones te llevas a casa de las horas de consulta?

Imagino que las de cualquier médico. Al final la mayor parte de mi día a día lo paso entre pacientes. Pacientes a los que conozco desde hace ya años y con los que he pasado situaciones complejas y difíciles o pacientes a los que acabo de conocer. Soy pediatra por encima de todo lo demás, me implico con mis pacientes quizá más de lo que debería, pero no sé vivir mi profesión de otra manera, así que a veces me toca sentarme a cenar y desahogarme con los míos en un intento de buscar el consuelo que a veces no encuentras en ningún otro lugar. 

¿Te imaginabas que ibas a alcanzar tanta proyección mediática en tan poco tiempo?

Son ya cinco años de muchas horas tras la pantalla del ordenador, del móvil, muchas horas robadas a mi sueño y descanso, horas también que les he quitado de juego a mis hijos por perseguir un sueño.  Y lo que me hace verdaderamente feliz no es la proyección mediática, esto ha venido sin avisar y sin buscar, lo que hace que todo merezca la pena es la gente, los cientos de mensajes, cartas, mails que recibo de los lectores con mensajes de agradecimiento por lo mucho que les han ayudado mis libros y el llegar cada mañana a mi centro, a Creciendo, poder compartir trabajo con unos compañeros que son un regalo de los que aprendo cada día y ver la salita de espera llena de familias que han depositado en nosotros su confianza. 

No sé de dónde sacas tanto tiempo para ejercer como pediatra, participar en los medios, escribir libros, compaginar todo esto con la familia… ¿Es cuestión de organizarse o hacer un sobreesfuerzo excesivo?

Es cuestión de organizarse, de sacrificarse, de tomar decisiones, de coger, pero también de aprender a soltar. Siempre digo que esto es como iniciar un largo viaje en coche, uno no puede pretender meter en el coche todo lo que encuentra en su paso porque llegaría un momento en el que el coche se pararía por exceso de carga ¿verdad? Pues yo hago lo mismo, si acepto un proyecto es porque me gusta, porque me entusiasma, porque creo en él y porque he encontrado el hueco para hacerlo. Todo ello teniendo muy claras dos cosas, mis dos prioridades: una mi familia, el tiempo con mi familia no es negociable. Y dos: mis pacientes, sigo pasando consulta todos los días en mi centro médico y son aquellos a quienes me debo. 

Cuatro libros y una agenda en poco más de tres años… ¿Seguirás con una proyección editorial tan intensa?

Mi cabeza no para. De hecho, ahora estoy terminando mi sexta obra con Planeta, la más extensa y la que más tiempo me está llevando. Debo entregarla a finales de diciembre para que podamos salir con ella en primavera, así que voy contrarreloj arañando ratos libres para darle a la tecla. Esto es un no parar, pero me hace tan feliz…