Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


A jugar con las gallinas

22/12/2022

Paro poco en casa, como casi todos, y cuando estoy suelo poner la radio, para enterarme de qué pasa por el mundo, mientras me afano en alguna tarea doméstica pendiente.
Sería pura coincidencia, pero en un breve lapso se sucedieron dos noticias sobre animales. Una informaba sobre un negocio de parques donde tener entretenidos a los perros, mientras los humanos con los que conviven tienen que ocuparse de otra cosa. Advertía de que era aconsejable «no llevar a los pequeños con comida» -no se explicó si en la mochila- para evitar que acabaran peleándose entre ellos.
Lo primero que pensé es que a nadie que conozca a los animales, premisa obligatoria para cuidar de ellos, se le ocurriría tal despropósito. A la vez, recordaba como Sandalia, magnífica mastín de nueve meses, sale disparada, aun cuando le sobra comida, en cuanto vislumbra la oportunidad, si alguien deja la puerta abierta, para pelear a los gatos su ración y, aunque le dan un miedo atroz, va lanzada hacia el pesebre de los potros para discutirles el pienso.
Poco después, se emitía un programa sobre adopción animal que animaba a los padres a llevar a sus hijos a jugar con las gallinas para fomentar su adopción como mascotas. No recuerdo donde era o quizás ni me interese. Jugar con las gallinas…
Aunque los humanos creamos que toda actividad u ocupación de un animal, que no dedica a una finalidad vital inmediata, podría considerarse un juego, no es tan sencillo y menos si hablamos de gallinas. El estudio y la investigación son requisitos imprescindibles para, una vez conocidas las necesidades comportamentales de los animales, evitar hacerles sufrir obligándoles a desarrollar conductas impropias de su etología.
Los hábitos de las gallinas, obviamente, han ido transformándose por la domesticación, pero distan mucho de ser compatibles con los hábitos humanos. De hecho, han perdido habilidad para volar, pero practican el vuelo corto cuando se sienten amenazadas, para salvar obstáculos o para alcanzar una rama donde dormir en cuanto se pone el sol. Las gallinas son territoriales y gregarias, aunque cautelosas porque conviven en régimen de jerarquía por dominancia establecida por orden de picoteo, lo que les hace conscientes de las fortalezas y debilidades de sí mismas y del resto del grupo. Necesitan acicalar su plumaje para mantenerlo limpio y aletean con frecuencia para estirar y fortalecer las alas. Siguiendo su instinto dedican la mayor parte del día a explorar el terreno, picoteando y arañando todo lo que está a su alcance, por lo que parece aconsejable que vivan en su medio.
  Puede ser que el ser humano, inconsistentemente, discrimine, aplicando un pensamiento antropomórfico, entre animales económicos y animales a los que dispensa un cuidado especial en su hogar y denomina mascotas. No pocos autores consideran que es un comportamiento parenteral mal dirigido, favorecido por los rasgos infantiles de los animales que activan el instinto humano dirigido a brindar cuidados a la prole.
Mientras me quedo pensando en si el buey y la mula serían o no mascotas, les deseo ¡Feliz Navidad!

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