Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Teoría e hipótesis

02/04/2020

Cada uno baraja y reparte sus teorías para explicar lo que sucede. Es verdad que teorizar es la parte más creativa del proceso antes de cosechar el saber suficiente para comprender las cosas, pero se precisa de un método porque si no nos perderíamos entre la niebla de las opiniones, de los pareceres, de las impresiones o de las emociones. La teoría por su naturaleza es abstracta y debe validarse con hipótesis constatables empíricamente para explicar, dando cuenta de forma causal, un fenómeno y no quedarnos en la mera tautología.
Entre las muchas teorías que ahora te llegan, leía una que insinuaba que siempre estaremos en peligro, puesto que las nuevas enfermedades nos llegarán desde los animales silvestres. Como es en China donde se emplean como alimento y en la medicina tradicional, para lo que se llevan a sus abarrotados mercados a estos animales, pues se convertirá en la principal fuente de transmisión de enfermedades para el mundo entero.
Si algo caracteriza a la naturaleza es la diversidad biológica y eso no significa más que hay una amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra. De esta manera, los distintos ecosistemas y la variabilidad genética –las diferencias genéticas intraespecies- permiten distintas formas de vida que pueden adaptarse al entorno para asegurar la supervivencia del mundo, a pesar del empeño del hombre en conseguir lo contrario. Los animales silvestres, como los domésticos y los que se crían en las ganaderías, funcionan también como reservas de esa diversidad y pueden transmitir enfermedades al hombre, al igual que el hombre contagia enfermedades a los animales.
Por eso, no se trata de acabar con la fuente de contagio sino de procurar su control, puesto que los humanos cada vez invadimos más los ecosistemas silvestres. Es en ese control donde radica la diferencia en las distintas partes del mundo. En la UE empleamos como alimento a los animales silvestres, procedentes de la actividad cinegética, pero están sometidos a normas específicas de control sanitario, transporte y comercialización que deben observarse antes de ser liberadas al consumo humano las piezas abatidas en cacerías y monterías.
Recordando aquello de que lo que hoy es noticia mañana es historia, qué remotas parecen las manifestaciones de los agricultores por nuestras ahora desiertas calles. Defendían entre sus argumentos que el cumplimiento de todas las normas, a las que obliga el modelo agrario europeo, les supone unos costes que en otros países no se soportan y que les dificulta competir en el mercado mundial. Entre esas rigurosas normas europeas se disponen todas las relativas a la seguridad alimentaria para proveer de alimentos sanos, saludables y de calidad al consumidor, incluyendo el control oficial para la prevención de las zoonosis.
Controles oficiales que también se han visto afectados por las restricciones de movimiento para frenar la propagación del COVID-19 por lo que la Comisión europea ha publicado esta semana medidas para flexibilizarlos con el fin de facilitar el movimiento de animales, plantas, alimentos y piensos dentro de la UE, a pesar de las circunstancias.