Reconoce el asesinato de su madre y baja la pena 10 años

J.M.
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La Fiscalía y la defensa alcanzan un acuerdo de conformidad con una petición de condena de 15 años de cárcel contra José Alberto G. S. por matar a su progenitora en su casa en Talavera

Reconoce el asesinato de su madre y baja la pena 10 años - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

José Alberto G. S. reconoció en la Audiencia Provincial y ante el Tribunal del Jurado el delito del asesinato de su madre que le atribuía el Ministerio Fiscal y logró una rebaja considerable de la petición de pena. Los 25 años de cárcel iniciales quedaron reducidos a 15 de prisión por la muerte de Valeriana Dominica S. R. en el domicilio que compartían en Talavera, con la atenuante de consumo habitual de cocaína. De esta manera, el juicio señalado hasta el día 29 ha concluido con el veredicto de culpabilidad por unanimidad.

El acusado asumió con ocho síes la acusación del fiscal, José Luis Gómez-Rivera. José Alberto confesó que discutía con frecuencia con su madre, de 80 años, y que la golpeó aquella madrugada del 2 de febrero de 2016. También que tardó unas tres horas en avisar a los servicios de emergencias. Y aclaró que consumía diariamente cocaína. Fue una declaración inculpatoria breve y con gestos de angustia.

La conformidad alcanzada entre la Fiscalía y la defensa incluía una rebaja de los 25 años de prisión iniciales a la pena más baja por asesinato. De esta manera, la petición se redujo a 15 años de cárcel por la atenuante de consumo habitual de cocaína, tal y como demostró el Instituto Nacional de Toxicología en una prueba objetiva con una muestra del cabello del acusado, que actualmente tiene 48 años.

La narración de los hechos, según el escrito de la Fiscalía, comenzó a la 1,30 horas de la madrugada del 2 de febrero de 2016. El acusado estaba enfadado con su madre por las veces que requería su presencia para ayudarla, puesto que la mujer tenía problemas locomotores y se apoyaba en un bastón. De esta manera, el texto detalla que fue a la habitación de su progenitora y la asió fuertemente de los brazos; la zarandeó y golpeó repetidamente y con gran fuerza en la cabeza, en las piernas y en los brazos. A continuación, la empujó violentamente y provocó que cayera al suelo y quedara tendida en la habitación. Sangrando.

El acusado escuchaba los lamentos de su madre y veía la profusión de sangre; no obstante, permaneció en el domicilio sin prestar ayuda y tardó unas tres horas en avisar a los vecinos y a los servicios de emergencia. La víctima murió en el Hospital Nuestra Señora del Prado aquel mismo día, a las 11,30 horas, a consecuencia de un traumatismo craneoencefálico grave. El examen posterior del cuerpo reflejó múltiples heridas consistentes en hematomas en ambos brazos, y en el segundo y tercer dedo de la mano derecha, así como múltiples hematomas en ambas piernas y en la espalda, con fractura-estallido de la vértebra dorsal.

Asimismo, sufrió una hemorragia conjuntival en el ojo derecho, la fractura de los huesos propios de la nariz, hemorragia nasal, múltiples hematomas en la cara y en el cráneo.

De esta manera, la labor de los nueve integrantes titulares del Tribunal del Jurado quedó limitada en el juicio. No obstante, la magistrada devolvió en una ocasión el veredicto por considerarlo contradictorio, puesto que el jurado no consideraba probado el consumo de drogas. «Este señor ha salido de la droga», apostilló la defensa durante el juicio.

el veredicto. Así, el fiscal y la defensa explicaron que la atenuante se aplicaba por la ingesta habitual de esta droga, que quedó comprobada como prueba indubitada por el Instituto Nacional de Toxicología. Una muestra de pelo sirvió para confirmar esta práctica, puesto que, según la longitud del cabello, se puede saber a cuántos meses se remonta el consumo. «Hay un límite acusatorio. Si no, estaríamos en la Inquisición», vino a decir la magistrada para que los integrantes se ajustaran a la acusación de la Fiscalía.

El Tribunal del Jurado deliberó de nuevo y encontró al acusado culpable por unanimidad. El fiscal detalló entonces que la petición quedaba limitada a 15 años de prisión con la atenuante del consumo habitual de cocaína. Antes de salir acompañado de los agentes de la Policía Nacional, el autor confeso se fundió en un abrazo con su abogado.