«O se vacuna al planeta en meses o no valdrá para nada»

M.G
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El presidente de honor de la Asociación para un Acceso Justo al Medicamento y exconsejero de Sanidad de CLM explica la necesidad de eliminar las patentes de las vacunas y de implementar medidas para controlar la pandemia de covid

«O se vacuna al planeta en meses o no valdrá para nada» - Foto: JUAN LAZARO

La pandemia de coronavirus está a punto de cumplir un año. ¿Se puede hacer ya un balance?          

Sí, de lo que supone este episodio para la humanidad. Como observador y ciudadano  estoy impresionado por este problema severo que causa dolor, muerte, que afecta a todos los sectores y a todo el mundo simultáneamente. Llevamos un año así y es una experiencia dolorosa, no deseable, pero tiene una enseñanza que deberíamos aprender, que todos somos una gran familia en este pequeño planeta, que a todos nos afectan los problemas, el cambio climático, la necesidad de un desarrollo sostenible y las enfermedades y nos debería mover a buscar también soluciones globales y no personales.

La pandemia nos pilló desprevenidos. Hubo algunos avisos con la gripe aviar, el ébola o el primer SARS hace años, pero no llegó a afectar tanto a la población. La gripe A saltó y fue un virus nuevo que afectó al planeta pero era menos letal que la gripe estacional. No teníamos nuestros sistemas preparados para una pandemia de verdad y cuando llegó la actual el año pasado respondieron mejor a su gestión los países del área de Asia, que los de Occidente, es decir, Europa, Estados Unidos y América Latina. Tendríamos que aprender porque vendrán más pandemias y es posible que la próxima pueda ser más letal.

La covid es muy mala y ha hecho mucho daño, pero la letalidad es baja relativamente porque se han afectado unos 109 millones de personas y han fallecido dos millones y medio. La letalidad es de un 2%, pero si fuera de un 10 o un 15% nos hubiera barrido con la respuesta que hemos dado porque no hubiéramos sido capaces de frenarla. Y nos debe hacer pensar que somos una familia y la respuesta debe ser global y eficiente.

Estamos en el descenso de la tercera ola, pero los expertos ya hablan de que la cuarta llegará a mitad de marzo. ¿Se puede hacer algo más para evitar que sea tan grave?

En otros países que lo han hecho mejor han realizado un refuerzo muy potente en Atención Primaria y en  los sistemas de seguimiento de los casos, los contactos y el aislamiento de los necesarios. Es la batería de medidas indicadas para hoy y para el futuro, así que habría que contratar muchos más rastreadores, más profesionales de Atención Primaria y de la red hospitalaria y conseguir un sistema sociosanitario de seguimiento y de garantía de que los contactos pueden hacer su cuarentena.

Con el sistema actual no lo estamos comprobando en muchos casos, salvo en pueblos pequeños, y debería realizarse con más rigor, pero se necesitan cambios, ofrecer a las personas que deben estar aisladas durante diez o quince días más herramientas, como una remuneración alternativa para garantizar el sustento, más protección contra el despido, y alojamiento, como hoteles medicalizados para acoger a los contagiados cuyos domicilios no sean adecuados para aislamientos. Y se puede hacer en esta pandemia para prevenir las próximas olas porque si no llevamos una estrategia de supresión seguirá apareciendo el virus.

Además, requiere la conciencia de la sociedad. En Nueva Zelanda, Corea del Sur, Taiwan, Japón y China, por ejemplo, han padecido otras epidemias anteriores y la población está más concienciada para tomar estas medidas. A nosotros nos cuesta, tenemos negacionistas, gente que  está en contra de la mascarilla porque cree que coarta la libertad, y haría falta que se generara una confianza social que ayudaría a que las medidas que se tomaran en los países y en las comunidades autónomas españolas fueran homogéneas. Aquí la sociedad ha respondido fenomenal, pero hay una minoría que se salta las normas y perpetúa el problema y ahí falta afinación en los sistemas de seguimiento y control, de aislamiento y de sanción.

También se han hecho muchas cosas bien y se ha aprendido mucho en el sector sanitario y en el administrativo, pero hay que afinar.

Se habla mucho estos días del confinamiento estricto de Melbourne por tres o cuatro casos de covid. Sin embargo, otros países como el nuestro diagnostican miles de contagios diarios y no se decreta este tipo de medida. ¿Tiene que ver también con el hecho de que los países más ricos son más estrictos porque se lo pueden permitir o lo hacen porque es una estrategia más?

Los países que han hecho estrategia de supresión se han recuperado mucho antes que los que se han decantado por una de mitigación, como la Unión Europea, permitiendo que el virus circule y realizando confinamientos hasta que el sistema sanitario puede respirar para volver a dejar que la gente se mueva, como estamos haciendo ahora. España tiene una incidencia acumulada de 349 casos por cada 100.000 habitantes y se van a ampliar los horarios, los aforos y demás porque las UCIS ya no tienen tanta presión, pero en los otros países optan por confinamientos severos como en la primera ola, donde la incidencia bajó a menos de 25 casos por cada 100.000 habitantes en España, lo que suponía 200 o 300 casos diarios y no los 8.000 y 10.000 que hay ahora todos los días.

Por tanto, con confinamientos severos, más la ayuda de 15.000 rastreadores que deberíamos tener, y otros 20.000 profesionales de refuerzo en el sistema sanitario, incluido el personal administrativo, sería sencillo controlar los contagios. Los países con esta estrategia han perdido menos riqueza y se están recuperando antes porque la economía no se daña tanto tiempo.

Por tanto, la clave está en el seguimiento tras el confinamiento estricto. Lo que se está haciendo en Castilla-La Mancha con el código QR en  locales hosteleros se lleva haciendo mucho tiempo en otros sitios y ayuda a controlar si se producen contagios. Los sistemas de información potentes son elementos clave, pero aquí no lo estamos haciendo así a pesar de que el impacto de la letalidad sería mucho menor. Entiendo que tampoco es fácil y si fuera de nuevo consejero de Sanidad no lo vería fácil porque tiene que ver con la psicología colectiva, con las distintas culturas y costumbres.

Aun así, estamos aprendiendo e iremos fortaleciendo los sistemas de información, ya que no es lógico que no haya datos los sábados y domingos en el sistema sanitario de salud.También es necesario cambiar leyes porque ahora hay personal de residencias que trabajan en más de una porque el salario es bajo y provoca una fuente de contagio importante. En las residencias ya no debería haber habido contagios desde la primera ola porque son sitios cerrados y se podía controlar a todo el que entra, con lo que los trabajadores tendrían que hacerse PCR dos veces a la semana y plantear una norma que no permita la movilidad de personal entre residencias, pero incorporando fórmulas para que no les afecte en el ámbito laboral.

El refuerzo de personal sanitario no está siendo fácil porque las administraciones insisten que no hay sanitarios para contratar.

Es posible. No tengo información detallada porque ya no estoy en la gestión. Cuando fui consejero de Sanidad en Castilla-La Mancha si era necesario realizábamos contratación de personal fuera de la región y del país incluso. Es cierto que hay momentos en los que se acaban las bolsas de trabajo, pero también hay personal que se ha ido a trabajar a la sanidad privada porque en la pública no ofrecían contratos interesantes. Si son contratos de un mes o de fines de semana uno no cambia de trabajo, si son de dos o tres años y la posibilidad de opositar, uno se lo piensa. Muchos de los que se han ido fuera de España porque aquí no tenían condiciones sí se vendrían para acá.

Además, hay técnicos auxiliares de enfermería que pueden ayudar mucho en la covid, al igual que los trabajadores sociales y otros profesionales donde no hay tanta carencia porque es posible entrenar a otras profesiones para labores de rastreo y descargar a médicos y enfermeras de Atención Primaria que han estado realizando esta labor en etapas anteriores. Hay que contratar personal para el rastreo y para el sistema sanitario de por vida porque habrá más pandemias y más pronto que antes.

Antes vivíamos más ajenos a posibles pandemias y ahora parece que han saltado las alarmas y se producirá otra en poco tiempo.

Sí, lo estamos viendo porque los expertos dicen que tienen que ver con el cambio climático y con la deforestación de los hábitats naturales, que provocan que los animales se acerquen a otros. En relación con un cambio de especie, así apareció el sida en los años 80, pero aunque el virus hizo mucho daño el contagio estaba localizado porque se transmitía por relaciones sexuales sin protección y vía parenteral, pero si se produce por vía aérea asusta más porque tiene mayor rapidez. La gripe aviar era muy letal, pero muy poco contagiosa y estábamos muy tranquilos. La gripe A era poco letal y también estábamos tranquilos, pero el coronavirus es muy contagioso y con una letalidad del 2%, que ya es mucho, y produce secuelas.

Las pandemias parece que están viniendo con más frecuencia y aunque sólo sea una posibilidad tendríamos que tomar medidas como si se fuera a producir una pandemia con una letalidad del 10% aunque nunca ocurra. Y habría que tomar más medidas porque lo que hemos hecho hasta ahora no nos valdría.

¿La covid ha ampliado la brecha entre la sanidad pública y la privada?

Sí. La sanidad pública está tocada desde la crisis financiera de 2010 y no ha remontado el recorte que hubo. Y ahora con este problema se ha visto agotada. Al mismo tiempo, la sanidad privada ha ido ganando terreno y la desinversión de la pública ha ido a la privada. En diez años se ha notado cómo el ciudadano ha ido poniendo más dinero de su bolsillo porque no había inversión pública, las pruebas se retrasaban y las listas de espera aumentaban. Si antes de 100 euros de gasto sanitario, 80 eran de gasto público y 20 euros de privado, ahora ya son 30 euros de bolsillo y 70 de gasto público, que se ha traducido en mejores equipamientos en la sanidad privada y peores en la pública en general.

Con la pandemia la sobrecarga la ha soportado la sanidad pública, que tiene la obligación de hacerlo, y la privada, que no la tiene, está más descargada y puede atender mejor a los procesos de atención no relacionados con el covid. En algún caso ha colaborado  con el coronavirus, pero en otros muchos no.

Mucha gente no entiende por qué resulta tan complicado acceder a los centros de salud en esta pandemia, dado que se ha instaurado la atención telefónica en muchos casos, algo que está provocando, según cuentan muchos sanitarios, un aumento de la presión asistencial en Urgencias. ¿Es lógico este blindaje de la Atención Primaria?

Hay que valorar en cada caso la presión de la pandemia y el riesgo de contagio. Se tomaron estas medidas  al principio y se dijo que no se acudiera a los centros de salud salvo que fuera muy necesario y se reforzaron en muchas comunidades autónomas las líneas telefónicas. En algunos casos es interesante en controles de rutina u otras consultas y así se evitan riegos para los pacientes y los profesionales, pero si no se han reforzado suficiente las líneas de trabajo y el personal sanitario únicamente se dedica a ello y no puede realizar atención presencial  se produce un deterioro. Al final, si el ciudadano no puede realizar la cita ni telefónica ni presencial acaba yendo a Urgencias. Todo requiere un equilibrio. Es muy interesante la telemedicina e importante para este proceso, pero no debe convertirse en la pauta para todo y la administración tiene que estar muy atenta a cómo está funcionando.

La vacunación se inició a primeros de enero, pero se advierte un importante retraso y hay un porcentaje muy bajo de vacunados en relación a otros países europeos. ¿Puede pasar factura?

La respuesta con las vacunas tiene que tener un enfoque de humanidad porque si no nos vacunamos todos no habrá nada que hacer, el virus seguirá circulando y mutando y la vacuna que nos pusimos no valdrá para nada. Hay que vacunar a todo el planeta rápidamente porque si no  se vacuna en tres, seis o nueve meses a toda la humanidad no funcionará y habrá que volver a inventar otra vacuna porque el virus habrá mutado y se escapará.

La vacuna ha tenido efectos positivos en la investigación porque los países han invertido muchísimo en pocos meses y se han acelerado los procesos. También Estados Unidos, Rusia, China y Europa han desarrollado vacuna y se han realizado contratos de compra anticipada a Moderna, AstraZeneca y Pfizer, entre otras, para su fabricación, la contratación de la materia prima, el personal y la planta. De hecho, en España estamos vacunando con tres vacunas, están a punto de salir otras, y hay países que han desarrollado la suya, pero no es positivo que el enfoque de explotación y comercialización  haya sido como si no estuviéramos en pandemia y se haya dejado a las empresas la titularidad de la patente y la explotación.

¿Habría que eliminar las patentes?

Claro. Como contribuyente das el dinero para la investigación y para la fabricación, pero luego le das la propiedad de la patente a la empresa y un monopolio de 20 años para que ponga el precio que quiera, gane mucho dinero y fabrique las que quiera.  ¡Eso no puede ser!  Además, las empresas deciden cuántas vacunas fabrican para controlar la oferta y la demanda, ceden contratos para que otras empresas fabriquen más, pero sin ceder la tecnología. Más o menos, se está vacunando a unos seis millones de personas al día en el mundo,  y en España a unas 65.000 a diario, con lo que tardaríamos dos años y medio en vacunar al 70% de la población. Por tanto, en el mundo se tardaría cinco años en alcanzar ese porcentaje de vacunados y en este tiempo no quiero contar lo que el virus podría hacer. Así, la vacuna no valdría.

Pero los gobiernos tendrán capacidad para cambiar ese modelo y pisar el acelerador dada la gravedad de la pandemia, imagino.

Claro, pero se están dando las patentes a las empresas para que fabriquen y vendan al precio que quieran. Es el gobierno el que tiene que cambiarlo. En tiempos normales tampoco es el mejor modelo, pero ahora no toca eso, toca hablar de pandemia, de solución global y en un tiempo corto y tenemos la oportunidad de hacerlo en esta pandemia y en las que vengan, con lo que los gobiernos deberían decidir la suspensión de todas las patentes de tecnología covid hasta que termine la pandemia.

¿Y sería viable vacunar a la población mundial en tan poco tiempo?

La pregunta que nos tenemos que hacer como gobiernos y como ciudadanos es, ¿cómo lo hacemos? Tenemos que ser capaces de hacerlo. En esta pandemia saldremos librados, con algún deterioro económico y desempleo porque no es muy letal, pero como venga otra con mayor letalidad no nos libramos. Tenemos que ser capaces de hacer lo que hemos hecho para desarrollar las vacunas en seis meses y también una aplicación y distribución en seis meses.

En este sentido, hay que multiplicar la capacidad de producción ampliando la tecnología, adaptando empresas, y tienen que ser los gobiernos. Hay que decirle al G-20 y a los señores de Naciones Unidas que decidan por la seguridad del planeta. Sin embargo, EE.UU y la UE se oponen a la suspensión de las patentes que piden algunos países y creen suficiente con ampliar la producción de la empresas.    

Quizá el problema sea también el personalismo, que los países no son capaces de pensar en global.

Claro, es el sálvese quien pueda. El 15% del planeta, es decir, muchos países desarrollados hemos comprado las vacunas con posibilidades, hasta cinco dosis por persona, mientras en África y América Latina han comprado una de cada diez. Es pan para hoy y hambre para mañana y en una pandemia no vale para nada.

Esta eliminación de patentes,  podría servir para otras enfermedades, como el cáncer, que  se encuentran con investigaciones que se frenan por temas económicos y de rentabilidad de las farmacéuticas?

Sí. Con los medicamentos para la hepatitis C había un abuso de precio muy importante para un producto que había tenido una investigación con dinero público, gracias a un esfuerzo del contribuyente. La patente se la dan los gobiernos, pero pueden retirarlas, seguir invirtiendo en investigación y dejar de gastar ese sobreprecio en los precios abusivos y recuperar ese dinero para mejorar la atención primaria y los hospitales, por ejemplo, la promoción de la salud y la investigación.

Sería necesario un cambio de modelo, pero cuando hablabas de esto hace cuatro o cinco años sonaba raro, y ahora con la pandemia ya no suena así. En este momento se está reteniendo la capacidad de vacunar y aunque ya llegamos tarde podemos cambiar las cosas, pero los gobiernos tienen la capacidad jurídica para que se realice. España, por ejemplo, puede expropiar e intervenir las empresas, incluidas las farmacéuticas, así que capacidad hay.

¿No resulta molesto lo que dice públicamente?

Soy una voz muy pequeñita que no molesta y creo que no llego a incomodar. Soy como un mosquito en la piel de un paquidermo, que no llega a molestar. Son críticas que hacemos desde organizaciones como nuestra asociación, que en la piel de los gobiernos o de las grandes farmacéuticas  no les hace mella. Algo de voz está llegando, pero la de la OMS, que está provocando críticas preventivas, por ejemplo, en EE.UU, donde se pide al gobierno medidas para que no se suspendan las patentes y lo ven como un ataque a la innovación y a los derechos de propiedad.

Todavía hay una asignatura pendiente con la investigación de fármacos contra el covid. ¿Habría que intensificarla?

Aunque se haya realizado ese esfuerzo en las vacunas, también tendría que haber más investigación en tratamientos y en test de diagnóstico. La Unión Europea ha aprendido que es necesario más coordinacion y una plataforma de ensayos europeos en lugar de tantos estudios de forma dispersa. Incluso está viendo la manera de convertirse en una plataforma de desarrollo de medicamentos, pero el problema es que se sigue hablando de que el producto final pase a manos de la empresa privada para comercializarlo.También hay que modificar la legislación para que la inversión pública se transforme en patentes públicas y no exclusivas, pero de eso no se habla.

¿Qué opina del estudio de los médicos de Yepes que han logrado curar el covid con una combinación de fármacos? ¿Hay que apoyarlo más?

He visto la información, pero no a fondo. Cualquier estudio con buenos resultados tiene que ampliarse y validarse con las siguientes fases.