Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Sofonisba

16/10/2019

He de reconocer, lo cual es significativo del problema de fondo, que la primera vez que me fijé en su nombre, al contemplar en el Museo del Prado uno de los magníficos retratos que pintó, creí que era un hombre. Sólo cuando leí la muy recomendable y reivindicadora obra de Ángeles Caso ‘Las olvidadas. Una historia de mujeres creadoras’ (Editorial Planeta, 2005) pude caer en la cuenta de mi error y descubrir a una gran desconocida y olvidada pintora.
Su nombre completo era Sofonisba Anguissola. Provenía, no de una familia de artistas, sino de la pequeña aristocracia de Cremona, ciudad del ducado de Milán, donde nació en 1532. En el ambiente humanístico de la Italia del norte, en el bautismo se le impuso el nombre de un personaje de la historia de la antigua Cartago, al igual que su padre, Amilcare. Éste educó a todas sus hijas formándolas en los saberes del Humanismo, de modo que practicaron la música y la pintura, en un momento en el que las artes plásticas eran consideradas un trabajo manual, alejado de la dignidad nobiliaria.
Sofonisba se trasladó a Roma, donde contó con la ayuda y consejo del propio Miguel Ángel. Su fama llegó a uno de los mayores mecenas de su época, Felipe II de España, quien la llamó a su corte, donde estuvo al lado de la reina, y donde, según Vasari, asombró por su excelencia. Más aún, Sofonisba, convertida en amiga de Isabel de Valois, hizo que la soberana se aficionara también a dibujar.
Anguissola desarrolló una actividad muy intensa como retratista, realizando representaciones de la mayor parte de los miembros de la familia real. Además de la reina, pintó a Felipe II, al príncipe don Carlos, las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina, a Juana de Austria y a diversos personajes de la corte. Sin embargo, con el paso del tiempo, muchas de estas obras fueron atribuidas a otros pintores del rey. La revisión de estas autorías se ha producido en los últimos treinta años, descubriéndonos a una pintora fascinante.
Sofonisba falleció muy anciana, a la edad de noventa y tres años, un 16 de noviembre de 1625, en Palermo. Se había mantenido activa como pintora hasta 1620, cuando realizó su último autorretrato, quizá su última obra, aconsejando también a los jóvenes artistas que la visitaban, como Van Dyck.
Esta evocación de una pintora extraordinaria, injustamente olvidada, coincide con la próxima apertura el 22 de octubre, en el Museo del Prado, en el contexto de celebraciones del segundo centenario, de la exposición ‘Historia de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana’, en la que se presentará la personalidad artística de dos mujeres que en su momento alcanzaron gran reconocimiento, pero que fueron más tarde cayendo en el olvido.
Una oportunidad extraordinaria de conocer y redescubrir a dos grandes figuras y situarlas, de nuevo, en el lugar que merecen en la Historia del Arte.