«Cantar no canto, pero voceo mucho y veo que surte efecto»

M.G.
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Tras haber sido elegido el mejor vendedor de la ONCE en Castilla-La Mancha, Lorenzo Calado dice que le gustaría ser el mejor vendedor del país. «La ONCE me ha ayudado mucho. Estuve hundido con la noticia de mi enfermedad y no tenía trabajo»

«Cantar no canto, pero voceo mucho y veo que surte efecto» - Foto: Yolanda Lancha

El bueno humor de Lorenzo es contagioso. Incluso a él le ha servido en momentos bajos. No sabe el secreto de sus ventas de cupones y él se lo toma como parte de su trabajo diario. Monta su puesto en distintos puntos del Casco y una vez que coloca y ordena todos los billetes que saca del carro canta, vocea más bien, como suele decir, para reclamar la atención. Y le sale tan natural con ese vozarrón que tiene que es imposible que pase desapercibido. Se toma su trabajo en la ONCE con gran responsabilidad y haber resultado elegido el mejor vendedor de Castilla-La Mancha es un gran premio para él en el plano sentimental. Se le nota que disfruta hablando y atendiendo a los clientes, y se lleva muy bien con el resto de sus compañeros, con los que coincide vendiendo en Zocodover todas las mañanas.

¿Qué supone ser el mejor vendedor de cupones de la ONCE de Castilla-La Mancha?

Es una alegría muy grande porque no me lo esperaba. Yo hago mi trabajo como todos los días y lo mejor que puedo y de pronto me llegó la noticia. Me llamó la jefa de Juego de la ONCE y me comentó que tenía que pasarme por allí porque me tenía que dar una noticia.

¿Cuántos años lleva vendiendo cupones?

Poco más de siete. Empecé en enero de 2013. En el Casco llevo cinco o seis años, pero al principio cuando entré hice sustituciones, como hacen todos, y estuve en Fuensalida, Torrijos y Novés. También trabajé en el Polígono.

¿Qué le ha enseñado este trabajo en estos años?

Enseñarme, enseñarme... Es algo que me encanta. Toda la vida he sido comercial, me gusta tratar con el público y vengo a trabajar con gusto porque disfruto mucho. Y hoy en día tener un trabajo en el que te sientas bien no es fácil y no todo el mundo lo tiene. Tengo claro que dentro de lo malo me siento agradecido por esta oportunidad y no me cansaré de darle las gracias a la ONCE... Me cambió la vida por completo de la noche a la mañana y si no llego a entrar aquí no sé qué hubiera pasado.

¿Este premio sirve también para plantearse nuevos retos?

Mi forma de ser ayuda. Soy muy responsable y este trabajo me lo tomo muy en serio, así que aunque me hayan dado un premio no voy a bajar el listón, seguiré siendo el mismo, cumpliré mi horario y continuaré tratando igual a la gente.

Desapercibido no pasa cuando trabaja porque publicita los cupones cantando.

Sí, voceo mucho. Cantar no porque llueve, pero sí que digo ‘dos iguales para hoy’, ‘llevo el Gordo’ y demás. Se me oye bien porque con esta voz que tengo...

Es una manera de vender y no le debe ir mal cuando sigue tirando de garganta todos los días, ¿no?

Sí. Además, veo que surte efecto. Es muy diferente a estar callado. De esta manera atraes a la gente aunque sabes que no todos te van a comprar.

¿Qué consejo le daría a alguien que empieza como vendedor de la ONCE?

Que sea natural, honrado, honesto y siempre muy claro con el cliente, que escuche bien si lleva o no premio para que no haya dudas. Incluso hay que romper los cupones no premiados para que el cliente no pueda llegar a pensar que te quieres quedar con alguno. Es algo que ya ha ocurrido en la Lotería Nacional.

¿Ha dado algún premio en estos siete años?

He dado premios pequeños, de unos 1.500 euros o menos. He dado rascas y otros, pero me falta dar el Gordo. Es mi ilusión.

¿Ha soñado alguna vez que daba el Gordo?

He soñado despierto porque dormido no sueño, nunca me acuerdo de ninguno.

Ysi diera el Gordo qué...

Si lo doy, que lo voy a dar pronto y es a alguien de la zona del Casco no me va a caber la alegría en el pecho. Pero también puede pasar  que dé el Gordo y no sepa a quién.   Me ha pasado con los premios pequeños. Algunas veces sé perfectamente a quien le había dado el premio, 1.500 euros, y luego no me ha dicho ni hola. En realidad, no pido nada, pero agradecería que si doy un premio el cliente venga y me diga gracias, únicamente eso,  ¡qué no voy a pedirle dinero! Allá cada uno.

¿El cliente, en general, es exigente, supersticioso...?

Hay de todo y aquí en el Casco tratamos con mucho público. Hay gente que está muy obsesionada con ese número y siempre tiene que llevar el mismo, pero otros clientes te piden consejo y todo. Tengo la costumbre de romper los cupones delante del cliente cuando se comprueba que no hay premio, pero hay gente que me dice que no lo haga porque se rompe la suerte.

A lo largo de siete años como vendedor de la ONCE  acumulará muchas anécdotas, ¿no?

Me acuerdo de una de ellas relacionada con el problema en la vista. Estaba vendiendo cupones en el centro comercial La Abadía, llevaba colgados dos lotes, el del día y el del día siguiente, pero me equivoqué y cuando ya llevaba muchos vendidos me dio por mirarlos, cogí la lupa y me di cuenta de que estaba vendiendo los del día siguiente como si fueran de hoy. Eso me pasó sin querer y el problema es que no tenía manera de avisar a los clientes que me lo habían comprado.  

¿Qué le ocurrió en la vista para dejar su trabajo de comercial y meterse a trabajar en la ONCE?

En 2010 me diagnosticaron distrofia bilateral endotelial, conocida como el síndrome de Fuchs, se trata de una patología hereditaria y degenerativa de la vista y estás condenado a quedarte ciego, pero puede tardar en llegar un año o diez, dependiendo de tu organismo. La ansiedad afecta mucho y a mí me pilló como comercial una etapa mala en 2007 y 2008. Al final, me atacó y tuve que dejar el trabajo como comercial de electrodomésticos porque tampoco podía conducir por las tardes. Me lo diagnosticaron y fui a la ONCE. Me ha ayudado mucho porque estaba hundido por la noticia y porque no estaba trabajando.

Ahora que tiene este premio como mejor vendedor de Castilla-La Mancha,  ¿se marcará como objetivo convertirse en el mejor vendedor del país?

Me gustaría y es un reto muy alto. No es imposible porque no hay nada imposible en esta vida, pero lo veo complicado porque hay puntos de venta que son muy buenos  y pelear aquí contra esos sitios es muy difícil. A lo mejor sí podría llegar en los extras, pero en venta general todo el año lo veo complicado porque este punto de venta de Zocodover es muy flojo. Suelo tener tres días a la semana muy flojos y otros dos en los que levanto la venta, en la calle Comercio. Si tuviera cinco días buenos...

Es curioso que Zocodover sea un punto flojo cuando siempre está lleno de gente, ¿no?

Sí. Pero estamos tres vendedores en la misma plaza.

¿Se lleva bien con ellos?

Sí, muy bien con todos. Siempre me llevo bien con todo el mundo. Soy muy abierto y la gente me quiere mucho.