Una nube de incógnitas

Agencias
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Los vulcanólogos no pueden dar respuesta a todas las preguntas de los vecinos, que luchan por salir adelante pese a su incierto futuro

Dos palmeros observan atónitos desde la distancia la boca del volcán, que suma ya seis días escupiendo lava desde su cráter en el sistema montañoso de Cumbre Vieja. - Foto: Kike Rincón

La ciencia no puede responder con certezas a cuestiones como cuánto durará la erupción del nuevo volcán de La Palma, ni si se abrirán o no más bocas eruptivas.

Esas preguntas que pueden hacerse los ciudadanos tienen muy difícil respuesta, ya que el proceso eruptivo se debe a un fenómeno natural que se produce en el interior de la Tierra y al que no se tiene acceso. Así lo explica el vulcanólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Vicente Soler, quien comenta que, si a ese tipo de interrogantes se responde «no lo sé», el juicio social será preguntar «entonces qué hace ese tío ahí», pero es preciso entender que el interior de la Tierra es más inaccesible que el espacio y que el conocimiento se tiene de forma indirecta.

«Nadie ha podido tener un acercamiento» al interior de la Tierra y, por ello, no es de extrañar que el conocimiento real sea escaso, en el sentido de que no hay observables físicos que se puedan medir directamente, indicó Soler.

Así, explicó, que cuando se dice que el magma se acerca a la superficie es porque eso es lo que indican algunos parámetros, pero nadie ha visto su recorrido en las profundidades del planeta.

En el caso del nuevo volcán de La Palma, cuya erupción se inició el domingo, el proceso está en «velocidad de crucero» y, en palabras de Soler, casi hay que «cruzar los dedos para que siga así».

De este modo y hasta que la Tierra decida aplacar la actividad del volcán, los palmeros continúan asimilando la situación e intentan organizarse creando una red solidaria que disipe al menos las dudas y los miedos sobre dónde pasar las noches o si podrán o no seguir recogiendo cosas de sus casas.

Muchos agricultores de la isla  están poniendo sus medios para ayudar a los desalojados, a pesar de que el sector de la zona, especialmente el plátano, tiene un futuro incierto.

«Ahora lo importante son las personas», aseguran desde la Cooperativa agrícola Volcán de San Juan, que aboga por poner todos los medios y trabajadores a disposición de las personas que lo necesiten. Así ya lo han hecho varios agricultores y uno de ellos manifiesta que la situación no es fácil para nadie, pero menos para las personas que han perdido sus viviendas y propiedades.

Tiene una empresa de transporte y este es un día de mucha faena para él, ya que ha ayudado en el desalojo de varias viviendas. Desde la cooperativa Volcán de San Juan, en La Laguna, piensan igual: «Deberíamos tener nuestros camionetas e incluso nuestros trabajadores al servicio de los afectados».

 

'Zona cero’ de la fruta

La zona agrícola afectada incluye unas 700 hectáreas de plátano y está considerada una de las más rica de la isla, pero ahora la actividad está casi parada. En la cooperativa reconocen que la situación del plátano es muy complicada, ya se está en la recolección y la ceniza que está cayendo araña la fruta y la estropea y no se puede procesar. Afirman, además, que muchos agricultores casi tienen que dar la vuelta a la isla para recoger «ocho piñas», por lo que se ha establecido una zona cero en la que está prohibido recoger la fruta y otra en la que se analizará la situación de la producción dañada.

Explican que de la fruta de una piña, que puede tener 12 o 14 manos de plátano, solo se están aprovechando dos, pero insisten en que hay que olvidarse «del tema de los plátanos, ya nos lo pagarán. Ahora lo importante son las personas».

«Esto es la ruina», señala Claudio. A pesar de ello solo piensa en las personas que lo han perdido todo, entre los que se encuentran familiares y amigos.