La Tarasca, la herejía vencida por la fe

Mario Gómez
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No se sabe exactamente desde cuándo participa en las fiestas del Corpus, pero su apariencia no deja a nadie indiferente

La tarasca volvió a recorrer las calles de Toledo. - Foto: David Pérez

La tradición oral asocia 'La Tarasca' con un ser apocalíptico que atemoriza a los más pequeños como un claro guiño a aquello que puede suceder a los que se alejen de la fe.

Precisamente, simulando el pecado, recorre cada año las calles de Toledo el miércoles de Corpus, simulando extender el desánimo y el desasosiego para que correlativamente sea la Custodia al día siguiente la que traiga la reconciliación, el perdón y la fe.

Por ello el recorrido que realizó en la tarde de ayer el cortejo, fue exactamente el mismo que hoy recorrerá la procesión del Corpus,  pero con la diferencia de que 'La Tarasca' partió desde la plaza del Ayuntamiento para recorrer las calles y plazas del itinerario procesional: Cardenal Cisneros, Sixto Ramón Parro, plaza Mayor, Tornerías, Martín Gamero, Cuatro Calles, Comercio, plaza de Zocodover, Sillería, Alfileritos, plaza de San Vicente, Alfonso X El Sabio, plaza Padre Juan de Mariana, Alfonso XII, Rojas, plaza del Salvador, Trinidad y Arco de Palacio.

Echando humo por la boca y sus clásicas lágrimas a chorros por los ojos, volvió a las calles tras no poder hacerlo ni en 2020, ni en 2021 a causa de la pandemia, algo que si cabe hizo que fuera aún más esperada por los toledanos y visitantes.

Tal y como recoge la leyenda de la zona francesa de Tarascón, Provenza, existía una criatura que devastaba el territorio allá donde pasaba. «Una especie de dragón con seis cortas patas parecidas a las de un oso, un torso similar al de un buey con un caparazón de tortuga a su espalda y una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión», y sobre su espalda se encuentra una muñeca que hace referencia a  Ana Bolena, por ser esta mujer impulsora del cisma anglicano entre Enrique VIII y los católicos. Lo que supone una clara alusión a la necesidad de desterrar sentimientos como orgullo y avaricia. De su cabeza se dice que tiene una desagradable expresión.

Cuenta también la tradición popular que ni el propio rey pudo vencer a la criatura, y que solamente fue Santa Marta quien pudo apaciguar a la bestia. Algo que parece que no convenció a los vecinos de la región que terminaron por eliminar a la bestia.

En Toledo se desconoce exactamente cuándo fue la primera vez que discurrió por las calles de la ciudad, pero parece claro que es un añadido posterior a la instauración de la celebración litúrgica.