Editorial

El repunte del IPC asoma como un riesgo para la recuperación

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El aumento del principal indicador de la inflación hace saltar las primeras alarmas sobre el riesgo de que la recuperación económica pueda encontrarse con una piedra en el camino que impida su avance o al menos la ralentice. El Índice de Precios al Consumo (IPC) subió un 0,8 por ciento en septiembre en relación con el mes anterior y disparó la tasa interanual hasta el 4 por ciento, la más alta de los últimos 13 años y siete décimas por encima del mes anterior, según los datos avanzados publicados por el INE. El encarecimiento de la electricidad, que sigue batiendo récords en una escalada que parece no tener fin, a lo que se une las subidas de precios de los carburantes para vehículos y el escaso descenso de los paquetes turísticos han provocado un repunte peligroso para los bolsillos de los ciudadanos, que comienzan a sentir los efectos negativos de una política económica demasiado pendiente de factores externos.

La luz es el detonante de esta bola que cada vez se va haciendo más grande y afectando a más sectores. A punto de terminar septiembre, ya es seguro que se va a convertir en el mes más caro de la historia, motivado por los altos precios de los derechos de emisión y el encarecimiento del gas natural. Aunque habrá que esperar unas semanas más, las medidas adoptadas por el Gobierno no parece que vayan a ser suficientes -quizás no fueron las adecuadas- para estabilizar el precio del mercado eléctrico o incluso provocar un descenso de la curva. Y a estas alturas de año, las cifras ya demuestran que otros sectores se han contagiado y han iniciado un aumento notorio en el coste de productos esenciales de la cesta de la compra como el aceite, la fruta fresca, la carne de ave o las patatas.

Esta situación requiere una intervención estatal, la adopción de medidas que cambien el rumbo para que esta escalada del IPC no afecte de una forma seria a la recuperación económica iniciada este año, tras el éxito de la vacunación contra la covid y el acusado descenso de la incidencia. El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, reclamó ayer calma e insistió en que esta subida de precios es ‘transitoria’. Sin embargo, hay desconfianza en una política económica bastante errática por parte del Gobierno.

No es menos cierto que este repunte de la inflación no afecta únicamente a España y que la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, pide paciencia, pero hay que tomar decisiones rápidamente para que el crecimiento económico vuelva al ritmo anterior a la pandemia. La subida de precios es un obstáculo para el consumo interno y para la competitividad de las empresas, por lo que hay que atajarlo ya o la confianza de los ciudadanos e inversores se verá lastrada en un momento de necesario crecimiento.