Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Trazos de futuro

22/02/2020


Inaceptables y verdaderamente vergonzosos los caminos que está tomando nuestra sociedad. Lloriqueando en público y por las redes sociales por el crecimiento de postulados extremistas intentamos externalizar nuestra repulsa.
Pero cuando creemos que nadie nos ve, pequeños oídos escuchan barbaridades de los padres que los peques de la casa magnifican en el patio del colegio, y empequeñecen nuestra sociedad.
El Embajador de China tuvo que salir en TV a pedir amparo y responsabilidad para proteger a los niños de ascendencia china en los patios colegiales. Igual estigmatizamos a los que, por vete tu a saber donde y cómo, sufren un ataque de pediculosis, piojos, sí. O porque tienen necesidades especiales o son rubios, altos o bajos o flacos o gordos.
Y en casa, ¿qué hacemos? Les reímos las gracias. Y ¿en el patio del colegio? No le damos importancia porque son cosas de niños. Llamar ‘piojoso’ a un estudiante de primaria, o ‘coronavirus’ a un estudiante asiático es la demostración del fracaso del sistema educativo español, pero no por los niños, ¡por sus padres!
Todo lo adjetivamos, todo lo juzgamos y estamos tan campantes.
Hay que mojarse, y si un par de críos se pasan de graciosetes con lo del ‘coronavirus», un parte y llamada a capítulo a los padres. ¿Suena radical? Suene. Más vale frenar ese aprendizaje precoz, porque es la primera lección para dar trazos de estrellas amarillas en las solapas. Así se estigmatizó a los judíos en el nazismo, así se estigmatiza en los coles en Cataluña, así segmentamos nuestra sociedad: los que valen y los que no nos valen.
La falta de respeto ante los demás, la carencia de empatía y los postulados supremacistas y radicales de izquierda y derecha nos traerán los mismos problemas que hace 90 años.
Hemos perdido el respeto a la vida, a la dignidad humana, y se lo achacaremos a la sociedad, al cole o a la TV, pero nunca admitiremos la falta de coraje para enseñar a nuestros hijos en la igualdad del ser humano per sé, la dignidad del individuo, la importancia de la vida desde su concepción.
Para esos postulados no hace falta ideología, falta alma y corazón, falta amor al prójimo y enseñar a nuestros hijos a respetar a los demás y a sí mismos.