Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Presepi

11/01/2023

Aunque oficialmente ya ha finalizado la Navidad, siguiendo el viejo refrán, 'hasta San Antón, Pascuas son', les voy a hablar hoy de belenes, en concreto de belenes italianos, el país donde nació esta tradición, extendida por todo el mundo. Porque los presepi italianos son particularmente bellos, y estos días, en mi deambular por las calles de Roma, visitando las grandes basílicas o adentrándome en las pequeñas iglesias apartadas de las rutas turísticas, puedo disfrutar de algunos ejemplares realmente hermosos.
El presepe o presepio, que de las dos formas se denomina en italiano, nace, como representación del nacimiento de Jesús, en la noche de Navidad de 1223, en Greccio, una población del Lacio, en la que Francisco de Asís quiso evocar el acontecimiento de Belén, organizando una representación viviente de aquel hecho. Según la leyenda hagiográfica, durante la misa apareció en la cuna un niño de carne y hueso que el santo tomó en sus brazos. Así surgiría la tradición del pesebre, aunque parece que en Nápoles con anterioridad a esa fecha ya se había instalado algún belén en iglesias. La representación artística del nacimiento de Cristo la encontramos en los primeros siglos del cristianismo, la más antigua en las catacumbas de Priscila, en Roma, donde aparece María con el Niño en brazos ante los magos de Oriente, en una pintura del siglo III ubicada en la capilla griega. En cualquier caso, parece que el paso de la representación viviente que comenzó san Francisco a la realizada con figuras fue muy temprana, de modo que en los siglos XIV y XV muchas iglesias italianas se decoraban con belenes. En 1534, san Cayetano de Thiene creó un pesebre elaborado con figuras de madera pintada, cubiertas con ropa, y con la cabeza confeccionada en terracota o madera; para que se pudieran articular, dentro de las mismas se introducía un alambre.
Durante el siglo XVIII, los belenes napolitanos, plenos de barroquismo, llegaron a España al suceder Carlos VII, rey de Nápoles, a su hermano Fernando VI, con el nombre de Carlos III. El espléndido Belén del Príncipe, que se puede contemplar en el Palacio Real de Madrid en Navidad, data de ese momento. La costumbre se extendió durante el siglo XIX por toda España, convirtiéndose en un elemento esencial tanto en las casas como en las iglesias, creando auténticas joyas de arte efímero.
En Roma se encuentra una gran variedad de belenes. Uno de los más llamativos siempre es el de la Plaza de San Pedro, que cada año varía de estilo y de formato. En Santa María Maggiore se encuentra el medieval de Arnolfo di Cambio, un capolavoro escultórico de 1289. Belenes napolitanos, de antigua factura o de reciente elaboración –como el del Gesù-, alternan con representaciones más populares, que incluso se hallan en pequeños rincones de las calles romanas.
Una hermosa tradición que, además, se puede disfrutar hasta el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria.

«Durante el siglo XVIII, los belenes napolitanos, plenos de barroquismo, llegaron a España al suceder Carlos VII, rey de Nápoles, a su hermano Fernando VI»