El principal acusado asegura que el disparo fue «fortuito»

J.M.
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José Antonio afirma que estaba en el lugar como intermediario en una compraventa de marihuana. Los otros dos procesados se desvinculan de los hechos ocurridos en Velada

El principal acusado asegura que el disparo fue «fortuito» - Foto: Yolanda Lancha

José Antonio abulta poco. Mide 1,60 metros y pesa menos de 56 kilos. La altura es aproximada, pero el dato del pesaje parece preciso. Él mismo reveló la cifra de la báscula durante el interrogatorio como acusado del disparo mortal contra Manuel Fernández Silva, un joven de Plasencia (Cáceres) de 22 años. Este hombre de 43 años ha perdido 24 kilos y lo atribuye a este proceso judicial.

La Guardia Civil condujo ayer en un furgón al acusado desde la cárcel a la Audiencia Provincial. Encapuchado y engrilletado, entró en la Audiencia Provincial como uno de los tres acusados de asesinato por la muerte ocurrida el 27 de julio de 2019 en Velada. Un mes más tarde, fue detenido en Navaluenga (Ávila) e ingresó en prisión el 29 de agosto. Allí sigue más de tres años después.

José Antonio, que solo contestó a preguntas de su abogado delante del tribunal de la sección primera y del jurado popular, negó que hubiera concertado la compraventa de un vehículo con la víctima y encuadró el encuentro en las proximidades de un descampado de Velada por un intercambio de droga. Marihuana, concretamente. El acusado explicó que únicamente ejercía de mediador e iba a percibir entre 200 y 300 euros.

Así, apuntó que un desacuerdo entre las dos partes sobre la cantidad de marihuana guardada en el maletero de uno de los dos vehículos procedentes de Plasencia desencadenó la muerte. Según explicó, se acercó al darse cuenta del desencuentro y acabó forcejeando con la víctima y uno de los testigos. «Cuando caí, sonó el disparo», aseguró. Y precisó que el disparo fue «fortuito».

La defensa sostiene que el arma la portaban Manuel y el acompañante. «Podría haberme dado hasta a mí», añadió en el interrogatorio de su letrado y negó que tuviera intención de disparar. Asimismo, dice que tampoco volvió a ver el arma homicida.

«No me presenté porque estaba mi abogado de vacaciones», afirmó por el mes transcurrido hasta que fue detenido en una vivienda alquilada en Navaluenga. «Estaba al lado de donde ocurrió», defendió. Exactamente a 93 kilómetros.

otros dos acusados. José Antonio estaba acompañado en el banquillo por otros dos acusados. Ambos negaron su implicación en los hechos. Moisés, que respondió al fiscal y a su abogado, contó que había visto apenas «dos o tres veces» a José Antonio, pero coincidieron ese 27 de julio de 2019 en el mesón de Velada donde el escrito de acusación localiza la cita entre las dos partes para la compraventa del automóvil, junto a la N-502.

La acusación particular replicó que el testimonio caía en contradicciones con la declaración en los juzgados. Entonces, según el abogado de la familia de la víctima, reconoció que vio al tercer acusado y que entró a comprar una botella de agua. En el testimonio de ayer, aseguró que se quedó más tiempo con el principal procesado porque este le invitó a un cigarrillo y a una consumición. Pero negó que fingiera la venta de un coche ni que viera cómo mataban a Manuel.

El tercer acusado, Juan José, justificó su presencia cerca del lugar de los hechos porque se había citado con su excuñado y terminaron pegándose entre ellos. «No sé por qué estoy aquí. Es una historia paralela a la mía», subrayó. En este sentido, aseveró que, durante la pelea con su excuñado, sonaron los disparos. El excuñado salió corriendo, y Juan José, que asegura que había consumido alcohol y cocaína, se refugió en una casa cercana por miedo a su familiar con un chaleco de motorista que había quitado a su contrincante. Sin quedar aún claro el porqué, esta prenda parece importante porque el abogado del acusado sacó una del maletín para que su defendido reconociera que es similar.

El juicio se reanuda hoy a las 10 de la mañana con la declaración de los testigos.

 

«Aunque se quiera superar, no se supera. Porque era un niño»

El abogado Aurelio Aranda y María Cruz Silva aguadaban ayer la formación del jurado popular a la entrada de la Audiencia Provincial. El letrado ejerce como acusación particular de la familia de Manuel Fernández Silva. La mujer es la madre de la víctima mortal y, pese a la mascarilla, resultaba evidente el sufrimiento.

«Es muy duro», sollozaba en declaraciones a los medios la progenitora, quien apuntaba que era su único hijo varón. «Aunque se quiera superar, no se supera, porque era un niño. Era un niño especial, una persona muy buena, muy cariñoso, una persona muy educada. Han quitado la vida de un niño y han dejado huérfana a una niña. Lo estamos pasando verdaderamente mal. Ojalá se haga justicia. Se lo pido al Señor cada día porque es el único que puede hacer justicia», manifestó entonces María Cruz Silva, quien estuvo en la sala de la sección primera de la Audiencia Provincial durante el juicio.

petición acusación particular. El abogado de la acusación particular pide un total de 57 años de prisión para José Antonio por el asesinato y las dos tentativas a los otros dos allegados de Manuel presentes en el lugar de los hechos, además de robo con armas y tenencia ilícita de armas. Sobre los otros dos procesados, que no se encuentran en prisión, reclama 30 años a cada uno de ellos.

En este sentido, como ya informó este diario, la Fiscalía pide 31 años de prisión para José Antonio por un delito de asesinato y de un delito de robo con intimidación, además de tenencia ilícita de armas. Para los otros dos procesados, el ministerio público pide 24 años de prisión por un delito de asesinato y otro de robo con violencia e intimidación.

Al respecto, la Fiscalía reclama una indemnización a la representante legal de la hija de la víctima por una cuantía de 130.000 euros y otros 80.000 euros a la madre de la víctima.

El abogado de la acusación particular indicó que espera un veredicto de culpabilidad del tribunal del jurado, formado por seis hombres y tres mujeres, por unos hechos «especialmente graves». Por lo tanto, espera una sentencia que ponga fin a los hechos. «Una historia que nunca debió suceder», lamentó.