El camino hacia la rica cubierta de Don Diego

Jaime Galán
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Un grupo de restauradores trabaja en el Salón Rico para recuperar la pátina original de su cubierta. Al amplio abanico de técnicas decorativas expuestas en el espacio hay que sumar los hallazgos de hasta cuatro escudos heráldicos

El camino hacia la rica cubierta de Don Diego - Foto: David Pérez

«En el nombre de Dios...» es el mensaje con el que empieza un letrero originario del siglo XIV en una parte de la cubierta del Salón Rico. Atendiendo a su ubicación, enfrente de la entrada al inmueble, y a las explicaciones de los expertos esto podría tratarse de la bienvenida al espacio. Es uno de los detalles que se han apreciado en las labores de conservación y restauración que se están desarrollando en el interior del Salón Rico y, en concreto, en su cubierta.

Trabajos que se llevan haciendo desde el mes de septiembre y que tienen un objetivo claro: «realizar un proceso de limpieza y conservación de cada una de las técnicas aún visibles, seleccionando lo que tiene valor y lo que no, para potenciar los elementos originales del entorno», tal y como lo explica Miguel Ángel Bonache, el restaurador encargado de esta actuación en el Salón Rico. Lo destaca notoriamente, porque explica que se encuentran en un espacio que «se ha tocado en muchas ocasiones, por diferentes equipos y diversos criterios de intervención», y es que de sobra son conocidos los intentos de restauración a los que se ha enfrentado el Salón Rico.

Por ello, Bonache y su equipo aclaran que lo que están tratando de realizar en estos momentos tiene dos fases. La primera es la ya mencionada de conservación, valorar lo recibido y conservarlo en las mejores condiciones posibles; y una segunda fase de ordenación, «porque nos hemos encontrado un saco con innumerables cosas y hay que evaluar qué puede ser fruto de la pátina del tiempo, del envejecimiento de los materiales y qué puede ser el resultado de algo anécdotico, como la intervención de un albañil que pasaba por allí».

El camino hacia la rica cubierta de Don DiegoEl camino hacia la rica cubierta de Don Diego - Foto: David PérezPara contextualizar el objetivo de esta restauración, el gerente del Consorcio, Jesús Corroto, cuenta que en otras actuaciones se optó por «repintar lo que faltaba», mientras que ellos ahora apuestan por «valorar la calidad de la realidad que se pintó en el siglo XIV». Bonache pone más luz a este concepto expresando que «preferimos perder una letra de un mensaje que se repintó después, pero ganar en la visión del conjunto si se parece más al estado original».

Dentro de ese proceso que se está desarrollando, los restauradores del Consorcio destacan las técnicas «extraordinarias» que se están encontrando en el camino. Aunque tienen calificativos para todas ellas, las de construcción, la de su carpintería o cualquier otra, Bonache describe la pictórica como «puntera» para su tiempo. En este sentido, el reconocido restaurador ennumera varias técnicas que se han encontrado en la cubierta, como un entelado para regularizar los defectos de la madera, plateados al agua, corlas -que es un barnizado de color para que la plata parezca oro- o un estofado -descrito como una técnica sustractiva sobre el temple para dibujar en él-, entre muchas otras.

Un espacio decorativo que solo encuentra símiles en la ciudad con la Sinagoga del Tránsito, según los expertos del Consorcio. Todo ello con una paleta cromática «bastante amplia» en la que predomina el dorado, el rojo y la madera, pero que a su vez, «todos los elementos decorativos pasan a ser secundarios cuando se descubre la simbología que hay detrás», apunta Bonache.

El camino hacia la rica cubierta de Don DiegoEl camino hacia la rica cubierta de Don Diego - Foto: David PérezSimbología que hace referencia a cuatro escudos heráldicos, pertenecientes a cuatro familias diferentes. En uno de ellos se adivina un castillo, en otro leones, en el tercero varias palomas y, por último, un escudo a rayas con pequeños jaqueles al estilo de un tablero de ajedrez. Justo en el espacio de la cubierta donde se ubican estos escudos se puede describir la intención de esta restauración, porque al estar la madera donde se hallan muy deteriorada, se ha instalado una nueva que «posteriormente se oscurecerá para que resalte la parte original que queda y no lo que falta, que es lo que ocurre actualmente», explica Miguel Ángel Bonache.

Los escudos no son los únicos detalles simbólicos, porque toda la cubierta en su parte más baja está rodeada de un mensaje escrito inicialmente en castellano antiguo y seguido en latín. De hecho, ese primer letrero comienza con la frase mencionada en la primera línea de este texto y continúa con ocho versos del evangelio de San Juan de la Biblia Vulgata.

Al margen de las técnicas pictóricas, es curioso el detalle del ensamblaje de la propia cubierta que, no fue montada y pintada a posteriori, sino que según los expertos, las piezas se decoraban abajo para luego incrustarlas en la parte correspondiente de la cubierta, con la dificultad que esto conlleva.

El equipo de trabajo de restauradores lo conforman siete personas de diversas disciplinas para poder adaptarse a los escenarios que se encuentren. La coordinadora del grupo es Carolina Peña y, entre todas las labores que realizan en la cubierta del Salón Rico, destaca como una de las más difíciles «la consolidación de los desprendimientos de las corlas; por la propia dificultad que tiene, por lo endurecidas que están las capas de policromía y porque luchamos contra la gravedad» al trabajar la mayor parte del tiempo en las alturas o mirando hacia arriba. Al margen de mencionar alguna más de sus labores, Carolina Peña relata que lo realmente difícil es al principio «porque ahora estamos en el punto de disfrute, en el que empezamos a ver los resultados».

La intención de estos restauradores es acabar los trabajos en el mes de diciembre, aunque lo dicen con cierta melancolía, porque pese a que reconocen que es una responsabilidad muy grande, aseguran que les gusta ser partícipes de ese entorno patrimonial y lo ven como «un desafío diario y una oportunidad». Labor que recalcan, es «puramente científica, no subjetiva». 

Como bien dice el gerente del Consorcio, Jesús Corroto, el Salón Rico no es más que «una joya patrimonial que pronto estará inmersa en el centro de la vida de los toledanos», en referencia al proyecto de regeneración urbana en el que se ubica, el Corral de Don Diego.