José María San Román Cutanda

A Vuelapluma

José María San Román Cutanda


(Des)memoria histórica

25/01/2021

Justo hace hoy una semana que vi en la prensa la iniciativa de la AMPA del CEIP Jaime de Foxá, de Toledo, de cambiar su nombre, pidiendo al alumnado y a la ciudadanía que sugiriesen nombres nuevos. Esto significa que nos sale una vez más a la palestra el controvertido asunto de la memoria histórica trece años después de la aprobación de la Ley que la regula. Y con él, una polémica que aún no ha cesado y que, lejos de apagarse, parece renovarse día tras día en la vida política. Debo decir que nunca he sido partidario del contenido de aquella Ley 52/2007 tal y como está elaborado. Ya de por sí, su exposición de motivos me resulta ciertamente confusa. Comienza hablando del «espíritu de reconciliación y concordia, y de respeto al pluralismo y a la defensa pacífica de todas las ideas, que guió la Transición», para terminar manifestándose en su aplicación práctica en la concienzuda labor de afanarse única y exclusivamente contra determinados capítulos de la historia reciente de España, obviando otros que podrían considerarse igualmente reprobables.
La corriente de pensamiento que generó propugna la contemplación de la historia desde un punto de vista reduccionista y revisionista hasta el punto de ser parcial. Lejos de encontrarse con los deseados mensajes de concordia y reconciliación, me parece que esta interpretación del pasado, abotargado por culpa de la demasía de una memoria histórica sesgada, tan solo ha conseguido el objetivo contrario al que debería haberse llegado, que no es otro que el estudio del hecho histórico sin dejarse llevar ni por el sesgo retrospectivo ni por el impulso del revanchismo.
Si todos podemos cometer errores, también todos podemos llevar a término aciertos, pues todos somos igualmente personas y todos estamos tocados por la misma contingencia y falibilidad. Pensar lo contrario es lo que ha conducido a un notable grupo social a caer en las fauces del temido revisionismo histórico, que ni de lejos es la tarea que nos exige nuestro tiempo. En el año 2004, el historiador Javier Tusell publicó un magistral artículo en El País así titulado en el que establecía una magnífica diferenciación entre la revisión histórica y el revisionismo histórico: «Una cosa es revisar y otra muy diferente el ‘revisionismo’. Todo historiador parte de unas fuentes primarias -afirma Tusell- y logra una interpretación original que se escribe en el hipertexto de nuestros conocimientos y que sin duda será objeto de reconsideración. El ‘revisionista’ actúa de otro modo. No parte de preguntas, sino de seguridades o de presunciones. No acude a las fuentes primarias, sino a las secundarias que pretende elaborar con originalidad. Lo hace, sin embargo, con extravagancia acudiendo a interrogantes inapropiados que remiten a la posición partidista que ya ha adoptado. Elude la técnica del historiador y por eso suele magnificar el dato irrelevante para sus propios fines o tomar la parte por el todo». Esto significa que revisar no solo no es malo, sino que resulta un ejercicio necesario para aprender de los errores del pasado y construir un futuro basado en realidades adaptadas a cada espacio y a cada tiempo.
Por otra parte, considero que este afán desmedido por borrar determinados nombres de calles, plazas, parques y centros educativos es un esfuerzo estéril, toda vez que el paso del tiempo hará, como ya ha hecho con tantos otros nombres, que cada uno de ellos acabe perdiendo su significado y su contexto. De hecho, pueden hacer ustedes una prueba tan sencilla como preguntar a las personas menores de 30 años que tengan cerca quiénes fueron los alféreces provisionales, las Banderas de Castilla, Joaquín de Lamadrid, José Polo Benito, los milicianos, Francisco Largo Caballero, Enrique Líster o Dolores Ibárruri. Incluso, invito al AMPA del referido centro educativo a que circule una encuesta a los padres donde les pregunte si saben quién fue Jaime de Foxá y si conocen algunos datos de su vida. Muy probablemente, la cifra de personas que lo conozcan tenderá a la baja. Pero no por desconocimiento de los padres y madres del colegio, sino por el olvido que produce el mero paso del tiempo.
Aprovecho para decir que Jaime de Foxá y Torroba, hermano del célebre escritor Agustín de Foxá, fue Gobernador Civil de Toledo entre 1972 y 1976. Mucho más allá de sus datos políticos, hay que señalar sus logros como esquiador profesional, novelista cinegético, cazador reconocido, creador del Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), y defensor a ultranza de la limpieza del Tajo y de la promoción universitaria de Toledo, enfrentándose incluso con el Gobierno nacional. Y me consta que por el centro que lleva su nombre han pasado directores y padres de multitud de sensibilidades políticas, con la diferencia de que han preferido destacar la labor toledanista del personaje por encima de su filiación política.
Puede que esté pensando, querido lector, que solo quiero defender a Jaime de Foxá o a un determinado sector político. Si lo ha pensado, se equivoca. También defiendo que se pongan en diversos lugares de la ciudad los nombres de hombres y mujeres de cualesquiera ideas políticas cuyo servicio a Toledo sea digno de recompensa, como pueden ser los de Julián Besteiro, Carmen Martínez Sancho, Félix Urabayen, Leopolda Gassó, Aurelio Cabrera o Sor Encarnación Heredero, cuya labor cultural por Toledo fue tan destacada que sería una absurda injusticia olvidarlos. Y tan mal me parece olvidar a las Banderas de Castilla como a la Institución Libre de Enseñanza o a la Junta de Ampliación de Estudios. Los nombres son parte de la cultura del lugar donde se encuentran. Y la memoria histórica no debe ser un ejercicio de revanchismo, sino una puesta de cada cuál en su papel dentro de la historia que esté fundada en el uso de la cordura y en criterios netamente culturales, como hacen los franceses, que nos ganan por años luz en el reconocimiento del pasado. Al fin y al cabo, como escribió Machado, «la verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés».